"La inculturación de la Iglesia ha de llegar también al País Valenciano" Josep Miquel Bausset: "De una Iglesia colonizadora a una Iglesia inculturada y encarnada"
Hoy, 9 de Octubre, Día Nacional del País Valenciano, recordamos el nacimiento como pueblo de nuestro país y también el inicio de la comunidad cristiana
La jerarquía valenciana aun no ha entendido (o lo entiende pero le es igual) después de más de 50 años de la clausura del Concilio Vaticano II, la importancia que tiene la lengua propia de un país en la liturgia
Cabe recordar que el cardenal Cañizares tiene una sensibilidad especial por las lenguas de los cristianos extranjeros que viven en la ciudad de València
Solo los cristianos valencianos nos sentimos excluidos, en nuestra propia tierra, ya que no podemos celebrar la misa en valenciano
La Iglesia valenciana, para ser realmente una Iglesia misionera y enraizada en nuestra tierra, habría de dejar de actuar (como ha hecho hasta ahora) con una actitud colonizadora y pasar a ser una Iglesia inculturada y encarnada
Cabe recordar que el cardenal Cañizares tiene una sensibilidad especial por las lenguas de los cristianos extranjeros que viven en la ciudad de València
Solo los cristianos valencianos nos sentimos excluidos, en nuestra propia tierra, ya que no podemos celebrar la misa en valenciano
La Iglesia valenciana, para ser realmente una Iglesia misionera y enraizada en nuestra tierra, habría de dejar de actuar (como ha hecho hasta ahora) con una actitud colonizadora y pasar a ser una Iglesia inculturada y encarnada
La Iglesia valenciana, para ser realmente una Iglesia misionera y enraizada en nuestra tierra, habría de dejar de actuar (como ha hecho hasta ahora) con una actitud colonizadora y pasar a ser una Iglesia inculturada y encarnada
Así se expresaba el salesiano Justino Sarmento Rezende (Religión Digital, 11 de septiembre de 2020), para explicar el proceso que ha de hacer la Iglesia en la Amazonia. Y evidentemente así se habría de hacer en todos los países y todavía más en el País Valenciano, donde aun hoy la Iglesia actúa con una mentalidad colonizadora. Y es que, como decía este religioso salesiano, “las prácticas misioneras serán colonizadoras” (como lo es la Iglesia del País Valenciano), “si uno solo piensa en enseñar y no en aprender”. Justino Sarmento recogía la idea del papa Francisco, que “refuerza la nueva lectura de la acción evangelizadora”, donde “los indígenas no son objetos y destinatarios de la misión de la Iglesia, sino que son sujetos, protagonistas e interlocutores de la misión en la Amazonia”.
Hoy, 9 de Octubre, Día Nacional del País Valenciano, recordamos el nacimiento como pueblo de nuestro país y también el inicio de la comunidad cristiana, con la entrada del rey Jaime I en València y la dedicación a Dios de la catedral de esta ciudad. Desgraciadamente la jerarquía valenciana aun no ha entendido (o lo entiende pero le es igual) después de más de 50 años de la clausura del Concilio Vaticano II, la importancia que tiene la lengua propia de un país en la liturgia y por eso los obispos y los presbíteros valencianos continúan tratando a los cristianos valencianos de una manera colonizadora.
Justino Sarmento nos recordaba (y los obispos y los presbíteros valencianos habrían de reflexionar sobre las palabras de este salesiano), que la Iglesia tiene “la necesidad de aprender a escuchar, aprender las lenguas indígenas, aprender a vivir juntos”. Y por eso Sarmento decía que la Iglesia en la Amazonia “está pasando por un doloroso y largo proceso de pasar de una Iglesia colonizadora, a la construcción de una Iglesia inculturada y encarnada”. Eso queda confirmado por el Instrumentum laboris del Sínodo de los obispos sobre la Amazonia, celebrado en octubre del año pasado. Concretamente, los capítulos 1 y 3 de la tercera parte de este texto (que los obispos y los presbíteros valencianos habrían de leer y poner en práctica), hace referencia a la inculturación de la Iglesia en la Amazonia, al uso de las lenguas y a la encarnación de los misioneros en la cultura de los pueblos que han de servir.
Evidentemente la inculturación de la Iglesia no puede quedar reducida a la Amazonia, al Japón o a los países africanos, donde los misioneros aprenden y utilizan las lenguas de los cristianos con los que conviven. La inculturación de la Iglesia ha de llegar también al País Valenciano, donde nuestra lengua continúa excluida de los templos.
Cabe recordar que el cardenal Cañizares tiene una sensibilidad especial por las lenguas de los cristianos extranjeros que viven en la ciudad de València. Y por eso ha otorgado diversas parroquias a diferentes comunidades (cosa muy elogiosa), para que puedan celebrar la fe en sus propias lenguas. Así, la comunidad cristiana árabe que vive en València, cuenta con una parroquia propia (la iglesia de San Pablo de Benimaclet) para que los cristianos del Oriente Medio puedan celebrar la eucaristía en árabe, copto y arameo. La comunidad cristiana de África que vive en València también tiene un templo, San Mateo apóstol, para que los cristianos africanos puedan rezar en las lenguas de estos ciudadanos. Por su parte los portugueses y los brasileños pueden celebrar la misa en portugués en la parroquia de Santa Ana de la ciudad de València. Los ciudadanos de Ucrania se reúnen para orar en su lengua en el convento de la Trinidad de la capital del País Valenciano. Los poloneses tienen una parroquia personal, la iglesia de la Virgen del Rosario, para que puedan celebrar la fe en Polanco. En la iglesia de San Juan del Hospital, en la calle Trinquete de Caballeros de València, se reúnen los cristianos de lengua inglesa para celebrar la fe. Los chinos tienen también una parroquia personal, Santa María Goretti, para celebrar la eucaristía en chino y en la iglesia de los Santos Juanes de València se reúnen los cristianos italianos para celebrar las misas en italiano. Solo los cristianos valencianos nos sentimos excluidos, en nuestra propia tierra, ya que no podemos celebrar la misa en valenciano.
Por eso quiero recuperar un texto del Grup de Seglars i de Rectors del Dissabte de hace dos años. Un texto duro, pero lleno de verdad. Este grupo comenzaba su manifiesto con motivo del 9 de Octubre de 2018, Día Nacional del País Valenciano, hablando, con toda la razón del mundo, de una Iglesia, la valenciana, “botiflera”, es decir enemiga de la lengua y de la cultura de los valencianos. Y es que nuestra Iglesia, o mejor dicho, la clerecía valenciana, sigue despreciando, arrinconando e ignorando nuestra lengua en la liturgia.
Con el 9 de Octubre y la conquista de València por el rey Jaime I, como decía el manifiesto de este grupo, los valencianos “nacimos a una forma distinta de entender la vida”. Y por eso, “uno de los botones de muestra más distintivos ha sido y es el valenciano, lengua que nos hermana con nuestros vecinos y nuestras vecinas del norte y del este insular”.
Al largo de la historia, nuestra lengua ha sufrido discriminación y desprecio, sobre todo en “los dos episodios más desgraciados”, que fueron “el Decreto de Nueva Planta de 1707 y, recientemente, la larga noche franquista”.
Éramos muchos los cristianos valencianos que vivimos con gozo el Concilio Vaticano II y su apuesta por la lengua del pueblo, en la liturgia. Pero en el País Valenciano la jerarquía optó por el castellano, anulando y eliminando cualquier forma de restituir el valenciano en la Iglesia valenciana.
Por eso el Grup de Seglars i de Rectors del Dissabte decía hace dos años que, “como miembros de la Iglesia de València, hemos de lamentar la nula predisposición que tiene esta institución hacia el valenciano”, ya que “de todas las instituciones significativas del País Valenciano, la Iglesia es la más refractaria” a nuestra lengua.
El Grup de Seglars i de Rectors del Dissabte pedía a los “responsables de esta desvalencianización”, que fuesen “conscientes de lo que eso comporta”, ya que “una Iglesia que ignora el valenciano, está favoreciendo que mucha gente valenciana ignore a la Iglesia y lo que ella significa”.
Como muchos pensamos, la Iglesia Valenciana comete “un grave pecado de falta de inculturación” en rechazar nuestra lengua. Por eso los miembros del Grup de Seglars i de Rectors del Dissabte invitaban a “los responsables eclesiásticos, para que revertieran radicalmente esta situación y propicien la edición al valenciano de los libros litúrgicos y de los catecismos”, que tantos y tantos cristianos pedimos.
Al mismo tiempo, este manifiesto creía, como es lógico, que era “imprescindible la formación y la competencia lingüística de los candidatos al ministerio sacerdotal, así como el reciclaje general del clero”, para que después los presbíteros no puedan poner la excusa que no les han enseñado el valenciano en los seminarios, para así no celebrar la misa en nuestra lengua. Y en este punto quiero recordar con agradecimiento tres presbíteros que estudiaron en el seminario de València, siempre en castellano, pero que cuando vinieron a l’Alcúdia como vicarios (Miguel Díaz, José Enrique Sala i Vicent Colomer), normalizaron nuestra lengua en la Iglesia, celebrando las misas en valenciano.
El manifiesto acababa recordando a nuestros obispos y al Pueblo de Dios, que el País Valenciano es “un país que tiene un historia, una cultura y una lengua que hemos de conocer, respetar, valorar y servir”, cosa que, aun hoy, en pleno siglo XXI, no hace la jerarquía valenciana. Por eso el Grup de Seglars i Rectors del Dissabte pedía “convertir el 9 de Octubre en una fecha de inflexión, para que la lengua del pueblo valenciano sea lengua eclesiástica”.
Este manifiesto de hace dos años denunciaba proféticamente la anomalía que significa que a los valencianos se nos prohíbe celebrar nuestra fe en nuestra lengua, un hecho que no pasa a ningún otro país del mundo, con la cual cosa podemos decir que la Iglesia valenciana está contra el valenciano, conculcando de esta manera el Estatuto de Autonomía y la Ley de Uso y Enseñanza del Valenciano.
El pasado día 5 se reunió en València la Provincia Eclesiástica Valentina, con los obispos de València, de Sogorb-Castelló, Oriola-Alacant y también los de Mallorca, Menorca y el administrador diocesano de Ibiza. ¿Cuándo se tratará en estas reuniones de la lengua comuna en la liturgia, una lengua que compartimos los cristianos valencianos y los de las Islas Baleares?
La Iglesia valenciana, para ser realmente una Iglesia misionera y enraizada en nuestra tierra, habría de dejar de actuar (como ha hecho hasta ahora) con una actitud colonizadora y pasar a ser una Iglesia inculturada y encarnada, asumiendo, favoreciendo, utilizando y defendiendo la lengua propia del País Valenciano, como dice el Estatuto de Autonomía.