Presidente de la Asociación Infancia Robada pide reparaciones ya para las víctimas de abusos Juan Cuatrecasas, a los obispos: "Hagan de una vez su trabajo y activen el Motu Proprio de Francisco"
"Ni un segundo más de excusas, omisión de socorro o dar largas. Basta ya"
"Contemplamos de buen grado el fin del reinado de Renzo Fratini, y pedimos a Francisco un sustituto o sustituta que nos abra la puerta de la reparación"
"Queremos hechos, las palabras se las lleva el viento"
"Queremos hechos, las palabras se las lleva el viento"
| Juan Cuatrecasas, presidente de la Asociación Infancia Robada
Nosotros no somos diferentes. Somos supervivientes. Nada nos convierte en seres de ultratumbas, en legiones a las que mirar como quien descubre al azar un petroglifo celtíbero entre los matojos del monte. Solo hay que usar la empatía, esa que algunos por interés malintencionado o simple ignorancia deliberada, ocultan bajo la sotana.
Quienes empezaron ninguneando y encubriendo, en una complicidad tendente a la amnesia colectiva, saltan ahora a la palestra gracias a la piedra arrojada por Renzo Fratini, personaje miembro de la liturgia abrasiva, que sigue pretendiendo que los supervivientes de los abusos y agresiones sexuales en el ámbito de la iglesia somos petroglifos imaginarios.
Señores, son hechos puntuales, no quieran ustedes incendiar la huella santa, el legado de Pedro. Dijeron primero que eran delitos aislados, incluso que la mayor parte de ellos eran falsedades. Luego cuando debido a las innumerables denuncias, se vieron obligados a cambiar la estrategia defensiva, dijeron que esto pasa en todos los ámbitos de la sociedad, algo que nunca negamos las víctimas del ámbito eclesiástico. Consuelo de muchos que tampoco les sirve.
Las víctimas, las que llevamos años de nuestra vida defendiendo nuestros casos personales y por supuesto la generalidad de ellos, no precisamos más perdones, más esperas y más prolongación del dolor.
Silenciarnos y re victimizarnos hasta la extenuación, no les servirá. Hemos tocado fondo, hemos conocido los intentos de descrédito y descalificación, la cobarde sombra de la ortodoxia católica, odio y bilis, veneno y negatividad.
Somos víctimas y sobrevivimos y nos gustaría no haberlo sido. Pero lejos de hundirnos en el pozo del propio victimismo, algunas y algunos hemos dado la cara, hemos dado a la Iglesia la oportunidad de reconocer y reparar, de hacer bien el trabajo que no hicieron o hicieron mal a veces con saña y premeditación.
Hemos puesto los primeros ladrillos del muro de la causa pendiente de la Iglesia, pese a tantos palos en la rueda del reconocimiento y la reparación.
Y no somos héroes, no es esa nuestra virtud. Somos ciudadanas y ciudadanos que fuimos violentados, maltratados, en pleno proceso de formación de nuestra personalidad cuando aún no éramos más que niñas y niños y necesitamos ayuda, apoyo, afecto, cercanía y comprensión. Nos hemos esforzado día a día, en esa rutina alterada por los siniestros acontecimientos y seguimos aquí llamando a la puerta para ser debidamente atendidos.
No somos héroes, somos seres humanos que denunciamos delitos sexuales contra menores de edad, ataques gravísimos a los derechos humanos, los de la infancia y también una clara situación de vulneración de la salud pública.
No vamos a seguir consintiendo que ningún obispo, portavoz o sea cuál sea el cargo, de la Iglesia española nos acuse de absurdos y milongas.
Señores obispos, hagan de una vez su trabajo, activen el Motu Proprio de Francisco y reconozcan y reparen a todas sus víctimas. No se basen sólo en prevenir, amplíen su habitualmente endomingado vocabulario con el término provenir, ocupen su tiempo de acción en sus víctimas, en los menores agredidos y abusados por miembros adultos de sus filas, fueran estos últimos de la orden, congregación o prelatura que fuera. Ni un segundo más de excusas, omisión de socorro o dar largas. Basta ya.
Contemplamos de buen grado el fin del reinado de Renzo Fratini, y pedimos a Francisco un sustituto o sustituta que nos abra la puerta de ese reconocimiento y esa reparación.
Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo, sentencia del genial Einstein.
Quienes se cansan de decir siempre lo mismo, pretendiendo agotarnos, deben saber que la voz franca y directa de las víctimas, supervivientes, nunca flaqueará. Queremos hechos, las palabras se las lleva el viento.
Y serán los resultados pretendidos y anhelados, frutos de esos hechos. No es para la iglesia una opción, es una obligación. Recuerden siempre que ustedes no sólo tienen el derecho a ser personas, ustedes tiene la obligación de serlo, máxime en la atención de sus propias víctimas.
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