"Ante todo cabe preguntarse: ¿Da miedo la admisión de la mujer al sacramento?" ¿Diaconisas? ¿Para hacer qué?
"El Santo Padre Francisco ha pedido una comisión para estudiar el tema de las diáconas o diaconisas. Pero ¿para hacer qué? Porque si no es para hacer lo mismo que un diácono masculino y limitar su servicio ministerial a ciertas tareas que “sólo las mujeres pueden hacer”, volviendo a los servicios que prestaron las diaconisas de los siglos III a VIII, no sería ni viable ni aceptable en nuestro tiempo"
"Pero ante todo cabe preguntarse: ¿Da miedo la admisión de la mujer al sacramento? ¿Por qué ha de extrañar ver a una mujer con ornamentos litúrgicos del orden diaconal en la asamblea litúrgica?"
| Raimon Mateu de la Casa, diácono
Las mujeres son una pieza muy importante en la pastoral de la Iglesia católica, pero, ¿en qué forma estarían presentes en un futuro inmediato en el interior de la Iglesia? El diálogo del papa Francisco con las hermanas de la Unión Internacional de Superioras Generales (UISG) el 12 de mayo de 2016, ha puesto de actualidad el tema del diaconado femenino, por eso cada vez más encontramos a obispos que en entrevistas periodísticas responden a la pregunta sobre el diaconado femenino: es un tema que hay que estudiar.
El título de este artículo es una interesada traducción del título del libro “Diaconi. Che fare?” (San Paolo 2019) del Dr. Dario Vitali, profesor de Eclesiología en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, en el que plantea la situación de los diáconos masculinos, principalmente en Italia y hace unas interesantes propuestas para el futuro de este ministerio. En la síntesis dice que el título no quiere ser una provocación. Es la reflexión en voz alta de una sensación de malestar al ver el éxito que tuvo la renovación del diaconado en grado permanente después del Concilio Vaticano II, como “grado propio y permanente de la jerarquía eclesiástica” (LG 29) y la situación actual del diaconado en el mundo.
Lejos queda el 18 de julio de 1967 cuando el Papa Pablo VI firmó el Motu proprio Sacrum Diaconatus Ordinem. Desde entonces el diaconado (permanente) ha experimentado un crecimiento importante, pero se ve con preocupación como, en muchas diócesis, no solo del Estado español, sino de todo el mundo, no se ha promovido la implantación de este grado permanente del sacramento del orden y solo se confiere como un paso más hacia el presbiterado de los seminaristas llegando, incluso, a denominarlos “seminaristas diáconos”.
El Papa Benedicto XVI en su Motu proprio Omnium in Mentem de 26 de octubre de 2009, quiso dejar claro que el diaconado es un ministerio de servicio modificando el canon 1009,3 del CIC: «Aquellos que han sido constituidos en el orden del episcopado o del presbiterado reciben la misión y la facultad de actuar in persona Christi Capitis; los diáconos, en cambio, son habilitados para servir al pueblo de Dios en la diaconía de la liturgia, de la palabra y de la caridad». Pero, así como los obispos y presbíteros representan a Cristo Cabeza, el diácono «por la sagrada ordenación, es constituido en la Iglesia como Icono vivo del Cristo servidor» (Ratio fundamentalis Institutionis Diaconorum Permanentium, 4,11).
Facultad exclusiva del obispo
La promoción del diaconado permanente es una facultad exclusiva del obispo como se desprende de Lumen Gentium 29 «corresponde a las diferentes Conferencias territoriales de obispos, de acuerdo con el Sumo Pontífice, decidir si se cree oportuno, y donde, restablecer el diaconado para la atención a los fieles». En el caso de Catalunya, por ejemplo, el Concilio Provincial Tarraconense de 1995, en la resolución 158 dice: «que se promueva y se consolide el diaconado permanente al servicio del obispo y de las Iglesias diocesanas, y que se tenga un especial cuidado en la formación de los candidatos y del encargo pastoral que se les encomiende. El llamamiento a este ministerio corresponde al obispo de la diócesis.
No es extraño escuchar en círculos clericales que “el diácono molesta más que ayuda”
No es extraño escuchar en círculos clericales que “el diácono molesta más que ayuda”. Su interés por servir en el altar, en la organización de la liturgia y demás menesteres al lado del párroco o del obispo, dispuesto a “servir” cuál es su oficio, puede incomodar al celebrante.
Pero la realidad es tozuda y más el Espíritu Santo, porque tanto el obispo, como el presbítero o el diácono están incluidos en el Sacramento del orden y los tres lo reciben en la plegaria de ordenación. Es necesario recordar lo que dijo el Concilio de Trento en su sesión XXIII de 15 de julio de 1563, en el canon 6: «cualquiera que diga que la Iglesia católica no ha instituido una jerarquía por disposición divina, que consta de obispos, sacerdotes y ministros, sea anatema». (Denzinger 966).
Los diáconos en España
El reciente e interesante trabajo en RD realizado por el diácono D. Manuel López López de la diócesis de Cádiz-Ceuta, sobre la situación del diaconado permanente en España, informa que en la actualidad hay en nuestro país 584 diáconos. De los 307 que respondieron la encuesta (52,7%) el 91% están casados, el 7% son célibes y el 2% viudos. Un 53% están activos laboralmente, un 42% jubilados y el 5% en situación de paro. [https://www.religiondigital.org/opinion/diaconado-bendicion-Dios-espana-diocesis-.
La ocupación del diácono ordenado ad ministerium Episcopi permite imaginar un ministerio de ayuda al obispo en un servicio directo a la Iglesia local, dedicado al ámbito de la caridad y la administración. Es lo que cree Dario Vitali, que dice: «el diaconado encuentra su ámbito propio de ejercicio a nivel diocesano; y aunque el diácono esté colocado en una realidad más pequeña –un zona pastoral, una parroquia–, su presencia y acción debería de ser el reflejo claro de la Iglesia local».
El diácono, tiene su perfil ministerial propio que lo identifica, no sólo teóricamente hablando sino para trabajar codo con codo con los presbíteros, principales colaboradores del obispo diocesano. Lejos de ser un ministro con capacidades limitadas por no poder ejercer según qué encargos pastorales, encontramos en el estudio de D. Manuel López que muchos diáconos están dedicados a tareas parroquiales. La liturgia, las exequias, la dedicación a los enfermos, la catequesis y Cáritas como principales ocupaciones. Pero el 67% de los encuestados creen que la figura del diácono es poco conocida y valorada en su diócesis y un 14% de los diáconos no tienen un nombramiento diocesano, lo que significa que actúan en su parroquia como un colaborador más entre los muchos que acostumbran a estar dispuestos.
Pero, como no puede ser de otra manera, algunos piensan que estas tareas también las puede ejercer los laicos y ahí es donde encontramos la respuesta a la ausencia de diáconos en algunas diócesis y la ausencia de llamada clara al diaconado por parte de obispos que, incluso en sus destinos pastorales, han recibido el servicio de diáconos de los cuales, me consta, han quedado plenamente satisfechos.
En muchos lugares estas laicas y laicos han bendecido matrimonios y han celebrado exequias en algún pueblo de montaña cuando el crudo invierno ha impedido al sacerdote llegar a tiempo
Ciertamente los laicos pueden ocuparse de estos servicios que ya desempeñan algunas mujeres en diócesis como Tarragona. No solo para la celebración de la Palabra en ausencia de presbítero (ADAP) los domingos. En muchos lugares estas laicas y laicos han bendecido matrimonios y han celebrado exequias en algún pueblo de montaña cuando el crudo invierno ha impedido al sacerdote llegar a tiempo.
La comisión pedida por el Papa
El Santo Padre Francisco ha pedido una comisión para estudiar el tema de las diáconas o diaconisas. Pero ¿para hacer qué? Porque si no es para hacer lo mismo que un diácono masculino y limitar su servicio ministerial a ciertas tareas que “sólo las mujeres pueden hacer”, volviendo a los servicios que prestaron las diaconisas de los siglos III a VIII, no sería ni viable ni aceptable en nuestro tiempo. En la antigüedad, las diaconisas ejercían su ministerio en medio de las mujeres y estas sólo eran atendidas por ellas: en el bautismo, en la enfermedad, en la muerte, etc. (Cf. Gryson, R., Le ministère des femmes dans l’Église ancienne. Gembloux, Duculot, 1972). Eran otros tiempos con unas realidades sociológicas muy diferentes.
Gilles Routhier (Diáconas. Un ministerio de la mujer en la iglesia. Sal Terrae 2017) afirma en este sentido: «No se puede pensar en un eventual diaconado conferido a cristianas como la simple recuperación en pleno siglo XXI, de los roles y de las funciones que realizaban las diaconisas en la iglesia antigua. Por eso, examinar los roles ejercidos por estas diaconisas en la iglesia antigua es insuficiente para pensar cual podría ser la figura de este ministerio hoy».
Desde la época apostólica
Existen muchos estudios demostrando la existencia de las diáconas desde la época apostólica y como mínimo hasta finales del siglo VIII. Una clara evidencia es el manuscrito griego “Manuscrit Barberini gr. 336” descubierto en la biblioteca del Cardenal Barberini, procedente del monasterio de san Marcos en Florencia sobre la ordenación de las mujeres como diáconas. [https://wijngaardsinstitute.org/mujeres-ordenadas-al-diaconado/].
¿Da miedo la admisión de la mujer al sacramento? ¿Por qué ha de extrañar ver a una mujer con ornamentos litúrgicos del orden diaconal en la asamblea litúrgica? como ha dicho algún obispo
Pero ante todo cabe preguntarse: ¿Da miedo la admisión de la mujer al sacramento? ¿Por qué ha de extrañar ver a una mujer con ornamentos litúrgicos del orden diaconal en la asamblea litúrgica? como ha dicho algún obispo. Pero parece que el camino será largo y arrojará mucha más tinta de la que ya existe referida al ministerio de la mujer en la Iglesia Católica latina que es diferente del servicio que puede prestar en la curia o en los diferentes departamentos eclesiales.
Tal como describe la Comisión Teológica Internacional en el informe El diaconado: evolución y perspectivas, (Madrid 2003), estudiar las «Funciones diaconales específicas», la diaconía de la liturgia, de la palabra y la caridad, motiva que «para algunas iglesias locales justifiquen su recelo o su actitud negativa frente a la instauración del diaconado permanente: ¿para qué, si las mismas funciones se pueden llevar a cabo por laicos y por ministerios laicales, quizás de modo más efectivo y más ágil en su funcionamiento?
Este planteamiento nos pone ante una perspectiva que deja entrever que esa Iglesia toda femenina que el Papa Francisco no se cansa de afirmar va a poner dificultades a la admisión de la mujer al diaconado.
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