"No es suficiente con haber publicado el Documento Final" Terminada la Asamblea, ¿cómo continuar la sinodalidad?

Los padres y madres sinodales, con el papa Francisco
Los padres y madres sinodales, con el papa Francisco

"Podemos preguntarnos si después de casi dos meses de concluida la Asamblea Sinodal y publicado el Documento Final, está llegando a las diócesis y parroquias y si se están dando pautas para su implementación"

"El Documento Final, tal y como está desarrollado, permite trabajarlo en grupos, en comunidades, en organismos varios, y sacar las líneas aplicables en cada contexto. Eso también tiene que ver con nuestro ser de personas adultas en la fe, corresponsables, propositivas, miembros activos en la Iglesia sin esperar a que todo venga dado desde instancias superiores"

"Vivimos momentos históricos en nuestra Iglesia; hagamos que siga vibrante la 'primavera' que nos regaló San Juan XXIII con el Concilio Vaticano II. Es tiempo de esperar con confianza, poniendo nuestra mejor versión para colaborar con amplitud de horizontes, saliendo de nuestros pequeños círculos, superando posturas radicales, tejer relaciones de libertad y respeto, en una común-unión que agradece la belleza del pluralismo que nos envuelve, volviendo siempre la mirada a Jesús"

El 27 de octubre pasado concluyó la Asamblea Sinodal. Pero la sinodalidad no se concluye porque es un proceso; casi me atrevería a decir que ahora comienza y nadie quedamos fuera -si es nuestro deseo- de este momento histórico de resurgir eclesial. Como sabemos, es un itinerario que tuvo su punto de origen en octubre del año 2021.

‘Informe RD’ con análisis y el Documento Final del Sínodo

Hemos ido haciendo un camino con diversas etapas: nivel diocesano, continental, universal; se han celebrado otros encuentros significativos como el de Párrocos para la Sinodalidad. La idea era recibir una invitación sin exclusiones, a participar en este río de agua revitalizadora en su participación, comunión y misión.

Cada persona en el lugar donde se encuentre, puede ser y sentirse miembro activo en la Iglesia. Con ese eje vertebral de la comunión en la diversidad. Asumiendo ser Pueblo de Dios con esta igual dignidad que nos da el bautismo. Y desde esa raíz común podemos embellecer, con la variedad de hojas, flores, frutos, el árbol que nos nuclea, la raíz que nos sostiene y fortalece, sin la tentación de la uniformidad, sino permitiéndonos ser plurales, apostando por un diálogo en plena libertad y respeto para enriquecer ese camino global.

Muy necesario mirar al futuro

Y para continuar este proceso, nos es muy necesario mirar al mundo, al actual y concreto, no el que ya pasó. En el Aula Sinodal hemos hecho muchas veces mención a los documentos del Concilio Vaticano II, sobre todo a la Lumen Gentium y a la Gaudium et Spes. No es casualidad, es que hemos experimentado que si no encarnamos nuestra fe y nuestro compromiso cristiano, podemos caer en “espiritualismos” que no trasforman la realidad. A veces nuestra mirada es condenatoria y se vuelve incapaz de divisar los brotes verdes que están surgiendo.

María Luisa Berzosa, en el Sínodo con el Papa
María Luisa Berzosa, en el Sínodo con el Papa

No es suficiente con haber publicado el Documento Final. Este es amplio y abierto y permite, con variados y sutiles matices, entrar a fondo en cada realidad, adaptarlo a los diversos contextos, hacer que su rico contenido no detenga el proceso, sino que lo afiance y enriquezca con la multiplicidad de situaciones que existen en nuestra Iglesia y en la sociedad en general.

El Documento está enmarcado en textos de Resurrección. No podría ser de otro modo.  Es el centro de nuestra fe: Jesús muerto y resucitado, que se hace Dios de la historia y camina a nuestro lado invitándonos a “echar las redes” una y otra vez, para obtener “una pesca abundante”, animándonos a ocupar un puesto en la mesa común: “un banquete para todos”.

Podemos preguntarnos si después de casi dos meses de concluida la Asamblea Sinodal y publicado el Documento Final, está llegando a las diócesis y parroquias y si se están dando pautas para su implementación

 Podemos preguntarnos si después de casi dos meses de concluida la Asamblea Sinodal y publicado el Documento Final, está llegando a las diócesis y parroquias, y si se están dando pautas para su implementación. A nivel estrictamente personal puedo aportar que estoy recibiendo muchas peticiones para ayudar a esta recepción y aplicación a la vida cotidiana del Sínodo de la Sinodalidad, en ocasiones puntualmente actuales, pero sobre todo de cara al futuro. En programas para el año aparecen espacios y contenidos que se refieren a seguir poniendo en práctica la sinodalidad. Es un dato significativo, aunque entiendo que muy particular.

Francisco con el cardenal Grech, secretario general del Sínodo
Francisco con el cardenal Grech, secretario general del Sínodo

Sería de desear que de la Secretaría General del Sínodo llegasen algunas indicaciones metodológicas para dicha aplicación a los diversos niveles, aunque insisto, en que el Documento Final tal y como está desarrollado, permite trabajarlo, en grupos, en comunidades, en organismos varios, y sacar las líneas aplicables en cada contexto. Eso también tiene que ver con nuestro ser de personas adultas en la fe, corresponsables, propositivas, miembros activos en la Iglesia sin esperar a que todo venga dado desde instancias superiores. Es un desafío grande,  no lo dudo,  pero apasionante.

El Documento Final tiene la gran novedad -gesto histórico- que no va a ser refrendado por ninguna exhortación papal. Francisco lo expresó así en su discurso al clausurar la Asamblea. Con su aprobación lo entregaba al Pueblo de Dios. Pienso que hay una coherencia con el proceso seguido, que comenzó invitando sin exclusiones a participar y elaborar el Documento de Trabajo, y ahora ya reflexionado y discernido en la escucha de las diversas instancias, se devolvía al Pueblo de Dios, donde se había originado.

La importante nota adjunta de Francisco

Por si esto no era claro o se ponía en duda su magisterio ordinario, un mes después el Papa publicó una nota adjunta donde entre otras cosas, expresa:

"Reconociendo el valor del camino sinodal completado, entrego ahora a la Iglesia todas las indicaciones contenidas en el Documento final, como restitución de lo que ha madurado a lo largo de estos años, a través de la escucha y el discernimiento, y como orientación autorizada para su vida y su misión.

El Documento Final participa del Magisterio ordinario del Sucesor de Pedro (cf. EC 18 § 1; CIC 892) y como tal pido que sea aceptado. Representa una forma de ejercicio de la auténtica enseñanza del Obispo de Roma que tiene algunos rasgos novedosos pero que en realidad corresponde a lo que tuve la oportunidad de precisar el 17 de octubre de 2015, cuando afirmé que la sinodalidad es el marco interpretativo adecuado para comprender el ministerio jerárquico.

Francisco, en el Sínodo de la Sinodalidad
Francisco, en el Sínodo de la Sinodalidad

Quedan aún por elaborar los 10 temas de estudio encomendados por el Papa a otras tantas Comisiones que trabajan en comunicación con los debidos Dicasterios y que están pidiendo nuestras aportaciones y sugerencias. Se pueden enviar al correo de la Secretaría General del Sínodo, quienes se las harán llegar a las Comisiones correspondientes (synodus@synod.va). Su tiempo termina el 25 de junio de 2025, por lo que sería una buena contribución hacer llegar nuestros deseos.

Quizá nos preocupa también el hecho de que estamos a punto de iniciar el Año Jubilar 2025 con el lema Peregrinos de la Esperanza, y podemos sentirnos divididos entre ambos acontecimientos, como si fueran contrapuestos. Nada más lejos. Los contenidos del Jubileo tienen que ver con perdón, reconciliación, conversión, liberación, puertas abiertas para que entremos todos, todos, todos, acogida sin discriminaciones,  grupos marginales al centro… temas profundamente sinodales, envueltos en el color esperanza que nos mantiene activos y vigilantes, que queremos ser una Iglesia “puesta en pie, no sentada”, como nos recordó Francisco en la homilía de la misa de clausura de la Asamblea. 

Vivimos momentos históricos en nuestra Iglesia; hagamos que siga vibrante la “primavera” que nos regaló San Juan XXIII con el Concilio Vaticano II. Es tiempo de esperar con confianza, poniendo nuestra mejor versión para colaborar con amplitud de horizontes, saliendo de nuestros pequeños círculos, superando posturas radicales, tejer relaciones de libertad y respeto, en una común-unión que agradece la belleza del pluralismo que nos envuelve, volviendo siempre la mirada a Jesús y su evangelio -como programa de vida- y que la Iglesia sea el camino que nos conduzca siempre a Él.

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