"El confinamieto dentro de la cárcel es un infierno" Cárcel dentro de la cárcel
–Sí. ¿Quién llama?
–Hola, Xaquín. Soy Welly. Menos mal que puedo volver a hablar contigo. Estuve 11 días confinado. Sin COVID. Solo comer y dormir. La cárcel dentro de la cárcel. Como el primer grado. Más duro aún en lo tocante a la incomunicación. Horrible
Te llamo porque preciso comunicárselo a alguien y disfrutar de nuevo de la libertad. Ya volví para el Módulo. ¡Llamarle libertad a volver para la cárcel! Es duro, ¿verdad?
"El COVID trajo para todos muchas cárceles, soledades e incluso ganas de no vivir. Vivamos atentos. Hay tarea"
Te llamo porque preciso comunicárselo a alguien y disfrutar de nuevo de la libertad. Ya volví para el Módulo. ¡Llamarle libertad a volver para la cárcel! Es duro, ¿verdad?
"El COVID trajo para todos muchas cárceles, soledades e incluso ganas de no vivir. Vivamos atentos. Hay tarea"
| Xaquín Campo Freire. Centro Penitenciario de Texeiro
–SÍ. ¿Quien llama?
–Hola, Xaquín. Soy Welly. Menos mal que puedo volver a hablar contigo. Estuve 11 días confinado. Sin COVID. Solo comer y dormir. La cárcel dentro de la cárcel. Como el primer grado. Más duro aún en lo tocante a la incomunicación. Horrible.
Una profesora de las que vienen de fuera dio positivo y ya quedamos todos los alumnos de ella aislados inmediatamente. Hay mucho miedo y también precaución. Es lógico. Si entra el virus, aquí en el Centro, sería dramático. Todos estamos vacunados. Pero las medidas de seguridad son muy estrictas. Y es lógico. Lo entendimos. Pero esto del confinamiento dentro de la cárcel es un infierno. Menos mal que me dejaban hablar con mi familia en Somalia, A ellos no les dije nada. Pero a vosotros preciso decíroslo. Por eso te llamo.
¡Mira! Tengo una experiencia peor que la del internamiento que sufrí en el Hospital cuando la enfermedad. ¿Recuerdas?: 6 meses y 3 operaciones de 9 horas cada una, a vida o muerte. Siempre mirando al techo. Pero había un por qué. Estaba muy enfermo. Y tenía gente que me veníais a ver. Ahora, NO. Ya sé que aquello ya pasó y ahora es más fácil: lo estoy viendo como pasado.
Ahora no tenía nada. Pero no podía hacer nada. Sólo comer y dormir. No vi a nadie. La comida por un ventanuco, sin comunicación. No he visto la faz de nadie. Soledad. Abandono. Distanciamiento total del personal que te “vigila”. Ninguna relación. No tenía miedo por la vida. Sabía que no estaba contagiado. Estamos todos vacunados, como dije. No tuve nunca síntomas.
En el hospital los policías eran humanos y humanitarios. Me hablaban. Estaban conmigo por momentos y me preguntaban que cómo estaba. Y se alegraban cuándo salían bien las cosas. Y cuando no, los veía preocupados y tristes. Y todo el personal sanitario también. Se desvivían por sacarme adelante con vida. Me sentía amado. Le importaba a alguien. Y desde la cárcel D. Dionisio, el educador, y los compañeros me mandaban cosas, trabajos manuales que yo luego regalaba. Nunca me sentí solo. D. Carlos, el Director, Dª Adela y los funcionarios me ayudaron. Gracias.
Y de esta vez también estuvieron ahí. No estoy quejándome. Solo necesito echar fuera un pesar fondo de mi alma. Y tú sé que me aprecias. Pero yo no he visto a nadie. No se podía. No culpo a nadie. Solo quiero hablarte de la experiencia de la soledad en el aislamiento.
Te llamo porque preciso comunicárselo a alguien y disfrutar de nuevo de la libertad. Ya volví para el Módulo.
(¡Llamarle libertad a volver para la cárcel! ? ). Es duro, ¿verdad?
–Welly, ¿por qué no escribes esa experiencia?
–No. No puedo. Aún no puedo. Cuando salga, tal vez. Por ahora aún no. Tengo las heridas muy frescas. No son quejas contra nadie. Solo intento abrirle el alma a alguien que sé que me quiere.
Preciso tiempo para sanarme espiritualmente. Físicamente estoy bien. Pero espiritualmente, fatal.
Desfondado. Pero ahora ya soy libre.
Por vosotros, lo intentaré. Más adelante.
–Gracias por llamarme
–Gracias a vosotros.
–Sabes que tengo una carta de felicitación de Nadal para ti. Es de Carme Solloso, la médica. ¿Te das cuenta?
–Sí. ¿Cómo están todos por ahí? Saludos muy agradecidos para todos: Zoraida, Ana, Steve, Nieves, Pepe, Sita, y a los de Mandiá que ya no les recuerdo el nombre. Gracias a todos vosotros no estoy solo. Ahí afuera hay alguien que me espera y que me quiere. Vosotros sois mi familia. Al P. Juan y a los de Santiago y A Coruña.
Se me acaba el tiempo. . Algún día, ...
–Salam alecum! (“As- salaam ' alaykum”. Significa “La paz sea contigo”).
–¡Alecum Salam!, Welly. Te queremos. Ya nos veremos a no tardar. Saludos a los tuyos de Somalia y a los de ahí de Teixeiro. ¿Tu madre, bien?
–Estoy contento al saber que tengo gente que me quiere aquí en España. Y en Galicia.
Pero ahora ya soy libre. ¡Ya estoy en el Módulo!
(Se cortó la comunicación. Desde fuera no podemos llamar).
Espero verlos a todos nuevamente después de 17 de enero, si se vuelven a autorizar las visitasy llevarles los nuevos calendarios. Un calendario en la cárcel vale un mundo. Situarse en el tiempo, a la espera de un nuevo espacio de libertad, le da sentido a la vida. “El tiempo es superior al espacio”, dice el Papa Francisco. (E. G. 222).
Y yo, y nosotros, también encontramos sentido en la vida abriéndonos todos a la esperanza desde la compasión (ser de corazón empobrecido con el pobre) en el tiempo que vivimos cada día. El COVID trajo para todos muchas cárceles, soledades e incluso ganas de no vivir. Vivamos atentos. Hay tarea.
Esta Carta hablada de los Reis fue así de real y me hizo bien. Por eso la abro ahora para ti. Gracias.
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