La ausencia de agradecimiento del Gobierno a la Iglesia estos días de solidaridad y trabajos, extraña Josep Miquel Bausset: "Somos siervos inútiles"

Jesús
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Muchos cristianos se han extrañado de que el Sr. Pedro Sánchez no ha dedicado ni una sola palabra para agradecer el servicio que hace la Iglesia en estos momentos tan difíciles

Cabe recordar que la acción asistencial de la Iglesia ante la pandemia del Covid-19 es aún más presente estos días

Pero todos hemos de recordar que Jesús en el Evangelio nos pide hacer las cosas bien sin esperar ninguna recompensa ni ningún agradecimiento

Solo cabe recordar las palabras de ánimo que hoy nos dirige también a nosotros, Jesús: “Quien de de beber a uno de estos, aunque solo sea un vaso de agua fresca, os aseguro que no perderá su recompensa” (Mt 10:42)

Y el Evangelio de San Lucas continúa así el texto que encabeza este artículo: “hemos hecho lo que debíamos hacer” (Lc 17:7-10). Son las palabras que Jesús dijo a los discípulos, para que evitaran (y hoy evitemos también nosotros) gloriarnos después de haber cumplido los trabajos que hacemos.

Digo esto porque muchos cristianos se han extrañado que el presidente del gobierno español haya agradecido (como es justo) el trabajo que en esta pandemia hacen los hombres y las mujeres que trabajan en actividades consideradas esenciales y por el contrario no haya tenido ninguna palabra de agradecimiento por las actividades que hace la Iglesia. Y es que el Sr. Pedro Sánchez ha dado las gracias a los médicos, farmacéuticos y enfermeros, a los miembros de protección civil, a los transportistas de mercancías, al ejército, al personal de limpieza, a las fuerzas y cuerpos de seguridad, a los propietarios de tiendas de alimentación y de estaciones de servicio y a los trabajadores que tienen algún establecimiento de productos considerados de primera necesidad. Pero como digo, el presidente del gobierno español no ha dedicado ni una sola palabra para agradecer el servicio que hace la Iglesia en estos momentos tan difíciles.

Cabe recordar que la acción asistencial de la Iglesia ante la pandemia del Covid-19 es aún más presente estos días. Por ejemplo, Cáritas no ha dejado de subministrar alimentos a las personas más necesitadas. Además, Cáritas ha asignado un millón de euros destinados a paliar la emergencia sanitaria y social provocada por el Covid-19. También hay, por parte de diversos obispos (entre ellos el de València y el de Sogorb-Castelló y los de Ávila, Barbastro-Monzón, Bilbao, Burgos, Ciudad Real, Ciudad Rodrigo, Sevilla, Granada, Lugo, Palencia, Coria-Cáceres, Mérida-Badajoz, Ourense, Santiago o Valladolid) que han ofrecido diversos espacios eclesiales, como seminarios o casas de ejercicios, para acoger a personas que no tienen casa o que están enfermos. O las miles de mascarillas que están cosiendo las monjas contemplativas. O aún, la asistencia de los capellanes de hospitales, que hacen un trabajo tan importante como es escuchar y animar a los enfermos que piden un acompañamiento espiritual y emocional, ya que con su mirada y su palabra, acompañan con afecto a los que se encuentran en sus últimos momentos de la vida. O también les viseras hechas con impresora 3D que hacen diversas monjas de Huelva. O los Amigonianos que en su Seminario de Godella, acogen y proporcionan una asistencia integral a personas en situación de vulnerabilidad. O aún las diócesis, como Barcelona y Vic, que preparan comida a bajo precio, para que las personas más vulnerables se la puedan llevar a casa.

Ante la ingente acción social de la Iglesia, muchas personas han encontrado injustificada la ausencia, por parte del presidente Sánchez, de unas palabras de agradecimiento por el trabajo asistencial de los cristianos que están apoyando a los afectados por el Covid-19. Ciertamente que no habría estado nada mal, que el presidente del gobierno español hubiese tenido un poco de sensibilidad por el trabajo, muchas veces abnegado, de los cristianos. Pero todos hemos de recordar que Jesús en el Evangelio nos pide hacer las cosas bien, sin esperar ninguna recompensa ni ningún agradecimiento. Por lo tanto, como dice el título de este artículo, cuando hayamos hecho lo que teníamos que hacer, hemos de ser conscientes que “somos siervos inútiles”, que solo “hemos hecho lo que teníamos debíamos hacer”.

Además, el capítulo 25 de San Mateo nos invita a dar pan a los que no lo tienen, a vestir a los que están desnudos, a visitar a los enfermos y a los presos y a hacerlo porque en todos ellos vemos a Jesucristo, sin esperar nada a cambio.

El trabajo asistencial tan importante de la Iglesia, en estos momentos y siempre, es el servicio desinteresado a los hermanos necesitados, para así aliviar a los que sufren, para consolar a los entristecidos, para secar las lágrimas de los que lloran, para acompañar a los que están solos o de duelo. Y después de hacer todo esto, los cristianos, sin esperar nada a cambio, hemos de ser conscientes que “somos siervos inútiles”, porque “hemos hecho lo que debíamos hacer”. Aquí encontramos la grandeza de la Iglesia: amar con solicitud y ayudar a los que lo pasan mal, ahora con el Covid-19 y siempre, con generosidad hacia los que viven en la precariedad y en la pobreza y sin esperar nada a cambio.

Solo cabe recordar las palabras de ánimo que hoy nos dirige también a nosotros, Jesús: “Quien de de beber a uno de estos, aunque solo sea un vaso de agua fresca, os aseguro que no perderá su recompensa” (Mt 10:42). Eso es lo que nos conforta y nos anima para continuar haciendo el bien a todos, sin esperar ahora nada a cambio, ya que lo más importante para nosotros, como discípulos de Jesús, es el mandamiento del amor, que es nuestra fuerza y nuestra brújula.

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