“Dignidad y cuidados paliativos en la demencia avanzada” organizado por Babespean  y Afaraba “Cada cual vive la feria según le va”

“Cada cual vive la feria según le va”
“Cada cual vive la feria según le va” VLG

La demencia avanzada no resta dignidad a la persona, en la que permanece una historia pasada que si se acierta a conectar con ella aflora; ello no obsta para que sea muy difícil, no solo para los familiares que lo viven como un primer duelo ante la pérdida paulatina de su ser querido

Las organizaciones Babespean, de cuidados paliativos, y AFARABA de familiares con Alzheimer, organizaron una mesa redonda con profesionales y familiares de personas con demencia avanzada, un perfil que se repetía entre varios del público asistente.

Lo primero que se puso en la mesa fue el término “dignidad” de la persona. Y de forma muy honesta los que estaban en el escenario fueron partiendo de sus experiencias personales y la conclusión es que “resulta muy difícil establecer vínculos con las personas con demencia avanzada, pero hay que saber y ser coherentes con la historia que ha tenido esa persona, una historia que sigue ahí, y que a veces, con algunas técnicas aflora. 

Pudimos ver el video del caso de Marta Cinta, la que fuera primera bailarina del Ballet de Nueva York en 1967, y cómo en su ancianidad, con una demencia severa y con una movilidad reducida en sus silla de ruedas “renace” y vuelve a interpretar el lago de los cisnes al escuchar la música. Y de un estado de hipotrofia parece renacer como el cisne. 

En la mesa había tres profesionales, Laura, educadora social y coordinadora de la residencia Purísima, Leire,  enfermera y responsable en un centro de mayores, y  Marta, una experta en musicoterapia que trabaja también con ancianos, y Ángel, un familiar que puso el contrapunto a unas visiones de la enfermedad vividas en primera persona en un ser querido. 

Se habló de la escasa formación que se requiere para trabajar en centros asistenciales para mayores y cómo el mercado parece estar copado por mujeres migrantes y con cierta edad. Se habló de una falta de relevo generacional en el personal que cuida a los ancianos. 

Entre el público esto se ligó también con un problema económico y político: La capacidad económica condiciona los posibles accesos asistenciales para los mayores y, en parte, porque no existe una voluntad política de volcar recursos en un sector que “ya no da votos”. 

Fue curioso las distintas visiones que sobre la expresión “se vuelven como niños”: La asistente social rechazaba el uso de esa expresión porque a veces conlleva infantilizar al anciano y, si bien, algunos comportamientos pueden recordar a la infancia eso no justifica “tratarlos como niños”; el familiar sin embargo aceptaba la expresión porque había percibido en su madre como se perdían los filtros y las vergüenzas “como cuando se es un niño”, y ese detalle le llevaba a aceptar la expresión; la psicoterapeuta, que ha sido madre recientemente confesó que la mirada de su hija y la mirada de los ancianos a los que atienden tienen similitudes que le han ayudado en su trabajo; y la enfermera reivindicó que la misma ternura con la que se trata a un niño es la que inspiran los ancianos con demencia. 

El balance de este encuentro podría resumirse: La demencia avanzada no resta dignidad a la persona, en la que permanece una historia pasada que si se acierta a conectar con ella aflora; ello no obsta para que sea muy difícil, no solo para los familiares que lo viven como un primer duelo ante la pérdida paulatina de su ser querido, también para los profesionales; muchos de ellos con una escasa formación dado que el trabajo en residencias parece haberse enfocado a un colectivo femenino, migrante y con cierta edad. En todo caso ese “girasol” que somos en los mejores momentos de nuestra vida, sigue estando cuando al atardecer de la vida se inclina y la hoja amarilla se mustia y se hipotrofia.

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