"Ni en los peores tiempos de las dictaduras de los Somoza se vio lo sucedido en Matagalpa" Como a Jesús en el huerto: dictador Ortega secuestra a obispo nicaragüense
"Toda América se pone en pie para contemplar cómo un pequeño Herodes, un pobre hombrecillo, lleno de miedos, -y por tanto de violencias- escondido detrás de un ejército, persigue a la Iglesia defensora de los pobres, -cuya voz ha sido acallada-"
Llegó la hora del martirio para los fieles testigos de la Luz y de la Palabra Viva en nuestra amada Nicaragua. Es la misma escena del Evangelio narrada por Marcos 14, 43 a 63: “(Acababa Jesús de orar con sus discípulos) todavía estaba hablando, cuando de pronto se presenta Judas, acompañado de un grupo con espadas y palos…”
| Víctor Ricardo Moreno Holguín, Pbro.
De noche, como el ladrón, -como los hijos de las tinieblas-, el dictador Daniel Ortega y sus lacayos, asaltaron la pacífica y sagrada casa episcopal de Matagalpa, llevándose secuestrado al obispo Rolando Álvarez, a quien, junto con un grupo de sacerdotes y laicos, tenía incomunicado y sin posibilidades de recibir alimento desde hace dieciséis días. Ni en los peores tiempos de las dictaduras de los Somoza, se vio lo sucedido en esta madrugada del 19 de agosto, en Matagalpa.
Toda América se pone en pie para contemplar cómo un pequeño Herodes, un pobre hombrecillo, lleno de miedos, -y por tanto de violencias- escondido detrás de un ejército y aferrado a las enaguas de su mujer, persigue a la Iglesia defensora de los pobres, -cuya voz ha sido acallada-.
La hora del martirio
Llegó la hora del martirio para los fieles testigos de la Luz y de la Palabra Viva en nuestra amada Nicaragua. Es la misma escena del Evangelio narrada por Marcos 14, 43 a 63: “(Acababa Jesús de orar con sus discípulos) todavía estaba hablando, cuando de pronto se presenta Judas, acompañado de un grupo con espadas y palos…”.
El asalto a la casa episcopal fue en lo más oscuro de la noche: entre las dos y las tres de la madrugada de este viernes 19 de agosto. Las campanas de la Iglesia Catedral sonaron llamando de urgencia a la comunidad. La noticia también resonó en las redes sociales: “¡Urgente! En estos momentos la Policía Nacional ha ingresado a la Curia Episcopal de nuestra Diócesis de Matagalpa”.
“El que le iba a entregar les había dado esta contraseña: «Aquel a quien yo dé un beso, ése es, prendedle y llevadle con cautela.» Nada más llegar, se acerca a él y le dice: «Rabbí», y le dio un beso.” Con anticipación, el dictador había dado “el primer paso para trasladar a la cárcel a Monseñor Rolando Álvarez”, anunció horas antes la directora del Centro nicaragüense de Derechos Humanos, Vilma Núñez de Escorcia, según fuentes periodísticas. “Ellos le echaron mano y le prendieron”.
Rompieron los portones
Sus lacayos antimotines rompieron los portones de la curia tomaron secuestrado al obispo y a sus acompañantes. Fuentes nicaragüenses confirmaron que, una vez allanada la curia, se llevaron al obispo Rolando Ortega y a los ochos sacerdotes. “Y tomando la palabra Jesús, les dijo: «¿Cómo contra un salteador habéis salido a prenderme con espadas y palos?».
Las palabras de monseñor Rolando Álvarez, pudieron ser las mismas de Jesús ante el asedio; pues el dictador, que manipula todas las fuerzas y armas del país centroamericano, llegó por medio de su tropa. Los testigos vieron salir a un convoy policial de al menos ocho patrullas. Nada más parecido y coincidente con la escena entre jueves y viernes santo.
“Todos los días estaba junto a vosotros enseñando en el Templo, y no me detuvisteis. Pero es para que se cumplan las Escrituras.” Monseñor Álvarez, desde la libertad que tienen los hijos de Dios, ha levantado la voz, para defender a un pueblo oprimido por Ortega, quien, asaltando los poderes de gobierno, encarceló con mentiras a sus opositores, expulsó al Nuncio del papa Francisco y a todos aquellos religiosos que brillan por la Luz de sus buenas obras.
Un reino de oscuridad
Parece que Ortega solo quiere un reino de oscuridad, dolor y muerte. “Andaban buscando contra Jesús un testimonio para darle muerte; pero no lo encontraban… muchos daban falso testimonio contra él, pero los testimonios no coincidían. Algunos, levantándose, dieron contra él este falso testimonio: «Nosotros le oímos decir: Yo destruiré este Santuario hecho por hombres y en tres días edificaré otro no hecho por hombres.»
Y tampoco en este caso coincidía su testimonio. Distintas fuentes indicaron que el dictador Ortega está buscando “testigos” que declaren en contra del caso que armaron contra monseñor Rolando Álvarez, a quien señalaron de “organizar a grupos violentos”, “incitar al odio” y crear “zozobra”, dicen medios de comunicación.
Las acusaciones de Ortega contra los obispos
Ortega, que además manipula los medios de comunicación de toda Nicaragua, ha levantado falso testimonio contra los obispos, diciendo que ocultan terroristas, armas y montan un plan para destruir la Nación. Nada más falso. ¿Se puede esperar otro discurso de quien se siente dueño de una Nación que ha luchado por la paz y la democracia, pero ha pasado de manos de las dictaduras Somoza al dictador Ortega?
Se ha citado a decenas de personas de Matagalpa para interrogarlas. “Preguntó a Jesús: «¿No respondes nada? ¿Qué es lo que éstos atestiguan contra ti?» Pero él seguía callado y no respondía nada… le preguntó de nuevo: «¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito?» Algunos se pusieron a escupirle, le cubrían la cara y le daban bofetadas, mientras le decían: «Adivina», y los criados le recibieron a golpes”.
Un juicio probablemente injusto
Ahora, sometido a la tortura de un secuestro, monseñor Rolando Álvarez y sus sacerdotes, seguramente se verán sometidos a un injusto juicio, cuya sentencia ya está escrita con anticipación en el oscuro corazón del dictador. La cárcel, el exilio o la muerte, rodean a este obispo profeta de Dios y de Su Pueblo.
Han querido amordazar la Palabra de Dios, pero eso es imposible. La Iglesia y los gobiernos libres de Latinoamérica (extrañamente con ausencia de Colombia) ya condenaron la agresión contra los derechos humanos al pueblo nicaragüense y a la Iglesia Católica en particular. El pueblo nicaragüense sigue acompañado de sus pastores, que no buscan un reino de este mundo, pero si que Dios reine en este mundo de pobreza latinoamericana, en el que los dictadores, están arrasando con las posibilidades de paz, libertad religiosa y solidaridad.
Oremos, comentemos y estemos prontos a buscar los modos más efectivos, pacíficos, solidarios y democráticos para defender al pueblo encabezado por sus pastores en martirio dictatorial. "Ha llegado la hora de las tinieblas”, nos advierte el Evangelio.
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