Jueves Santo: "Este Judas tildado en los evangelios de maldad no existió" ¿Cena con el traidor?: Unas hipótesis sobre Jesús y Judas
Siempre hemos hecho malas lecturas de Judas ajusticiándolo y dando a entender que por Judas Jesús murió de manera temprana y trágica
Judas no existió como traidor, sí existió el odio cristiano vertido no solo sobre este individuo, sino sobre todo su pueblo, “los iscariotes-sicarios”, un odio real sobre una historia adaptada
| Julián Bedoya Cardona
Jesús tenía tanta simpatía por las comidas, tanto que en ellas se despidió de los más cercanos, de sus allegados. Sabía que en cualquier momento lo iban a capturar y ya no podía escabullirse, una sombra espantosa se cierne sobre esta comida de amistad. Uno de los doce está del lado del enemigo. ¿Por qué? Jesús había hablado del Reino de Dios.
Los evangelistas hacen notar que la incredulidad de Judas se daba la mano con su avaricia, recordamos muy bien el momento de la cena cuando Jesús le dice: “vete y haz lo que tengas que hacer” parece que esta premisa sirviera para juzgar a Judas Iscariote como siempre lo hemos escuchado. Judas era un discípulo que quería a Jesús, y como todos los discípulos y espectadores de Jesús se preguntaba: ¿Cuándo llegaría ese Reino de Dios, del que Jesús nos habla? Ese Reino que traería paz, donde no habría hambruna ni sufrimiento… el Reino de las bienaventuranzas, que Jesús le diga: “vete y haz lo que tengas que hacer” nos coloca frente a unas hipótesis:
Judas y Jesús posiblemente tuvieron un diálogo a solas para cuadrar toda esta artimaña de su captura, o, por otro lado, Judas anhelaba el mesianismo militante, así como Pedro y los otros discípulos lo esperaban, esto lo llevó a emprender la táctica de negociar la entrega de Jesús para adelantar ese Reinado de Dios, ya que, muchos sitúan a Judas como un zelote (como lo ubican Oscar Cullmann y Martin Hengel).
El de los zelotes, según el historiador Flavio Josefo, era un partido formado aproximadamente del año 66 a.c. en el periodo intertestamentario, y tenían una ideología religiosa, altamente eficaz, de lucha escatológica por la liberación... Sus axiomas fundamentales eran una ardiente espera del Reino de Dios y un celo fanático por la ley. Se sentían herederos de los Macabeos, este grupo era ultranacionalista, usaban la fuerza y la violencia para mover sus ideales, buscaban terminar con el dominio romano y lograr la independencia política; “los zelotes insistían repudiar a cualquier rey, excepto Dios” (Kirsopp Lake).
Judas no encuentra mejor ocasión que acelerar la acción mesiánica en Pascua o cerca de esta fiesta (Cfr. Mc 14, 11), pues veía todo a su favor, la muchedumbre de peregrinos que había allí ya hablaba de Jesús, y teniendo muy presente este factor, Judas imaginaba una revuelta popular si apresaban a Jesús; tanto era así que, uno de los que andaba con Jesús en el evangelio de Juan nos dice que era Pedro, en los otros lo omiten. Lucas nos da a entender que todos los que estaban con Jesús estaban armados cuando narra que uno de ellos dijo: “Señor, ¿atacamos con espadas?”. Tenía una espada en el momento en el que prendieron a Jesús (Cfr. Mt 26, 51; Mc 14, 47; Lc 22, 49 – 50; Jn 18, 10). Quizá esto lo pensó y lo ejecutó Judas, y Jesús se dio cuenta de ello, de ahí las palabras de Jesús dirigidas a Judas. “Amigo, adelante con los planes” (Mt 25, 50).
La figura del traidor
Suponer que desde un principio Judas le traicionaría es un enigma que daña la imagen de Jesús. Por un lado, Jesús prometió a Judas, como a los restantes discípulos, sentarse con Él en el cielo “en uno de los doce tronos y juzgar a las doce tribus de Israel” (Mt 19,28) cómo Jesús pudo prometerle, a pesar de todo, un trono en el cielo y, sobre todo, cómo pudo confiarle la bolsa común siendo Judas un “ladrón” (Jn 12,6).
La figura del traidor Judas es una figura de fábula religiosa. Este Judas tildado en los evangelios de maldad no existió. Se la da incluso la mayoría de los que le inculpan; en concreto, los tres evangelios sinópticos. Ellos le hacen permanecer presente durante toda la comida pascual, no mencionan que Judas se ausentó; Lucas expresa que Judas estuvo presente hasta el final de la cena (Cfr. Lc 22, 21 - 30), luego Jesús sale con los discípulos hacia Getsemaní, como los relatan Mateo y Marcos, Lucas habla del monte de los Olivos y es evidente que los doce le siguieron (Lc 22, 39), de un momento a otro aparece Judas con unos vándalos armados ¿Cómo es posible organizar todo con tanta rapidez?
Además, si había sospecha resultaba fácil cambiar de escondite. Por otro lado, sin la intervención de Judas también era fácil dar con Jesús. Por lo tanto, no era necesaria una traición, pues Jesús manifiesta que los enemigos le conocen bien, lo conocen con claridad. Respecto a que los sinópticos no cuentan sobre la ausencia de Judas, el evangelio de Juan cayó en la cuenta y corrige la presentación del relato, haciendo que Judas abandone la comida. Muchos dicen que la avaricia por el dinero se absorbió a Judas, pero si hubiese sido por dinero, Judas hubiese salido mucho antes con la bolsa común donde se hallaban los fondos del grupo.
Un producto de la fantasía
Judas es un producto de la fantasía. Se compone en gran medida de citas del Antiguo Testamento, el tema del traidor es un motivo corriente; y, puesto que también era bíblico, se prestaba a los evangelistas, que ven profetizado en el Antiguo Testamento el destino de Jesús, cuando David había sido traicionado por su asesor, Ajitófel Guilo, al unirse este a la conjura de Absalón, hijo de David (2 Sm 15,12).
Judas debió besar finalmente a Jesús, como también Joab, el general de David, besó a Amasa, el enemigo de David, mientras le clavaba la espada (2 Sm 20, 9ss); “Si me hubiera ultrajado mi enemigo, sabría soportarlo. Si fuese mi adversario el que me oprime, me escondería de él. Más fuiste tú, mi compañero, mi familiar y amigo. Con el que he compartido la dulce confidencia y a la casa de Dios marchamos juntos en cortejo festivo” (Sal 55, 13-15). “Hasta el amigo de mi confianza, el que mi pan comía contra mí, se ha levantado y me ha engañado” (Sal 41, 10)… además, Pablo de Tarso dice en la carta a los Corintios: “Que el resucitado se apareció a Cefas (Pedro) y luego se apareció a los doce” (1 Cor 15, 5). Pero siempre hemos hecho malas lecturas de Judas ajusticiándolo y dando a entender que por Judas Jesús murió de manera temprana y trágica.
Judas no existió como traidor, sí existió el odio cristiano vertido no solo sobre este individuo, sino sobre todo su pueblo “los iscariotes-sicarios”, un odio real sobre una historia adaptada, acomodada e inventada, hasta lo constatan las versiones que hay sobre su muerte; la versión en el evangelio de Mateo dice “Judas el que había traicionado a Jesús, al ver que lo habían condenado, tuvo remordimiento y devolvió las treinta monedas a los sumos sacerdotes y a los ancianos, diciéndoles: he pecado entregando a la muerte a un hombre inocente. Ellos les contestaron: ¿Y eso que nos importa a nosotros? Eso es cosa suya. Entonces Judas arrojó las moneda en el templo, se fue y se ahorcó” (Mt 27, 3 - 5).
Otra versión se halla en los Hechos de los Apóstoles, que dice: “Judas era uno de los nuestros y tenía parte en nuestro trabajo, pero fue y compró un terreno con el dinero que le pagaron por su maldad; luego cayó de cabeza y se reventó, y se le salieron los intestinos” (Hch 1, 17 - 18); otra versión es posterior atribuida a Papías de Hierápolis. Este dice que Judas se hinchó supurando pus y gusanos, llegó a punto de reventarse y sus entrañas se desparramaron, en forma irónica dice que nadie puede pasar por aquel lugar donde Judas murió sin taparse las narices… y así sigue la historia de señalamiento y de crear odio en la figura de Judas Iscariote.
No es fácil determinar si la Última Cena de Jesús con sus apóstoles fue una Cena Pascual. Los Sinópticos la presentan como tal, pero Juan no. En el evangelio de Juan, Jesús muere en un día distinto comparándolo con los sinópticos. Mateo y Marcos dicen que cenaron “el primer día de los ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual” (Cfr. Mt 26,17; Mc 14,12). Los “ázimos” era el primero de los siete días que duraba la Pascua, es decir, el viernes a la noche. Lucas, más explícito, aclara que Jesús se sentó a cenar en “la fiesta de los ázimos, llamada Pascua” (Lc 22,1.7.14). En los evangelios sinópticos, Jesús celebra la Última Cena el día de la Pascua y muere al día siguiente; según el evangelio de Juan, cuando los judíos llevan a Jesús al pretorio, estos no quisieron entrar para no contaminarse (sabemos el escrúpulo que manejaban ellos con lo impuro) y poder así comer la Pascua (Cfr. Jn 18,28). Ellos iban a celebrar la Cena Pascual después de que Jesús hubiera muerto en la Cruz, o sea que, en los evangelios sinópticos, por un lado, y en Juan, por otro, se trata de dos días distintos.
Dos calendarios
La clave en el evangelio de Juan la encontramos en el episodio de la crucifixión, cuando los judíos no querían ver los crucificados el sábado porque el día era muy solemne (era Pascua) y dialogan con Pilato (Cfr. Jn 19, 31). Con esto se puede deducir que había que comer el cordero la tarde anterior a su muerte, queda claro que Juan coloca la Última Cena antes de la fiesta de Pascua, el jueves en la noche (Cfr. Jn 13, 1). ¿Cuál de las versiones será la correcta? Para responder a esto es necesario entender que “existían dos calendarios, este dato es trasteado de los manuscritos del Qumrán en el libro de los Jubileos y en el libro de Henoc” (Ariel Álvarez).
La Santa Cena y la cronología de la Pasión, basadas en la tesis del uso de “dos calendarios diferentes entre los habitantes de Palestina en tiempo de Jesucristo: uno más tradicional (lo seguían en Qumrán y parte del pueblo) y otro más oficial (lo seguían los fariseos y parte del pueblo). Mientras el primero es de origen bíblico y de ritmo solar, el segundo es de origen helenístico y de ritmo lunar” (A. Jaubert). El calendario solar estaba dividido en 12 meses (8 meses de 30 días y 4 de 31), en compendio tenía 364 días y 52 semanas, todos los años iniciaban con el miércoles porque según el Génesis cuando Dios creó el mundo, fue el cuarto día, es decir, el miércoles por ser el día en el que Dios creó al sol, la luna, los astros; y estos que rigen el calendario (Cfr. Gn 1, 14 -19).
"Los judíos no querían ver los cuerpos en las cruces durante el sábado, hablan con Pilato para que quiebren los pies a los crucificados, al ver que Jesús ya había muerto no le quiebran los pies (nos deja al descubierto otro dato que Jesús fue el primero en morir)"
El comienzo del día para el judío es muy distinto a lo que hoy entendemos; para nosotros el día inicia a la hora cero, mientras que para el judío iniciaba por la tarde cuando el sol se desvanecía o se ocultaba, tanto que los judíos el viernes (para nosotros, para ellos ya contaba como sábado) en la tarde dejaban de hacer sus actividades o labores, tenían que tener las cosas con antelación, por esta razón los judíos no querían ver los cuerpos en las cruces durante el sábado, hablan con Pilato para que quiebren los pies a los crucificados, al ver que Jesús ya había muerto no le quiebran los pies (nos deja al descubierto otro dato que Jesús fue el primero en morir), piden ejecutar esta acción para poder bajarlos de la cruz, porque el sábado está próximo y debía respetarse, además era el día de la Pascua, aunque este día implica actividad religiosa (Cfr. Lv 16, 31; 23, 32).
El término hebreo shabbat (sábado) se forma a partir de la raíz shebet, que significa cesar, desistir, descansar. El día de reposo semanal era un gran regalo para el pueblo de Dios. En Egipto, el faraón no les permitía descansar de su arduo trabajo, sin embargo, Dios le dio a Israel el sábado como día de reposo cuando estaban en el desierto y ya habían abandonado Egipto (Cfr. Ex 16, 23 - 30). En el monte Sinaí se dio el mandamiento formal de respetar el sábado como día de reposo (Cfr. 20, 8 11; Dt 5, 12 - 15).
Es necesario entender el mesianismo como un asunto colectivo, que tuvo la iniciativa en Jesús, el hombre de Nazaret, que siempre quiso sorprendernos con su manera de pensar, hablar y vivir. Hoy día vemos que muchas personas han creído en historias inventadas, hasta el punto de hacerlas ver como reales. Hoy, que en la mayoría de los discursos nos hablan del amor y la amistad, no es posible cargar odio ante las personas que piensan diferente y quieren salirse de las estructuras que en tantas ocasiones oprimen. Recordemos que Jesús también nos exhorta a ser congruentes y coherentes en la vida con lo que decimos y hacemos.