Pepa Torres, protagonista del encuentro del Grup Sant Jordi Trump, Bolsonaro, Salvini o Abascal: el ascenso del 'cristofascismo'
“La lógica burguesa ha endulzado el amor, quitándole su fuerza transformadora”, afirma la teóloga madrileña
Denuncia “la justicia que criminaliza la pobreza”, ya que esta “es una justicia injusta"
Así definía la teóloga Pepa Torres la manipulación del cristianismo por parte de dirigentes políticos como Trump, Bolsonaro, Salvini o Abascal entre otros, que utilizan la religión al servicio de sus intereses, perversos e inconfesables, con políticas migratorias xenófobas y racistas.
A pesar de todo, como decía la teóloga Pepa Torres en Barcelona, en la XV Jornada organizada por el Grup Sant Jordi de Defensa i Promoció dels Drets Humans (a la cual asistí el sábado 23 de noviembre), “el amor y la bondad existen incluso en tiempos de incerteza y de cólera”, como los que estamos viviendo, con gente que no llega a final de mes, con refugiados que llegan a nuestras costas, con jóvenes que han de dejar su tierra por falta de oportunidades y de trabajo, con los pobres que viven en nuestras calles...
Todos podemos comprobar “la cruel inhumanidad” de muchos dirigentes políticos, en “este tiempo de barbarie, con gente que ha perdido la vida intentando llegar a nuestras costes o con la barbarie “legítima” de leyes injustas”. Y en medio de este clima del todo inmoral, con gobernantes que miran por sus intereses, sin solucionar los problemas reales de la gente, también podemos descubrir “la belleza de la bondad, como la de Carola Rackete” o Òscar Camps.
Y es que “el amor y la bondad coexisten con el mal y la injusticia”. Por eso, como discípulos de Jesús, los cristianos estamos llamados a “denunciar” el mal y la injusticia “con la desobediencia”. Como decía Pepa Torres, no podemos vivir instalados en un “sí resignado, sino en el no rebelde”, para no ser gente que duerme, sino hombres y mujeres portadores de sueños.
Según la teóloga Pepa Torres, que trabaja en el barrio de Lavapiés, en Madrid, “la lógica burguesa ha endulzado el amor, quitándole su fuerza transformadora”. Por eso los cristianos y todos los hombres y mujeres de buena voluntad, estamos llamados a vivir “el amor que cuida de los otros”, para hacer realidad “el compromiso por el bien común”. Y es que “el amor nos desinstala y nos lleva a las periferias existenciales”, para así defender “a aquellos que el sistema intenta invisibilizar”.
Sueños de utopías solidarias y fraternas
Nuestra sociedad, para qu sea más humana, ha de hacer realidad “sueños de utopías solidarias y fraternas”, que han de ser como “la fecundidad de las raíces de los árboles, que le dan vida, “agudizando la sensibilidad”. Así despertaremos “del sueño de la cruel inhumanidad”, como dice Jon Sobrino, para “desobedecer a los dioses del capitalismo” y aplicar “nuevos modelos basados en la solidaridad y en la fraternidad”.
Como decía Pepa Torres, hace falta que “la creatividad haga posible nuevas relaciones entre los hombres”, para que “el capital no sea el centro” de nuestro mundo, sino que lo sea “la solidaridad”. Por eso, para vencer el desánimo y el “no hay nada que hacer”, “cada uno puede ser el cambio en el mundo”, para así construir “una alternativa social”, con “procesos de participación desde abajo, con valores diferentes de los hegemónicos”.
He participat en l'acte inaugural de la XV Jornada Sant Jordi convocada per cinc entitats, en què els ponents són l'activista social vinculada a les lluites de les dones Pepa Torres i el filòsof Josep Maria Esquirol. pic.twitter.com/BIDioZuQiS
— Marcel Joan Alsinell (@joanalsinella) November 23, 2019
"Todas las vidas valen lo mismo"
La teóloga Pepa Torres proponía recuperar (o reencontrar) cinco sueños que a menudo hemos perdido. El primero de ellos es que “todas las vidas valen lo mismo y ninguna persona es descartable”, como nos recuerda el papa Francisco. De esta manera descubriremos que “las diferencias no han de producir desigualdades”. Se trata de “reconocer al que es diferente, sin descalificarlo” y defender “el derecho a tener derechos”, como “el derecho a la desobediencia”. Solo así “las víctimas se pondrán en pié”.
El segundo de los sueños es el de reencontrar “la cultura del encuentro”, que nos ayude a “acortar distancias y a saltar fronteras” para “dar prioridad a las necesidades de las personas más frágiles”. Por eso Pepa Torres defendía la hospitalidad como un “signo profético”. Y es por eso mismo que la hospitalidad es criminalizada, ya que “la acogida rompe la neutralidad políticamente correcta”. Se trata también de que nos atrevamos a “arriesgar en el diálogo, sin imponer ritmos” y a entender que “el diálogo intercultural es la ternura de los pobres”, para así “reconocer el pluralismo que respeta las diferencias”, evitando las sospechas y los recelos.
El tercer sueño a recuperar es “el paso del yo al nosotros, eliminando el individualismo dominante, compartiendo lo que somos y lo que tenemos”.
El cuarto sueño es “potenciar el protagonismo de las personas”, para así “pasar de la competitividad a la competencia”, con el objetivo de “desvelar el coraje colectivo, favoreciendo dinamismos sociales y estructurales”.
Una humanidad creativa
Finalmente el quinto sueño es “cuidar de los demás”, ya que si somos “interdependientes y ecodependientes”, hemos de hacer posible que en nuestras relaciones “el dinero no sea el centro de todo”. Cuidar del otro ha de ser “un valor a descubrir”, ya que de la misma manera que Dios vela por la humanidad y por el mundo, también nosotros hemos de cuidarnos los unos a los otros y de una manera especial hemos de cuidar de los más frágiles, como nos pide el papa Francisco en su exhortación, “La alegría del Evangelio”, en los números 209 y 210.
Pepa Torres acabó su ponencia denunciando “la justicia que criminaliza la pobreza”, ya que esta “es una justicia injusta”. Pepa Torres nos invitaba a involucrarnos en la lucha a favor de la gente más vulnerable, a reivindicar una “humanidad creativa” y a no caer en el desánimo, a pesar de todo, ya que “cuando creemos que no podemos cambiar nada, es porque estamos instalados en el poder”, en un poder que nunca mira a los desvalidos, sino que, centrado en su bienestar, ignora a los que sufren. Por eso hace falta denunciar el “cristofascismo”.