"Su verdadero protagonista es -será- siempre, y por definición, el pueblo-pueblo, es decir, la gente" Fiestas de pueblo, lección de cultura religiosa y de reafimación en la fe
"Tachonados de fiestas la mayoría de los días del mes de agosto en ciudades y pueblos de España, no están de más algunas de las reflexiones 'religiosas' acerca de las mismas"
"Es loable la presencia en calidad de representantes del colectivo municipal, pero no sería un drama su ausencia. Su verdadero protagonista es -será- siempre, y por definición, el pueblo-pueblo"
"Y, por amor de Dios y respeto y consideración a las autoridades y al pueblo en general, una y muchas súplicas a las autoridades eclesiásticas 'oficiantes' de las ceremonias, no se revistan de 'raro' -¡rarísimo!-"
"Del retorno a los pueblos efectuado en los días festivos patronales, emergen las figuras de familiares y amigos y multitud de recuerdos... Jamás faltará en la visita a los pueblos la de la capilla a la pila bautismal"
"Y, por amor de Dios y respeto y consideración a las autoridades y al pueblo en general, una y muchas súplicas a las autoridades eclesiásticas 'oficiantes' de las ceremonias, no se revistan de 'raro' -¡rarísimo!-"
"Del retorno a los pueblos efectuado en los días festivos patronales, emergen las figuras de familiares y amigos y multitud de recuerdos... Jamás faltará en la visita a los pueblos la de la capilla a la pila bautismal"
Preferentemente tachonados de fiestas la mayoría de los días del mes de agosto en ciudades y pueblos de España, no están de más algunas de las reflexiones “religiosas” acerca de las mismas, de las que huelga reseñar que su verdadero protagonista es -será- siempre, y por definición, el pueblo-pueblo., es decir, la “gente”.
Comenzando por sus capitales de provincias y de diócesis, entre tantas consideraciones a tener en cuenta, es preciso destacar que los actos principales que las justifican son los relacionaos con los religiosos, con nombres y sobre-nombres de patronos y patronas, , con carácter litúrgico o para-litúrgico, en los templos catedralicios, que ni son ni están al servicio de las autoridades por democráticamente elegidas que estén y así se presenten..
Es loable la presencia en calidad de representantes del colectivo municipal, pero no sería un drama su ausencia, dado que, según el sentir popular generalizado, lo que a no pocos les importa, más que la reafirmación del servicio al pueblo, es que tal trabajo y consagración sean realizados a favor de sus intereses personales, grupo o partido, gracias a los cuales se promocionaron. Hacer y permitir que lo hagan de tal gesto, bandera y estandarte social o “religioso”, es lo que cabalmente a ellos les interesa, por encima de todo o de casi todo. ¿Son pocos o muchos quienes nieguen tal evidencia, reconocida y refrendada por la sabiduría y sensibilidad populares?
Y, por amor de Dios y respeto y consideración a las autoridades y al pueblo en general, una y muchas súplicas a las autoridades eclesiásticas “oficiantes” de las ceremonias, para que dejen en los armarios de las sacristías o de los museos, sus “preciados” ornamentos , signos y símbolos “sagrados”, no se revistan de “raro” -¡rarísimo!-, incapacitados para ser y pronunciarse como “palabra de Dios”, así y de otras maneras, alejados de cualquier sentido y contenido de los santos evangelios... Encarnados en “Ilustrísimos y Reverendísimos” títulos, con mitras y báculos, como si el templo catedralicio fuera de su propiedad y para disfrute de los suyos, y como si al resto del personal tan solo le correspondiera decir “amén” y cantar el ”¡hosanna!”.
Es de esperar que, más bien pronto que tarde, a las homilías del señor obispo les correspondiera otra del señor alcalde, ambos responsables de la marcha del colectivo cristiano por caminos de comprensión, paz y respeto, en los que más que los ritos, se pastorearan y ejercieran ejemplos y testimonios de vida. Y de esta manera, “hasta el año que viene, si Dios quiere”.
A los feligreses o vecinos les resultan extraños los ornamentos que usan los señores obispos en tales circunstancias festivas patronales. No los entienden. Les parecen atuendos propios de siglos de los que apenas si la historia pagana ofrece leves e indecisos recuerdos, con remembranzas a tumbas mesopotámicas o a damas-“damos”- de Elche o de Baza en España. Tales signos “religiosos” no lo fueron jamás. Y en muchos suscitan temor. A otros incitan a la hilaridad. Son muchos los que piensan que con inversiones como las que reclaman tales joyas litúrgicas, se podrían acortar algunas de las múltiples “colas” de hambre y de necesidades, que hoy se registran en “Cáritas”, “Cruz Roja” u otras entidades, en los mismos municipios.
La lección de cultura religiosa y de reafimación en la fe, que pretenden promocionar los actos “religiosos” de los programas de “Ferias, fiestas y festejos”, de los pueblos y ciudades, tienen en cuenta las procesiones de los patronos y patronas “festejados”, al igual que actos de cultura, de ocio, de degustación gastronómica, de conservación de lo que aún queda del rico patrimonio del tipismo a punto de perderse irremediablemente, con mención para bailes y canciones populares.
Del retorno más estable a los pueblos, del que puede ser anticipo en parte, el efectuado en los días festivos patronales, emergen las figuras de familiares y amigos y multitud de recuerdos de unos “que en paz descansen” y de otros que están a la espera de esa misma paz, con seguridades evangélicas de resurrección y de vida.
Desde tan insondable, pero segura, verdad religiosa, jamás faltará en la visita a los pueblos la, de la capilla a la pila bautismal, en la que se nos concedió la gracia de pertenecer y ser parte de la Iglesia de Jesús. Yo no suelo perderme la visita a las “Escuelas Nacionales”, al “Campo de Fútbol” y a la ermita del Cristo.
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