Pedro Arrupe: “…como si yo no hubiera vivido” Los Jesuitas: De Pedro Arrupe a Arturo Sosa

De Pedro Arrupe a Arturo Sosa
De Pedro Arrupe a Arturo Sosa

"La intención esencial de este recuento histórico es tratar de entender y apreciar el proceso de discernimiento y de pràcticas històricas, a travès del cual los jesuitas hemos logrado 'ver claras en Cristo' nuestras actuales Preferencias Apostòlicas"

"Un vasco nos fundò y otro vasco nos renovò"

"En 1964 muere el belga P. Juan Bautista Janssens, Superior General de los Jesuitas en ese momento.La Compañìa de Jesùs convoca la Congregaciòn General XXXI para elegir nuevo Superior General y tratar de acomodar la Compañìa a los planteamientos que el Concilio Vaticano II està haciendo a la vida religiosa"

En estas breves notas històricas, tendrè estas fuentes permanentes de información: 1. Los jesuitas. De Ignacio al presente, del P. John O’Malley, S.J., 2. Los Jesuitas. Del Vaticano II al Papa Francisco, de Gianni La Bella, 3. Pedro Arrupe, General de la Compañía de Jesús. Nuevas aportaciones a su biografía, de Gianni La Bella, (ed) 4. Arrupe. Una explosión en la Iglesia de Pedro Miguel Lamet, 5. Conferencias y entrevistas de Pedro Miguel Lamet sobre el P. Arrupe, y 6. Mi propia percepciòn de los hechos referidos, ya que entrè a la Compañìa de Jesùs en 1957.

La intención esencial de este recuento histórico es tratar de entender y apreciar el proceso de discernimiento y de pràcticas històricas, a travès del cual los jesuitas hemos logrado “ver claras en Cristo” nuestras actuales Preferencias Apostòlicas.

Los tres artìculos publicados recientemente en Religiòn Digital, con el tìtulo de La espiritualidad ignaciana: Un camino de libertad, sirven de introducción a los actuales.

Loyola

Un vasco nos fundò y otro vasco nos renovò

Los inicios y una larga historia.

Despuès de un largo y complejo proceso de conversión y transformación espiritual y apostólica, experimentado por el vasco Ignacio de Loyola, tras recibir una grave herida de bala en una pierna en la batalla de Pamplona el 20 de mayo de 1521, Ignacio y sus primeros compañeros solicitaron del Papa Pablo III ser reconocidos como Orden religiosa de la Iglesia Catòlica. Asì lo lograron el 27 de septiembre de 1540, fecha en que quedó oficialmente reconocida la Compañìa de Jesùs.

Arrupe e Ignacio
Arrupe e Ignacio

A partir de ahì, la Compañìa de Jesùs inicia una larga y muy diversificada historia que la hace llegar, con 36.000 miembros, activa y presente en todo el mundo, al Concilio Vaticano II (1962-1965) que la mueve a abrir las puertas y las ventanas de sus casas y obras apostólicas a los signos de los tiempos: la libertad, la creatividad, la diversidad, la pluralidad, la globalidad, la secularidad…

Janssens

En 1964 muere el belga P. Juan Bautista Janssens, Superior General de los Jesuitas en ese momento.

La Compañìa de Jesùs convoca la Congregaciòn General XXXI para elegir nuevo Superior General y tratar de acomodar la Compañìa a los planteamientos que el Concilio Vaticano II està haciendo a la vida religiosa.

Pedro Arrupe, el sonriente, acogedor y emprendedor provincial vasco de Japòn es convocado a participar como elector y legislador en esa Congregaciòn General XXXI. Este jesuita vasco no volverá al Japòn hasta 1971, y esta vez lo hará de visita, como Superior General de la Compañía de Jesùs.

b- Pedro Arrupe: Testigo y profeta de la radiación atómica de Hiroshima

Pedro Arrupe nació en Bilbao el 14 de noviembre de 1907 y, en 1927, después de dos años universitarios de Medicina en Madrid, entró en la Compañía de Jesús, en Loyola, donde hace su noviciado y cursa estudios de Humanidades. Estudia Filosofía en Bèlgica y Teología en Holanda y es ordenado sacerdote en 1936. Hace su etapa final de formación jesuítica, la Tercera Probaciòn, en los Estados Unidos y en 1938 llega a Japòn como misionero, esforzándose por aprender la lengua y la cultura japonesa, incluidas la ceremonia del te y la caligrafía japonesa.

Arrupe, en Hiroshima

Siendo maestro de novicios, el 6 de agosto de 1945 padece en Hiroshima el dolor y la masacre provocados por la bomba atómica, experiencia que le permite escribir su tràgico texto Yo vivì la bomba atómica.

Las radiaciones atòmicas no le alcanzaron, pero sì tuvo que levantarse del suelo, arrojado allì por la fuerza expansiva de la explosión. A poca distancia de su casa, comenzó a ver los cadáveres y a escuchar los dolorosos gemidos de tantas personas convertidas en llagas humanas: “…una ampolla que le cogía el pecho y el vientre, por delante y la misma extensión por la espalda¨.

“En cuanto dejaron de llover tejas, esquirlas de cristal y vigas y cesó el estruendo, me levanté del suelo y vi, en frente de mí, el reloj, aún colgado de la pared, parado: parecía que el péndulo se hubiera quedado clavado. Eran las ocho y quince. Aquel reloj silencioso e inmóvil ha sido un símbolo para mí. El estallido de la primera bomba atómica puede considerarse un aconte-cimiento por encima de la historia. No es un recuerdo, es una experiencia perpetua, que no cesa con el tic-tac del reloj…”.

Inmediatamente, el antiguo aspirante a mèdico convirtiò su casa-noviciado en un improvisado, pero cuidadoso, hospital de primeros auxilios, donde Arrupe limpiaba fraternalmente los llagados cuerpos de muchos japoneses y japonesas.

Arrupe en Hiroshima

A partir de aquel momento, la experiencia de tocar, queriendo curarlas, tantas llagas humanas, las corporales, las religiosas, las raciales, las sociales, las políticas, las económicas y las ecològicas, se convirtió, permanente y habitualmente, en el objetivo, la prioridad y la preferencia motivadora y orientadora de toda la vida y obra de Pedro Arrupe.

Entre 1958 y 1965 como primer provincial jesuita en un Japòn empobrecido y maltrecho por la guerra, viaja por el mundo buscando ayudas económicas y colaboradores jesuitas.

En 1959, lo conocì y escuchè en La Habana, donde logró una significativa ayuda económica y que dos jesuitas cubanos volaran a Japòn con èl: Arturo Chirino y Miguel Pichardo.

Pedro Arrupe

El Arrupe que llega a Roma para participar en la elección del nuevo Superior General de la Compañìa de Jesùs, no es un desconocido para los 230 electores que tendrán que escoger un adecuado sucesor de Ignacio de Loyola: muchos le han escuchado personalmente y han leído sus Memorias y Yo vivì la bomba atómica

Pronto, en la tercera vuelta de votaciones, el vasco Arrupe es elegido como el vigésimo octavo sucesor del también vasco Ignacio de Loyola para acompañar y dirigir esperanzada y renovadoramente el caminar histórico de sus compañeros jesuitas.

En este momento, al querer compartirles el modo testimonial y profètico de Arrupe desempeñar su difícil cometido de Superior General de los jesuitas, agradezco y comparto los acertados aportes de Gianni La Bella en Los Jesuitas. Del Vaticano II al Papa Francisco, del P. Pedro Miguel Lamet, S.J. en Arrupe. Una explosión en la Iglesia y del P. Urbano Valero S.J. en El proyecto de renovación de la Compañìa de Jesùs (1965-2007).

(Continuará)

Descendimiento jesuita

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