Ante las próximas elecciones autonómicas, municipales y europeas Antonio Aradillas. ¿Qué debe votar un cristiano?
"Todos los colores son, o pueden ser, religiosos, es decir, cristianos, y hasta eclesiásticos"
Un voto electoral, “con denominación de origen” solo o fundamentalmente económico, no será voto cristiano. Carece de moral, de teología y de fe
Con esmero y sabiduría preparan ya los sociólogos el color de las nubes que en su día colocarán en el cielo de los mapas de las Comunidades Autónomas, ciudades, barrios y pueblos que se corresponderá con el de los partidos políticos representados, con sus matices e intensidades. Cada partido tiene su color, con incidencias más o menos litúrgicas, además de sus eslóganes y programas fluctuantes, inverosímiles a veces, e increíbles.
¿Y quién, o quienes, preparan a los colectivos ciudadanos, con algunas garantías de acierto? ¿A quién, o a quienes, le encomendó la sociedad tan soberana y comprometida tarea? ¿Fueron, y son, los mismos partidos políticos y sus dirigentes, empeñados unos y otros, en resultar, por encima de todo, y “caiga quién caiga”, ganadores en los respectivos comicios, cuidándose poco o nada de la moralidad de los procedimientos empleados en la consecución de los fines, sin previa la valoración de los pactos previsibles?
Y mientras tanto, y en tan importante de formación- información cívica, y por supuesto, también religiosa, ¿qué es lo que le corresponde hacer a la Iglesia y a los representantes de su magisterio, desde el púlpito y con cuantos medios de comunicación dispone, o puede disponer, para educar, formar y reformar los criterios y las pautas de comportamiento? ¿Resulta válido, veraz y creíble el dudoso principio de que “una cosa es la Iglesia y otra es la política”, con inclusión de la pública exposición del mismo, comprobando a la vez que los sacerdotes y obispos del Nacional Catolicismo, y de después, predican y ejercen de políticos “intra” y “extra” eclesiásticamente, de modo similar, a como lo hacen los peritos en el ramo, por “vocación” o por intereses personales, o de grupo?
Los cielos "derechosos" de los más tradicionales
Convencido de que sobre etéreas nubes azules seguirán volando los cielos “derechosos” de los feligreses más tradicionalmente fieles y devotos, por inspiración clerical, y que estros, y sus congéneres, las santificarán aureoladas de incienso, y portadoras de aguas benditas, es de elemental discreción advertir que la religión, por religión, y más la Iglesia, no tiene por qué acaparar color alguno. Todos los colores son, o pueden ser, religiosos, es decir, cristianos, y hasta eclesiásticos. La Iglesia no tiene un color especial, determinado y determinante. Es más bien un arco iris y está y vive en sus irisaciones. Algo a lo que ni a todos, ni a todas las instituciones, siempre, les será posible aspirar…
Pero en el proceso de la educación- reeducación de la fe, programado con la intención de ilustrar las opciones existentes, y patrocinadas por los diversos partidos políticos, despojados de las consiguientes exageraciones y prosopopeyas oratorias -mitinescas-, al cristiano por cristiano le será imprescindible prestarle atención a las promesas que se les hacen, que incluyen específicamente la consecución de un nivel de vida más alto y próspero, pero basado fundamentalmente en razones económicas…
El solo hecho de desvelar e insistir en tal promesa y en la efectividad de los medios para su consecución, de por sí, jamás podrá movilizar ningún voto que se precie de cristiano. Motivaciones cristianas- cristianas, como la de la economía, no es la única, y ni quiera la más importante. La subida, estabilidad, florecimiento y pervivencia de la economía, como tantas –la mayoría- de las veces ocurre, puede beneficiar, y beneficia, a unos pocos, mientras que a los más, hunde en la más profunda y aterradora miseria. Un voto electoral, “con denominación de origen” solo o fundamentalmente económico, no será voto cristiano. Carece de moral, de teología y de fe.
El rojo de la caridad
El voto, por muchas nubes cerúleas “peceras” que lo distingan, además y sobre la economía, se distinguirá más en cristiano por el rojo de la caridad, el verde de la esperanza, el violeta de las seducciones, el blanco de la transparencia y el negro de la muerte, pero con la alegre confianza en la resurrección y en la vida sempiterna, a tenor, y en coincidencia, con las interpretaciones que la cultura y las religiones les proporcionan con acierto y generosidad.
Por muy abundante y bien fundada que esté la economía, si los conceptos de “compartir, felicidad, solidaridad, disponibilidad , ser y estar, convivencia, respeto, libertad…”, no se conjugan al unísono,, el voto –los votos- de cualquier color que sean, por muchos eslóganes festivos y dicharacheros que se les adscriban, jamás alcanzaran la categoría de valores.
La principal asignatura de la religión y de la vida, se centra y concentra en el puñado de valores sugeridos, y no en el de los colores y en el de la economía…