"El papa Francisco nos movió el banquito a todos" Sínodo de la sinodalidad: para darle sentido al tiempo y al espacio
"Habría también sacerdotes, religiosos y laicos, y entre ellos, mujeres.Una maravillosa sorpresa que a algunos le provocó la urticaria propia de "que nunca se hizo así", de que era una traición a la tradición, de que esta locura de un papa rondaba casi la herejía"
"¿No será que entre las causas del alejamiento de la gente de la Iglesia está el factor de que los ordenados creemos tener derecho para ostentar y ejecutar la suma del poder eclesial en lugar de escuchar, concertar, sumar, aglutinar y luego definir el rumbo? "
| Alberto Roselli, diácono y periodista, desde Roma
El sínodo sobre la sinodalidad ha llegado a su fin, luego que el papa Francisco en 2021 sorprendiera y desorientara convocándolo en medio del estupor que provocara el tema mismo: precisamente la sinodalidad.
Y, por si fuera poco, redundante con el término que definía -hasta éste sínodo- la convocatoria de sólo obispos de todo el mundo para abordar diferentes cuestiones que le inquietaran a los papas de turno.
"Sínodo de la sinodalidad". Así, entre comillas.
Si hasta tuvimos que aprender -literalmente- el significado de esa palabra, que hasta entonces se refería a una mecánica con sonido clerical referida a lo arriba expresado.
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Y resultó que "sínodo" significa "caminar juntos".
Por lo tanto ya desde el principio nos hizo abrir los ojos para ubicarnos, primero, y entender, después, que el tema de la convocatoria tendría fases previas, muy locales -parroquiales, comunitarias, de solo consagrados y consagradas, etc. -, diocesanas, regionales y nacionales, para luego abrirse a lo continental y terminar recién dos años después en dos sesiones de un mes cada una, dos octubres completitos, los de 2023 y 2024, donde unos 400 sinodales escucharían y aportarían, cada uno a su tiempo, propuestas, dudas, inquietudes, advertencias e ideas para definir, primero, el camino de un modo sinodal de la Iglesia y, después, que ese modo se exprese de forma misionera, es decir hacia afuera, mirando más a la gente concreta, sus vidas concretas, sus contextos concretos, sus realidades culturales y geográficas concretas.
Pero antes de seguir, también debimos dejarnos sorprender por esta propuesta de Francisco, cuando sin dudarlo decidió que este Sínodo -hasta ahora, como se dijo, sólo de obispos- no sería tal: habría también sacerdotes, religiosos y laicos, y entre ellos, mujeres.
Una maravillosa sorpresa que a algunos le provocó la urticaria propia de "que nunca se hizo así", de que era una traición a la tradición, de que esta locura de un papa rondaba casi la herejía, aunque a lo largo del tiempo no pocos almidonados y almidonadas se atrevieron a asegurarlo.
"Sínodo de la sinodalidad".... Y seguía sorprendiendo la expresión...
A medida que iban cumpliéndose las etapas durante la última mitad del 2021, todo el 2022 y mas de medio 2023 iba quedando claro que "caminar juntos", era eso: cada uno en lo suyo aportando y sobre todo escuchando.
Otro escándalo que repercutió en los medios del mundo sostenidos y propiedad de movimientos católicos de ultraderecha, muy poderosos, que todo estaría bien si ese caminar juntos dejaba el mando total a obispos, curas y fundadores que, con una pluricentenaria actitud de sólo poder, serían quienes decidirían, definirían y hasta trazaran el "camino" que sus laicos obedientes sin siquiera derecho a chistar deberían seguir.
La respuesta de Francisco fue su postura y su condena al clericalismo, como para despejar dudas.
A propósito: ¿cuánto de esto queda aún en nuestras parroquias y diócesis? ¿No será que entre las causas del alejamiento de la gente de la Iglesia está el factor de que los ordenados creemos tener derecho para ostentar y ejecutar la suma del poder eclesial en lugar de escuchar, concertar, sumar, aglutinar y luego definir el rumbo?
¿No tendrá que ver el que los consagrados hayamos estado -y aún estemos- convencidos de que tenemos que TRABAJAR con y por la gente predicando y sobre todo viviendo como Quien nos inspira, el Jesús de los Evangelios?
El papa Francisco movió mucho el avispero, tanto que a todos y todas de alguna u otra manera nos desacomodó.
Y las reacciones siguieron: los que se calmaron y se pusieron a pensar en serio y los que reaccionaron atacando y defendiendo lo que llaman la "tradición", como si eso fuera actuar tal cual como la Iglesia hacía en el medioevo, en los 1500, o incluso en los 1700 y 1800.
En 1965 se clausuró el Concilio Vaticano II.
Poco pudo implementarse, ya porque estas cosas llevan tiempo, ya porque fueron boicoteadas desde la estructura misma de la maquinaria rígida vaticana, ya por muchos de los famosos movimientos surgidos durante el papado de san Juan Pablo II, ya por comodidad de no pocas conferencias Episcopales en todo el mundo.
Iglesia donde todos, todos, todos tiene su lugar, abierta, hospital de campaña, que dialogue hacia adentro, pero sobre todo hacia afuera, cuya esencia sea el servicio a la misión y que priorice a los vulnerables, a los pobres en todo sentido, ya había sido delineado con mucha claridad en el Vaticano II.
Y llegó Francisco, creo que, para muchos profesionales de la fe, igual de sorprendente que san Juan XXIII.
Este último, un Papa anciano que sería una transición resultó ser quien convocó e inició dicho Concilio, que continuó y clausuró otro grande, san Pablo VI.
Con Francisco ocurrió parecido. Un ejemplar, encima jesuita, que desde el sur del tercer mundo hablaba de salir y de ser discípulos misioneros, protagonista de Aparecida, parecía ser alguien adecuado para dar una imagen de cambio sin que mucho cambie, un gatopardismo más político que pastoral.
Pero otra vez sorpresa; ¿papa un cura como Bergoglio? Bueno, entonces a trabajar como papa.
Y dejar planteado que lo que se dice de la realidad no solo es la realidad, sino que obliga a hacer cosas para mejorarla, y mejorarla es trabajar por la dignidad de todos, por la paz para todos, por el servicio cara a cara para que ese "todos" deje de ser un concepto general y tenga rostro y nombre propio.
Una locura... Una utopía que para muchos desacredita a la Iglesia... O bien, una locura, una utopía que da sentido a la vida, aunque todavía parezca ir en contra, un fracaso garantizado, un resignar espacios de poder para hacer del servicio LA manera... como Jesús hizo: fracasar y morir como delincuente sin garantía de futuro... y que 2024 años después siga siendo la persona más conocida y más motivadora de la historia de la humanidad, solamente porque hacía lo que decía y mejor: sigue haciéndolo e invitándonos a hacerlo cada día a cada uno; trascendiendo incluso a la mismísima Iglesia por el Él instituída... Como si fuera posible ponerle límites al Espíritu Santo.
Entonces, este sínodo, ¿ya es un fracaso? ¿Ya no le interesa a nadie?
Veamos: ¿nadie en el mundo quiere ser mejor, más feliz?
¿Todos renunciamos al derecho a la paz propia y ajena?
¿Nadie quiere que las injusticias que nacen del poder que da el dinero no sean siempre las ganadoras?
¿Ya nos dimos por vencidos?
Eso es el sínodo de la sinodalidad: un llamado del papa a la Iglesia a ponerse en marcha y extender ese llamado a cada persona que habita este planeta.
O la Iglesia sirve a todos o no es la Iglesia de Jesús.
O quienes pretendemos estar adentro nos tomamos en serio a ese Jesús de los Evangelios y no de los códigos vetustos y las costumbres con olor a humedad vieja, o este mundo, el de cada uno, seguirá siendo destruido en favor de unos pocos que nunca quedan satisfechos ni de riqueza ni de poder.
Es verdad, el Papa también tiene poder y mucho, a pesar de las permanentes campañas interesadas en desacreditarlo, también desde adentro.
Pero el tema no es tener o no poder. Es cómo y para qué utilizarlo.
El papa Francisco nos movió el banquito a todos. O nos hacemos cargo o seremos cómplices de la nueva esclavitud, la de nuestros hijos y nietos.
Conversión, servicio, apertura, compromiso colectivo.
El método, escuchar, opinar, discernir, decidir y dar tiempo, es decir, saber esperar, respetar los procesos y no detenerse nunca.
A propósito: el Papa convocó al jubileo del 2025 cuyo tema será la esperanza...¿Coincidencia?
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