"El Sodalicio y sus soda-castigos", y un agradecimiento a los valientes Juan Carlos Cruz: "Para el Sodalicio y sus poderosos aliados fanáticos, no hay tregua (...) en los últimos estertores de su existencia corrupta y cruel"
"Se trataba del Sodalicio de Vida Cristiana, una organización plagada de abusos, corrupción, y protegida por obispos y cardenales como el ahora ex arzobispo de Lima, Juan Luis Cipriani, de triste recuerdo y que va a engrosar las filas de la ignominia de otros encubridores como los cardenales Francisco Javier Errázuriz y Ricardo Ezzati"
"Aún recuerdo vívidamente mi reunión en secreto, para que el Sodalicio no supiese, con los líderes de estas comunidades, cuyas historias de sufrimiento me sacaron lágrimas de rabia y emoción. Miembros del Sodalicio y de la Iglesia los atacaban y lograban que jueces cómplices los catalogaran y juzgaran como terroristas, sin que hasta el día de hoy se reconozca el mal que les han hecho"
"Gracias al Papa Francisco, que envió a la misma misión que desmanteló la mafia de Karadima y la banda de ladrones destructores de vidas y almas que eran, y en algunos casos siguen siendo, los obispos de Chile"
"Gracias al Papa Francisco, que envió a la misma misión que desmanteló la mafia de Karadima y la banda de ladrones destructores de vidas y almas que eran, y en algunos casos siguen siendo, los obispos de Chile"
| Juan Carlos Cruz, miembro de la Comisión Antiabusos de la Santa Sede
Una vez más, es momento de agradecer, y lo haré mencionando nombres y apellidos.
Hace algunos años, en medio de la lucha por desenmascarar los crímenes de Karadima, recibí una llamada de quien hoy es uno de mis grandes amigos, el actor peruano Jason Day.
Nos reunimos en un restaurante en Nueva York, y allí me contó la espeluznante historia de una comunidad de laicos y sacerdotes fundada por un tal Luis Fernando Figari, que seguía el mismo patrón de crímenes que Karadima, pero en una escala aún mayor. Se trataba del Sodalicio de Vida Cristiana, una organización plagada de abusos, corrupción, y protegida por obispos y cardenales como el ahora ex arzobispo de Lima, Juan Luis Cipriani, de triste recuerdo y que va a engrosar las filas de la ignominia de otros encubridores como los cardenales Francisco Javier Errázuriz y Ricardo Ezzati.
Quedé profundamente impresionado por los relatos de quienes hoy son los héroes que han desenmascarado a esta secta y han pagado un precio altísimo por ello, sin jamás claudicar. Paola Ugaz y Pedro Salinas, por ejemplo, han sufrido allanamientos en sus hogares, han sido blanco de mentiras y calumnias promovidas por fanáticos que les han impuesto demandas judiciales falsas para intimidarlos, pero que solo han logrado fortalecerlos.
Políticos valientes que alzaron la voz como Alberto de Belaúnde y periodistas que se la jugaron por contar la verdad.
José Enrique Escardó, uno de los primeros en denunciar los crímenes y abusos que sufrió, vio su vida completamente trastocada. Los hermanos López de Romaña y tantos otros con que llenaríamos páginas han padecido de manera indecible a manos del Sodalicio y sus miembros.
Tras "resultados obtenidos y certezas adquiridas" en investigación, Dicasterio para la Vida Consagrada de la Santa Sede expulsa a L. F. Figari del #Sodalicio de Vida Cristiana en virtud a potestad delegada -en ese sentido- por el papa Francisco. ¿Seguirá con refugio romano? pic.twitter.com/gU1lzYuzBT
— IVAN GARCIA MAYER (@IvanGarciaMayer) August 14, 2024
He estado en Perú en varias ocasiones, viendo de primera mano el horror vivido por las víctimas y además la maldad del ahora depuesto obispo sodálite José Antonio Eguren. Este personaje, a quien el Papa expulsó de Piura y Tumbes por su corrupción y crímenes contra las comunidades indígenas de Catacaos, intentó, junto a otros poderosos, desalojar a estas comunidades que datan de 1536 para enriquecerse ilícitamente con sus tierras ancestrales. Aún recuerdo vívidamente mi reunión en secreto, para que el Sodalicio no supiese, con los líderes de estas comunidades, cuyas historias de sufrimiento me sacaron lágrimas de rabia y emoción. Miembros del Sodalicio y de la Iglesia los atacaban y lograban que jueces cómplices los catalogaran y juzgaran como terroristas, sin que hasta el día de hoy se reconozca el mal que les han hecho.
Gracias al Papa Francisco, que horrorizado por estos crímenes y los numerosos testimonios, envió a la misma misión que desmanteló la mafia de Karadima y la banda de ladrones destructores de vidas y almas que eran, y en algunos casos siguen siendo, los obispos de Chile. La temida misión Scicluna y Bertomeu, hombres sabios y pastores que no temen meter la mano donde los poderosos se creen impunes para desenmascarar no solo los crímenes de abuso, sino también la corrupción de los millones de dólares escondidos.
Aprecien la joya caritativa de esta monja hereje 👇 Lucía (porque no mereces ningún título religioso):
— Alejandro Bermudez (@albermudezr) August 16, 2024
- Todo lo que he dicho sobre ti, mujer maligna y horrorosa, es verdad.
- He defendido siempre y a no poco costo, al Papa.
Soy y seré sodálite hasta morir. https://t.co/n420NW1c3u
Por eso, en estos días esperamos los típicos ataques y amenazas de los mismos fanáticos de siempre, que ven cómo su imperio de impunidad y corrupción se desmorona. Los ataques van dirigidos desde Scicluna y Bertomeu, hasta Pedro Salinas y Paola Ugaz, pasando por víctimas que han tenido el coraje de denunciar. Para el Sodalicio y sus poderosos aliados fanáticos, no hay tregua, porque sienten que estos podrían ser los últimos estertores de su existencia corrupta y cruel.
Esperamos que, tras la expulsión de su fundador abusador (que tremendo título) Luis Fernando Figari, sigan todos aquellos que han cometido crímenes horribles y perpetuado la corrupción, y que luego el Santo Padre disuelva el Sodalicio, para acabar de una vez por todas con ese cáncer que tanto daño ha hecho a cientos de personas. Dios quiera que así terminen estas persecuciones despiadadas e injustas contra quienes los denuncian, critican o exponen.
Con paciencia, aguardamos...
Y como se dice en las peticiones de la misa: ¡Roguemos al Señor!