"Sus trabajos y propuestas no son para  mirarse a sí misma sino al mundo en que vive" Sinodalidad eclesial, sinodalidad mundial

Foto final del Sínodo
Foto final del Sínodo

El “grito de los pobres”, de las víctimas,  ha resonado en el aula sinodal mientras se escuchaba y reflexionaba sobre aspectos decisivos  para el presente y futuro de la Iglesia

Para colaborar en este proceso sinodal mundial la Iglesia quiere comenzar por sí misma reformando sus caducas estructuras y relaciones para poder ser testimonio

Las  propuestas de la Síntesis pueden resultar poco estimulantes e incluso limitadas para lo que hoy se espera de una Iglesia que quiere ser sinodal en su interior y para el mundo

La primera sesión de la Asamblea Sinodal celebrada a lo largo del mes de octubre ha  presentado la Síntesis (SA) de su trabajo y reflexión. Como constata este documento se ha desarrollado ”mientras viejas y nuevas guerras con el drama absurdo de numerosa víctimas asolaban el mundo”. El “grito de los pobres”, de las víctimas,  ha resonado en el aula sinodal mientras se escuchaba y reflexionaba sobre aspectos decisivos  para el presente y futuro de la Iglesia.

Esta Asamblea  desea  ser continuadora del Concilio Vaticano II que quiso dar prueba de su solidaridad, respeto y amor a toda la familia humana… a fin de ofrecer su sincera colaboración para lograr la fraternidad universal” (Gaudium et spes, 3). En consecuencia la Iglesia no  ha querido  “colocarse en  el centro del anuncio sino para cumplir mejor su servicio a la venida del Reino” (SA I,2c) poniendo a los  pobres en ese lugar (SA I, 4). Por eso afirmaba  el cardenal Bo, arzobispo de Rangun (Asia),  “lo que la Iglesia ha puesto en marcha es un recorrido sinodal intergeneracional que inaugura una larga marcha de esperanza para toda la humanidad” (RD 23.10.23).

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El Papa cerró el Sínodo de la sinodalidad
El Papa cerró el Sínodo de la sinodalidad

Esta actitud ha llevado a la Asamblea a una escucha atenta y empática  en una “conversación en  el Espíritu” que nos habla  en los signos de los tiempos desde la escucha de la Palabra de Dios y la aceptación  de la Tradición y Magisterio de la Iglesia(I,1).

Mirando  al mundo con esperanza y compromiso sinodales

Desde esta postura el proceso sinodal de esta primera sesión de la Asamblea “no se hace de espaldas al mundo, sino en el mundo, con el género humano, en su historia y en su dramática situación actual”, como subrayaba también el cardenal Bo. Sus trabajos y propuestas no son para  mirarse a sí misma sino al mundo en que vive, ”con sus gozos y esperanzas, con sus tristezas  y angustias” (GS, 1). Y esta  solidaridad la entiende la Asamblea como un caminar juntos, sinodalmente, en el diálogo y la acción para lograr la paz que hace presente el Reino de Dios.

Coherente con esta actitud y finalidad la Asamblea “es consciente del clamor de los nuevos pobres producido por  las guerras y el terrorismo que asolan muchos países de varios continentes y condena los sistemas políticos y económicos corruptos que los provocan”(SA I,4c);  también llega a reconocer con humildad que  “en algunos lugares, el anuncio del Evangelio ha estado asociado a la colonización e incluso al genocidio”(SA 4,5e).

En consecuencia afirma  que “en un mundo de violencia y fragmentación  parece cada vez más urgente dar testimonio de la unidad de la humanidad, de su origen común y de su destino común, en una solidaridad coordinada y fraterna para conseguir la justicia social, la paz, la reconciliación y el cuidado de la casa común. La Iglesia es consciente de que el Espíritu puede hablar a través de las voces de hombres y mujeres de toda religión, convicción y cultura” (SA 4.5,f).

Sínodo
Sínodo

En definitiva  afirma la necesidad de una  sinodalidad mundial ya que como subrayó el Papa Francisco ”nadie se salva solo, únicamente es posible salvarse juntos” (Fratelli tutti 32).

Para colaborar en este proceso sinodal mundial la Iglesia quiere comenzar por sí misma reformando sus caducas estructuras y relaciones para poder ser testimonio y “ofrecer caminos de reconciliación, esperanza, justicia y paz” desde la escucha y el  diálogo (SA, int.).

Por tanto el proceso sinodal que la Iglesia ha emprendido y en el que esta primera sesión ha dado un paso importante, siguiendo el camino iniciado en las bases locales y continentales, nos conduce a enlazar la propia sinodalidad de la Iglesia con una sinodalidad global. No puede entenderse ni practicarse una al margen de la otra. Está inseparablemente unidas hasta su “consumación” en Dios (GS 29). Por tanto, todas las ”convergencias” así como las “cuestiones que deben abordarse” y las “propuestas”  subrayadas por la Asamblea en esta primera sesión serán fructíferas si contribuyen a este proceso y finalidad que dan sentido al conjunto. En definitiva, la sinodalidad de la Iglesia  será auténtica si camina movida por el Espíritu que le anima anunciar el evangelio a los pobres, la liberación a los oprimidos…(Lc 4.18).

Es evidente que desde esta primera sesión, entendida en esa perspectiva, es preciso reflexionar y actuar de forma sinodal con  el mundo, con apertura y solidaridad, en la denuncia   de las causas que provocan y generan  su situación actual que la misma Asamblea reconoce, especialmente en sus víctimas.   “El compromiso de la Iglesia debe llegar a las causas de la pobreza y la exclusión. Esto incluye actuar para proteger los derechos de los pobres y excluidos, y puede requerir la denuncia pública de las injusticias, ya sean perpetradas por individuos, gobiernos, empresas o estructuras sociales. Escuchar sus reivindicaciones y puntos de vista para darles voz, utilizando sus palabras, es crucial” (I. 4.f). Es, sin duda,  un criterio fundamental de sinodalidad que debe comenzar  en cada lugar e Iglesia local.

Los signos de los tiempos
Los signos de los tiempos Cortés

Escuchar los signos de los tiempos


La Iglesia sinodal se sitúa, por tanto, en actitud de aprendizaje continuo y mutuo (SA I.2.e) desde los signos de los tiempos que hoy tienen clara relevancia. El compromiso por la justicia será  la señal imprescindible de una sinodalidad auténtica. Como ya lo afirmaron los obispos en el Sinodo sobre la “justicia en el mundo” (1971): “La acción por la justicia en el mundo y  la cooperación en la  transformación del mundo nos aparecen claramente como una dimensión esencial de la predicción del evangelio”  donde “la esperanza y el avance que animan profundamente el mundo no son extraños al dinamismo liberador del evangelio y poder del Espíritu”.

Estamos, sin duda, ante un nuevo modelo de Iglesia que ya fue diseñado en la Constitución pastoral del Vaticano II y Lumen Gentium, pero que un largo invierno eclesial no ha permito florecer con toda su potencialidad.

El proceso sinodal en sus bases

 Para ello las reflexiones y aportaciones  “en un clima de escucha mutua y diálogo sincero”   sobre esta Síntesis son muy importantes y así lo desea la misma Asamblea (SA, int) que, por tanto, continúa en las bases. Se hizo un gran esfuerzo en las comunidades, en la etapa diocesana, con ilusión y esperanza. Pero luego ha decaído y el tiempo transcurrido con una información deficiente que no ha llegado a las mismas bases ha enfriado el entusiasmo de los grupos inicialmente participantes.  También ha influido en esta creciente falta de interés la constatación de que en las diócesis no se aplicaba lo ya expresado y el ‘modus operandi’ continuaba siendo el mismo en determinados jerarcas. 

Además esta SA dentro de sus “convergencias, cuestiones a debatir y propuestas”, que deben valorarse como aportaciones a una Iglesia  sinodal, deja pendientes decisiones concretas y cambios estructurales que son esperados por muchos. Son,  se dice, propios  de la segunda y definitiva sesión para dentro  de un año; pero la falta o demora en avances concretos y constatables está  creando una impresión decepcionante. Los principios establecidos son necesarios e importantes, pero resultan insuficientes para lo que muchos desean y ha venido proponiendo el mismo Papa. Las  propuestas de la Síntesis pueden resultar poco estimulantes e incluso limitadas para lo que hoy se espera de una Iglesia que quiere ser sinodal en su interior y para el mundo.

Iglesia
Iglesia

No va a resultar fácil recuperar la ilusión que se ha desvanecido, divulgar lo presentado por la SA, hacerlo asequible y operativo para  un diálogo en las bases, llegar a propuestas concretas motivantes en las Iglesias locales. Va a ser necesario reiniciar un esfuerzo pedagógico  incentivador que haciendo asequibles las líneas de la SA anime un diálogo creativo y una “conversación en el Espíritu” para un discernimiento eficaz, operativo e ilusionante.

Este intervalo entre las dos sesiones es, por tanto, crítico y puede bien  desviarse a un desinterés generalizado y a un absentismo empobrecedor o bien  recuperar y renovar el ímpetu inicial que haga experimentar la presencia del Espíritu donde fructifique la semilla sembrada. La Síntesis de la Asamblea así lo espera después de su intenso trabajo y amplia oferta. ¿Serán capaces los grupos y comunidades de nuestra Iglesia local de realizarlo?

Hacia la sinodalidad mundial

 Pero sobre todo es el mundo de hoy el que necesita con  urgencia que el soplo del “Espíritu, que habla  a través  de las voces de hombres y mujeres de toda religión , convicción y cultura” (SA 4, 5e),  empuje de formas diferentes y eficaces hacia una sinodalidad mundial, hacia un  paradigma de relaciones solidarias que pase de los trágicos conflictos bélicos y egoístas enfrentamientos competitivos, al de la fraternidad-sororidad solidaria, propuesto por el papa Francisco. 

Nuestra Iglesia y su experiencia sinodal serán testimonios fecundos si con parresia espiritual, con audacia proponen y ponen en práctica todas las implicaciones trasformadoras en sí misma y en su compromiso por una sinodalidad mundial  a la que le empuja hoy la presencia de Dios en los signos de los tiempos (GS 11) para reconciliar el mundo en la justicia y en la paz.  

Sínodo
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