"La Cope es -son- los obispos españoles" La Cope no es 'la' Iglesia, es 'de la' Iglesia
Esta aseveración de no ser Iglesia no debiera suscitar preocupación o sorpresa alguna a quienes profesan su fe cristiana hasta sus penúltimas consecuencias
La reciente entrevista concedida-¡por fin!- a la Cope por el papa Francisco, es rica en multitud de lecturas, con amplias y católicas -universales- posibilidades de Iglesia, es decir, de acercarnos a los oyentes a participar y a sentirse parte activa
La Cope es de la Iglesia. Pero la Cope no es “la” Iglesia que quisiera que fuera el papa Francisco. La Cope es -son- los obispos. Nuestros obispos no son conciliares. Y el papa Francisco lo sabe y hasta lo sufre
Es incuestionable la profesionalidad que caracteriza al personal de la Cope. Pero lo que sí que se cuestiona en los 'informadores religiosos' es esa especie de voto de obediencia encubierto al que dan la impresión de estar sometidos
La Cope es de la Iglesia. Pero la Cope no es “la” Iglesia que quisiera que fuera el papa Francisco. La Cope es -son- los obispos. Nuestros obispos no son conciliares. Y el papa Francisco lo sabe y hasta lo sufre
Es incuestionable la profesionalidad que caracteriza al personal de la Cope. Pero lo que sí que se cuestiona en los 'informadores religiosos' es esa especie de voto de obediencia encubierto al que dan la impresión de estar sometidos
Es algo tan elemental y propio del catecismo iniciático, que no es de extrañar que sean muchos los que “pasen” de la lectura de estas reflexiones, solo por ser presentadas con el título que las encabeza.
La COPE, la TRECE y las “setenta veces siete” empresas de las que la Conferencia Episcopal (CEE), diócesis y parroquias urbanas y rurales, inmatriculadas o por inmatricular, o de las que están ya en vísperas de ser cuestionada su propiedad, que la aseveración de “no ser Iglesia -la Iglesia- unas y otras, no debieran suscitado preocupación o sorpresa alguna a quienes profesan su fe cristiana hasta sus penúltimas consecuencias.
La reciente entrevista concedida-¡por fin¡- a la Cope por el papa Francisco, es rica en multitud de lecturas, con amplias y católicas -universales- posibilidades de Iglesia, es decir, de acercarnos a los oyentes a participar y a sentirse parte activa de la misma, a la que Jesús le confiara la continuidad de su misión salvadora en conformidad con el plan misterioso de su Redención.
La Cope, por decirlo de tangible y fiable manera, es una empresa más del ramo de la comunicación, con sus éxitos y fracasos, previstos o no, aunque de la que jamás podrá aseverarse que su “santo y seña” y razón de ser, no sea otro que el propio y específico del “negocio”, espiritual justificado en exclusiva o fundamentalmente en el Evangelio.
La Cope es un púlpito, con todas sus ventajas técnicas, pero en el que, al igual que en tantos otros artefactos, extraños y desconocidos para muchos,- como los confesonarios-, no los inspira el Evangelio . Este insta soberanamente y sobre todo, a participar de la Palabra de Dios y de modo especial en la celebración eucarística, tanto cultual como existencial , en el contexto de la vida ordinaria “como Dios manda” y así está también expresado.
La Cope es de la Iglesia. Pero la Cope no es “la” Iglesia que quisiera que fuera el papa Francisco. Y precisamente por eso, él estuvo tan renuente y remiso en facilitarel regalo de la entrevista de casi hora y media de duración a esta cadena de emisoras de propiedad eclesiástica, en sus más altos niveles jerárquicos y empresariales.
La Cope es -son- los obispos. Y estos, hoy por hoy, en España, no son mayoritariamente “franciscanos”, con cuanto esta condición lleva dentro de sí respecto a la sinodalidad y “en salida”, de tal forma que, según propia formulación pontificia, la Iglesia, si no es así, no es hoy Iglesia.
Nuestros obispos no son conciliares. El Vaticano II, aun ya celebrado con todos los honores, ni fue, ni es, su mentor. Y el papa Francisco lo sabe y hasta lo sufre. Los obispos españoles, salvo raras y honrosas excepciones pastorales, gracias a las propias gestiones y gestos pontificios, siguen estando avecindados en las mansiones palaciegas de “su” concilio de Trento, añorado por muchos, con todas y cada una sus inefables e infalibles consecuencias. En las mismas y fuera de ellas, disfrutan de las mitras, los báculos, cruces, inciensos y títulos y “dignidades” propias de los regímenes del Nacional Catolicismo, que perduran y que, si dependiera de ellos, lo harían “por los siglos de los siglos”.
La Cope es voz -la VOZ- para el episcopado en general y que este consiente que sea el informador y el catequista oficial más cercano y fiable. La Cope es el ámbito de la cultura religiosa y de la otra, que le interesaría poseer en exclusiva el episcopado. ¿También en el terreno futbolero?: También. Una cosa no quita la otra, y además y publicitariamente, se sostienen, por lo que al mantenimiento informativo sobre los deportes no se les pueden escatimar los mejores y más pingües sueldos para sus profesionales.
La Iglesia de la Cope,- la de los obispos-, pese a los altos índices de audiencia de los que hace gala, con cifras reales, puede estar y está concebida y gestionada como empresa idea, o ideal de empresa, pero de las iglesias, de los templos, seminarios, noviciados, actos de culto, procesiones, catequesis… cada día se ausentan más los feligreses, oyentes de la referida cadena de ondas, por aburrimiento, rutinas, ritualismos o decadente presentación del contenido de los santos evangelios. A tan constatable realidad es preciso añadir el dato de que, de lo religioso- religioso de verdad, también los mismos jóvenes están interesados.
Es incuestionable la profesionalidad que caracteriza, ilustra y ennoblece al personal de la Cope. Pero lo que sí que se cuestiona en los “informadores religiosos”, es esa especie de voto de obediencia encubierto al que dan la impresión de estar sometidos, con reverencial y absoluto ”respeto“ a su entera observancia en relación con la excesiva y nada teológica clericalización de la institución eclesiástica a la que sirven, como profesionales del ramo y en cuyo ámbito términos como “Amén” y “palabra de Dios”, junto con el olor a incienso, jamás han de faltar del léxico de la información “religiosa”, según los criterios prelaticios.
El hecho de haberle concedido el papa Francisco a la Cope de los señores obispos el honor de la reciente entrevista, después de largas gestiones y de su anterior concesión a otra cadena española, es seguro que suscitará en sus accionistas principales diversidad de preguntas, entre otras la de si él está o no, de acuerdo con la idea de Iglesia encarnada y revestida de los atuendos episcopales .
En próxima ocasión, parte de la reflexión se centrará en la Comisión Episcopal de los Medios de Comunicación de la CEE, con su trolero presidente, antítesis de cuanto son y significan precisamente los términos “comunicación” y “religiosa”.
De todas formas, ¡gracias, Cope, por habernos facilitado escuchar las palabras del papa Francisco en nuestro propio lenguaje materno!
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