Los peligros lingüísticos de la "convivencia civil" de los LGBTQ+ Macario Ofilada: "El papa va más allá de la semántica: va a lo esencial"
"Hay un sector -tal vez identificado con el sector de los reaccionarios cuya finalidad es mantener el status quo que les convenga-, que ahora han hecho una jugada lingüística y semántica matizando que en el original el papa dijo 'convivencia civil' o en inglés 'civil co-existence'"
"El papa no ha dicho textualmente 'unión civil' pero sí ha hablado de 'derechos' que deben ser protegidos (y promovidos) por la autoridad civil"
"Hay familias formadas por LGBTQ+ que en realidad son verdaderas familias comparadas con familias o estructuras legales formadas por personas heterosexuales, bendecidas por la Iglesia o el Estado, en que prevalecen los abusos de todo tipo"
"Hay familias formadas por LGBTQ+ que en realidad son verdaderas familias comparadas con familias o estructuras legales formadas por personas heterosexuales, bendecidas por la Iglesia o el Estado, en que prevalecen los abusos de todo tipo"
| Macario Ofilada Mina
Los lectores filipinos de noticias internacionales, incluyendo las eclesiales, reciben las mismas en inglés y luego se traducen a las varias lenguas filipinas. Nos llegó en inglés la noticia del papa y de las ''uniones civiles''. Muchos, empezando por los LGBTQ+ y otros cristianos, aplaudieron esta novedad que en realidad no es una novedad, pues al papa Francisco se le conoce como un pastor que había afirmado varias veces su respeto hacia los homosexuales, incluso dijo claramente que no tenía competencia en juzgar a los mismos.
Hay un sector -tal vez identificado con el sector de los reaccionarios cuya finalidad es mantener el status quo que les convenga-, que ahora han hecho una jugada lingüística y semántica matizando que en el original el papa dijo ''convivencia civil'' o en inglés ''civil co-existence''. Esto ha acongojado a varios que habían puesto su esperanza en una actitud de apertura implicada por las palabras del papa. Es lamentable el intento de dicho sector de propagar la sentina de su ideología que se huele o percibe en sus variantes deplorables como la intolerancia, discriminación, racismo, odio, etc.
En otros países, según los feeds sobre todo en Facebook y las noticias que me llegan por correo electrónico, se identifican claramente a los que están a favor o no del papa y de esta declaración última hecha en un documental que ha de verse en su integridad.
Las limitaciones del inglés en una época de posverdades
Pero en Filipinas, como ya queda dicho, cuya mayoría lee o recibe las noticias internacionales en inglés, las personas se encuentran ''atascadas'', por así decirlo, en una cuestión semántica (y también semiológica) debido a la traducción del texto original en inglés, que es la lengua franca en Filipinas para la conceptualización y legislación. Muchos, a tenor de esta instancia léxica, incluso han llegado a la conclusión prematura y motivada por la paranoia acerca de la declaración del papa afirmando que era una paparrucha o un bulo, algo muy característico de esta época de posverdades.
Varios amigos en Filipinas, algunos de los cuales viven su homosexualidad abiertamente hasta el punto de convivir con su pareja (o partner), se me han acercado virtualmente, en estos tiempos de pandemia, para preguntarme -puesto que soy bilingüe o trilingüe (el español, inglés y el tagalo se hablaba en mi casa y que fueron mis primeros puentes lingüísticos con el cosmos circundante y desde los que construí mi mundo o cosmos habitado del que estoy hasta la fecha convirtiendo en mi hogar o el mundo en que me encuentro a gusto, tal como soy, con la familiaridad personal de un miembro de familia)-, mi parecer al respecto. Además, también me dedico a la filología aplicada, sobre todo en lengua española, lo cual me ha permitido tener una atalaya en la lectura de textos no solo filosóficos o teológicos pero sino sobre todo culturales, específicamente en lo referente al patrimonio hispánico de mi tierra filipina. Ignoro si soy la persona adecuada para estos menesteres, pero he aquí mi respuesta en dos momentos.
Civil: unión, convivencia y las limitaciones semánticas. Hacia la protección del derecho de todos
Por una parte, es preciso reconocer que el papa ha empleado la expresión ''convivencia civil''. No habla de las uniones civiles o los matrimonios civiles, in sensu stricto. Se distingue entre uniones (legalizadas por el estado) y meras convivencias (que es el estado actual en Filipinas debido a la legislación vigente). Nuestros maestros pésimos de la semántica y la traducción (los verdaderos maestros de lingüística en Filipinas escasean) han insistido en que no se trata de uniones civiles y que la lectura de los ''excesivamente optimistas'' es errónea.
Ahora sin querer entrar en cuestiones teológicas o canónicas, he aquí mi postura al respecto: ¿ha dado el papa el visto bueno a las uniones civiles homosexuales? La clave es la palabra ''civil''. Es decir, el papa no se refiere a la esfera eclesiástica o canónica. El papa no ha dicho textualmente ''unión civil'' pero sí ha hablado de ''derechos'' que deben ser protegidos (y promovidos) por la autoridad civil y dentro del ámbito civil, que se diferencia de la esfera y autoridad canónica o eclesiástica. Es esta la clave de la diferenciación en la declaración del papa que de ninguna manera es semántica (o semiológica o lexical) sino más bien conceptual.
No esperemos que el papa vaya en contra de la doctrina sacramentológica de la Iglesia. ¡Ni hablar! No se trata de eso. No habla para nada de la validez de las uniones o lo matrimonios civiles tanto de los homosexuales como de los heterosexuales. En primer lugar, desde un punto de vista sacramentológico, la Iglesia no reconoce la validez de estos matrimonios (homosexuales y heterosexuales). Lejos de la mente del papa la concesión del grado o validez sacramental a este tipo de uniones garantizadas por la autoridad civil.
El papa va a lo más importante: a los derechos humanos, a la dignidad humana. Francisco pide que se les respeten los derechos, por la autoridad civil y de naturaleza civil, de los homosexuales, bien que estén en régimen de una unión civil, bien que no lo estén. Tanto los homosexuales (incluyendo a todos LGBTQ+) como los heterosexuales forman parte de la sociedad civil aunque gocen de un régimen de unión civil o no. De ahí el sentido y el uso de la palabra ''convivencia'' por el papa. Todos debemos convivir bajo un régimen en que se respeten el derecho y la dignidad de todos. Dicho de otra manera, lo único que cuenta son los derechos, la dignidad, el respeto, pues forman parte de la familia humana y pueden formar familias dentro de la misma gran familia. De hecho, hay familias formadas por LGBTQ+ que en realidad son verdaderas familias comparadas con familias o estructuras legales formadas por personas heterosexuales, bendecidas por la Iglesia o el Estado, en que prevalecen los abusos de todo tipo.
La familia humana es una gran ''convivencia'' con un régimen civil. Lo es también la Iglesia, con su régimen eclesiástico, que ha de ser, ante todo, humanitaria para con los humanos. Lo civil y lo eclesiástico, en efecto, deben darse la mano en la protección de los derechos humanos.
Permítaseme añadir: Si podemos brindar a los animales y a nuestra madre la Tierra respeto y derechos, más aún deberíamos reconocer los mismos a los seres humanos, a nuestros hermanos, sin tener en cuenta su orientación sexual, raza, color, lengua, religión, afiliación política, ideología. No importa si los LGBTQ+ cohabitan, sin o con una unión reconocida por la autoridad civil. La ''convivencia'' a la que se refiere el Santo Padre es amplia, es decir, el papa piensa en todos los LGBTQ+. Henos aquí ante la raíz de su pensamiento, que no necesita de una hermenéutica intricada y complicada: son seres humanos y son ciudadanos del estado, con derechos civiles que deben ser protegidos. Son también miembros de la Iglesia, a quien debemos el respeto. Ante todo, son hijos de Dios, que es nuestro Padre y, por consiguiente, hermanos nuestros.
El papa tiene una visión amplia que, en efecto, se aplica a todos: LGBTQ+ o no, en estado de cohabitación legalizado o no. La convivencia de la que habla el papa es la convivencia de los hijos de Dios en una sociedad civil, caracterizado por derechos y el respeto independientemente de orientación sexual. Y los mismos derechos deben ser garantizados por la autoridad civil. También por la eclesiástica. El papa ha hablado como autoridad eclesiástica -no solo como Jorge Mario Bergoglio-, y con sus palabras y gestos, de una manera, obliga a los que trabajan dentro de la misma esfera, con un tono netamente pastoral y, sobre todo, humanitario.
Cuidado, well-being, dioses por participación: un reto constante desde la coherencia del papa Francisco
Por otra parte, a estas alturas cabe recordar que esto no es una novedad con respecto al papa Francisco, quien se ha mostrado desde el principio como un pastor comprensivo a quien le importa más el bienestar, el well-being de las personas. Lo único que cuenta es ser seres humanos (human) de verdad por medio de ser humanitarios (humane). Solo de esa manera respondemos adecuadamente a nuestra vocación divina de participar en la vida de Dios, en ser ''dioses por participación'' como dijera con atino mi maestro san Juan de la Cruz.
Zarpando del presupuesto expuesto arriba, hemos de sostener que los derechos protegidos garantizan que los hombres, independientemente de sus orientaciones, sean tratados humanitariamente y como seres humanos. Ser humano consiste en tener derechos para poder ejercer sus responsabilidades. Se perdería la condición humana solo por medio de un acto no humanitario, en la pérdida de los derechos, algo que caracteriza a varios regímenes y sistemas, hoy en día. El papa, aunque específicamente habla de los derechos de los LGBTQ+ en este caso, en efecto, aboga por el respeto de los derechos de todos sin tener en cuenta su orientación sexual.
Esto es algo coherente con su postura ecológica, a su ideología del cuidado que se puso de manifiesto por vez primera en su homilía en el inicio de su pontificado el 19.03.2013, Solemnidad de san José. Ante todo el ''cuidado'', esto es, la ''cura''. Tal vez con ecos del ''sorge'' heidegerriano pero más radical aún, pues el planteamiento del papa gaucho va más allá del ser de los seres y va directamente al hombre, a ese ser que no solo pregunta por el ser, sino que es el ser destacado en la creación de la que ha de tener cuidado, cuidando a sí mismo y a los demás.
Es algo que va en la línea del magisterio de Francisco, de inspiración franciscana, culminando en su encíclica que todavía hemos de digerir Fratelli tutti con la parsimonia necesaria. Cabe también recordar a esta luz Laudato sii. ¿Y cómo no, Lumen Fidei, escrita con la ayuda del papa Benedicto XVI? Recuérdese que este ha evolucionado en su postura acerca del uso humanitario de los preservativos en casos extremos. La raíz es siempre la misma: buscar una opción más humanitaria para todos. Ciertamente en Filipinas esto es lo que nos hace falta. En un país dividido por ideologías partidarias nos hemos olvidado de que somos hermanos en un hogar común: respetémonos, protejámonos, cuidémonos mutuamente. Todos, y no solo los filipinos, debemos hacer que nuestro hogar común sea más humanitario, sobre todo a luz de regímenes opresivas que abundan hoy en día. Las exigencias de amar a los hermanos y cuidar de la creación procede de la luz de la fe. En otras palabras, así debemos vivir nuestra fe, siempre a la luz de ella frente a los retos que traigan consigo dichos regímenes.
Reflexiones finales: convivencia y cuidado
El papa -que en sus entrañas de pastor sigue sintiendo el peso de las medidas no humanitarias en distintos regímenes no solo en el mundo sino también en la misma iglesia-, no ha querido ser un revolucionario. Ha querido volver al núcleo del evangelio, yendo más allá de la semántica, usando una lengua específica pero traduciéndola no solo por medio de las palabras sino con gestos concretos, constantes, coherentes de los cuales somos todos testigos a lo largo de su pontificado. Si Francisco da la impresión de ser un revolucionario, esto se debe a que a lo largo de los siglos, gracias a las tradiciones posteriores, se ha tergiversado el núcleo del evangelio que trasciende a todas las consideraciones culturales, ideológicas, políticas, sociales, demográficas.
En vez de contextualizar el evangelio con los contextos cambiantes, se ha manipulado el mismo cubriéndolo con capas innecesarias e incluso tóxicas, sobre todo la intolerancia que se ha traducido en el odio, en la persecución, incluso desde las más altas instancias de la autoridad eclesiástica, a veces en connivencia con la civil. Baste una ojeada a la historia para comprobar todo esto. En el contexto filipino, muchas veces los pastores católicos han manipulado el evangelio para sus fines partidarios, sobre todo con sus silencios ensordecedores en momentos clave de nuestra historia, y sin oler a las ovejas, como dijera el mismo papa Francisco.
"Del cuidado brotan o proceden muchos riachuelos que han de inundar nuestra conciencia colectiva: el respeto, la protección"
El ejemplo del papa -empezando con su uso conceptual de la palabra ''convivencia'' que debe cortar de un tajo todos los frenos semánticos que atan nuestros sistemas civiles y culturales conforme a criterios no humanitarios- es una llamada a volver al núcleo evangelio que siempre comienza en la constancia del amor y respeto hacia los demás en todas las situaciones cambiantes. Podemos resumir la esencia de la ejecución de esta llamada o vocación en una palabra: cuidado. Y del cuidado brotan o proceden muchos riachuelos que han de inundar nuestra conciencia colectiva: el respeto, la protección, la convivencia pacífica, las ganancias económicas, los progresos técnicos, la conservación ambiental, etc. Para dar cima a nuestras reflexiones, es preciso afirmar que el ejemplo del papa es una llamada para dar ejemplo que nos obliga retornar al punto de partida: la convivencia que ha de cuidarse. Pablo VI decía en Evangelii Nuntinadi: ''El mundo tiene necesidad de testigos más que de maestros''. Esto es lo que ha intentado Francisco con sus declaraciones sobre la convivencia y el cuidado. Su ejemplo concreto, capturado en un concepto trascendental al hablar de convivencia que implica a todos independientemente de su orientación sexual o cultura y en términos de cuidado, es la única salida del atascamiento lamentable provocado por nuestros juegos semánticos patéticos que no solo tergiversan sino que asimismo descafeínan el sabor radical y fuerte del sentido del Evangelio en nuestros días. De verdad, con la ''convivencia'' y el ''cuidado'' el papa nos señala el camino hacia lo esencial que no necesariamente tiene que ser invisible, un poco en contra de lo que abogaba el zorro en El principito de Saint-Exupery.