El miedo, los miedos, la soledad y la Covid-19 Xaquín Campo Freire: "La culpa del maltrato en las residencias no es de las cuidadoras explotadas, es estructural"

Anciana en la ventana de una residencia
Anciana en la ventana de una residencia

"El miedo no es cosa propia y exclusiva de individuos considerados sólo singularmente. Puede afectar a toda una colectividad. Y es ahí, en la sociedad, donde nosotros aprendemos esa conducta desadaptativa y nos contagiamos incluso del pánico"

"Con la Covid se está produciendo esa otra amenaza, no menor y a tener muy en cuenta: la exageración del temor a lo desconocido"

"Al igual que hay incendiarios o pirómanos, enfermizos o interesados, que siempre existieron, también hay detrás grupos manipuladores y muy poderosos"

El miedo es un mecanismo que se asienta en nuestras vidas. Siempre está ahí para alertarnos de los peligros y, por veces, incluso nos salva la vida. Pero no siempre es así. Porque hay un miedo enfermizo que se nos engarza en el alma y, lejos de protegernos, nos inutiliza y nos amarga la existencia.

“El miedo es una perturbación del estado de ánimo que nos altera en tal medida que puede incluso hacernos perder la confianza en nosotros mismos y anular nuestros propios recursos a la hora de afrontar situaciones concretas, al ser percibidas e identificadas cómo peligrosas para el sujeto”.

Es preciso distinguir bien entre miedo real y patológico. 1) Si la amenaza es real, es lógico sentir temor. Con la mayor serenidad posible debemos prestar atención al problema, estudiar bien las posibilidades de solución y actuar en el espacio de tiempo y lugar más adecuado y oportuno. 2) Pero cuando nos sobrepasamos en las reacciones o éstas ya no guardan relación con las causas desencadenantes del miedo, entonces, se convierte en anómalo, se altera y bloquea la conducta normal de la persona y su estabilidad psicológica. Y todo el sistema de relaciones, con el ambiente y con los demás, se hallará seriamente perturbado.

El miedo no es cosa propia y exclusiva de individuos considerados sólo singularmente. Puede afectar a toda una colectividad. Y es ahí, en la sociedad, donde nosotros aprendemos esa conducta desadaptativa y nos contagiamos incluso del pánico.

Ancianos
Ancianos

Algo así nos puede estar pasando con la COVID-19: Se encendieron todas las alarmas. Hay una situación real, personal y colectiva, de verdadera alerta. Surge una llamada general y universal a despertar y a vivir muy atentos. La finalidad es clara: Buscar soluciones idóneas para activar los remedios que la ciencia vaya descubriendo y los organismos responsables y entendidos nos vayan indicando. Y en ello es preciso que todos seamos serios porque hay un riesgo real de peligro para la vida de mucha gente, en toda la humanidad. Por ello es precisamente una “pan-demia”: afecta a toda la población mundial. También “a mí”, a cada uno, personalmente y sin excepción. Pero hay además muchos otros daños colaterales consecuentes, de los que nos va a ser difícil y muy costoso salir. Y este miedo es real. Obedece a causas y datos reales. Por eso requiere una atención bien planificada y exige ser muy solidarios.

Pero, al mismo tiempo, se está produciendo esa otra amenaza, no menor y a tener muy en cuenta: la exageración del temor a lo desconocido. La desconfianza de todo y de todos y por veces contra todos. Esto acarrea consigo, una pérdida de paz interior, exasperación, desconfianza, no fe en la ciencia, ni en la gente, ni en la solidaridad, ni en los servicios sanitarios, sociales, políticos, económicos, etc. Se está viendo.

Incluso el miedo al miedo del que nos advierten tanto los sociólogos y los psicopedagogos por el daño nos hace en sus efectos psicológicamente incapacitantes y paralizantes. Se está generando una angustia colectiva, aún silenciosa, que se ve alimentada a diario por un exceso de información, ni siempre bien dada, ni bien recibida, ni bien digerida. Y hay, además, mucha desinformación.

Bolsonaro
Bolsonaro

Y están luego “las máquinas de meter miedo”, que son esas personas que disfrutan sembrando el pánico. Un ejemplo real de estos días: “Un grupo de gente joven, alguno de ellos madrileños, gritando: "Viva el coronavirus". “Os vais a morir todos". Copas en alto, sin máscara y en medio del público, recorrían en grupo una fiesta popular, quienes sí cumplían con las normas de distanciamiento social y máscara”. Es la denuncia de Cultura del Ayuntamiento de O Grove en su Facebook, indicando que tuvo que llamar a la Policía por el pánico que se produjo”. (Nòs Diario, 31-07-2020). En otras circunstancias sería sólo una gamberrada de chicos forasteros que habían bebido un poco más de la cuenta y se estaban divirtiendo.

Pero ahora, todo esto alcanza dimensiones generalizadas y de escala mundial. Y además venían de “Madrid”. Y esto también pasa a formar parte de la pandemia: contagia interiormente a individuos y a grandes multitudes. Sobre todo a los pobres, enfermos, ancianos, cuidadores, mujeres, niños, profesionales de la sanidad, presos, funcionarios de atención directa y de servicios que tienen que trabajar tantas veces a cara descubierta ante el público y la población y sin la protección debida ni adecuada, reutilizada y sin recambio, porque así se lo impone la situación laboral y, a veces, la desidia personal.

Al igual que hay incendiarios o pirómanos, enfermizos o interesados, que siempre existieron, también hay detrás grupos manipuladores y muy poderosos. Son esos profetas apocalípticos que surgen como augures miserables dentro de todas las organizaciones: religiosas, políticas, económicas, musicales, canciones, etc., que disfrutan viendo sufrir a las personas y a las colectividades. Pasa en las guerras, en las hambrunas, en las persecuciones masivas, etc.

Cola para hacer el test en una iglesia de El Bronx
Cola para hacer el test en una iglesia de El Bronx

Crean situaciones de huidas masivas desnortadas y despavoridas hacia ninguna parte. Ahora se encuentran potenciados por las facilidades de uso y abuso de las diversas “redes”, difundiendo tantas falsedades o verdades a medias que tenemos de soportar. Incluso de Jefes de Estado, digamos Trump, Bolsonaro, Putin, etc. (Recomiendo la lectura de “Fake news, poder y periodismo en la era de la posverdad y ‘hechos alternativos’”, de Carlos Elías).

No. No es este un problema menor. No es menor el daño que nos hacen los diversos grupos interesados en crear condiciones de miedo, temor, pánico y pavor. Las famosas fake-news: informaciones que proliferan y difunden adrede, que ya suponen un fenómeno altamente enfermizo. Nunca sabremos qué hay de verdad. Incluso los desmentidos posteriores, ya no sabes si creerlos o no. Todo eso aumenta los estados de ansiedad, depresión, rabia, impotencia, etc. Y aumentaron los suicidios en el mundo: “El suicidio es el problema más grave de salud pública en España. Cada dos horas y media se suicida una persona. El mayor número se produce entre los 40 y los 59 años. La mayor tasa se da en varones de más de 79.  Y en edades más tempranas el riesgo va en aumento” (https://waps.eres/. 25-XII-2019).

Como se trata de un asunto serio no estaría por demás hacer un seguimiento adecuado de estos problemas por parte de gente verdaderamente especializada, principalmente médicos, psicólogos, enfermeras, pedagogos, orientadores espirituales, etc. Pero es principalmente un problema de política sanitaria de primera necesidad.

Protesta contra el presidente ruso Vladimir Putin
Protesta contra el presidente ruso Vladimir Putin

Es una tarea de educación en y para la salud que implica a todos y a cada uno en la población mundial: “Salud para todos en el año 2000”, decía el programa de la OMS en la Conferencia de ALMA-ATA, (6-12- IX-1978). Y la de Ottawa, 1988, modificó el eslogan: “Salud entre todos para el año 2000”, dado que todos y cada uno somos agentes de salud y sin la colaboración activa de los individuos y de la población no se va adelante por mucho que avancen los profesionales. Pensemos, por ejemplo en el tabaquismo, el alcoholismo, las dependencias, etc. Si el individuo no toma parte no se avanza. De ahí la insistencia del “entre todos”. Una buena salud es el mejor recurso para el progreso personal, económico y social y es una dimensión importante de la calidad de vida, cuyo fin y objetivo es crear condiciones favorables para promocionar la salud. La Promoción de la Salud exige la acción coordinada de gobiernos, sectores sanitarios, sociales y económicos, autoridades locales, industria y medios de comunicación, etc. Por ello propusieron cinco grandes estrategias fundamentales para conseguir activar la Promoción de la Salud: Políticas de Salud Pública adecuadas. Crear entornos saludables. Reforzar la acción comunitaria. Desarrollar aptitudes personales. Educación para la Salud. Reorientación de los servicios sanitarios.” (Ottawa, 21- XI-1986).

¿Qué se hizo de todo aquello?: Fue derivando hacia la privatización economicista a partir de Margaret Thatcher y Ronald Reagan que creció de forma galopante y salvaje. Y en ésas estamos: ¿Por qué se le ataca tanto al epidemiólogo, Dr. Fernando Simón? ¿Quién y qué hay detrás? La destrucción de lo público. Analicemos bien los intereses.

"¿Qué se hizo de todo aquello?: Fue derivando hacia la privatización economicista a partir de Margaret Thatcher y Ronald Reagan"

Representantes del Gobierno. Funeral víctimas del Covid-19
Representantes del Gobierno. Funeral víctimas del Covid-19

Cuando se comienzan a notar los primeros indicios importantes de estas desorientaciones de conducta es interesante y fundamental que aparezcan personas con capacidad de escucha activa, sanante y sanadora. Con conocimientos y experiencia de generar paz y ser pacificadores. De infundir serenidad y buenas orientaciones. Hay mucha gente con experiencia vital, personalmente bien experimentada y buenas competencias. Pero también hay que saber acercarse, pedir ayuda y saber escoger. Porque ni tampoco todo es bueno ni está indicado. También aquí se puede hacer daño.

Puede ayudar mucho la participación en grupos con trayectoria acreditada en una verdadera relación de ayuda, counseling, generadores de autoestima, consideración positiva, aceptación incondicional, autenticidad, Todas esas calidades en las que tanto insistieron Carl Rogers, A. Maslow, Seligman, etc, y toda la escuela de la psicología positiva. Ya sería bueno que la sanidad pública tomara buena nota y vuelva a funcionar adecuadamente la relación con la población, corrigiendo y mejorando cuanto fuere preciso.

No podemos seguir expulsando de entre nosotros a los mejores recursos humanos que aquí formamos y luego los tratamos sin respeto y sin medios de vivir dignamente. Y me refiero a todos: incluidos y empezando por los cuidadoras/es y personal de higiene y limpieza de las Residencias de Ancianos, Centros Hospitalarios, Centros de Salud, Ayuda a Domicilio, etc. Y a  los voluntariados. En las cárceles hay la figura del “Interno de apoyo” que tantas vidas salvan y ayudan a reinsertar. Pues eso mismo vale para el “vecino de apoyo” en nuestra Galicia, vacía y vaciada.

Solidaridad y esperanza en residencias de ancianos gallegas
Solidaridad y esperanza en residencias de ancianos gallegas

Ayudaríamos a esos/esas de los que sólo hablamos en las elecciones pero luego olvidamos o solo hacemos ‘batidas sonadas’ para encontrar los cadáveres dos ‘nosos velliños e velliñas desnortados’ que sólo estaban acompañados fielmente por un ‘canciño’ que también él estaba solo. O pueden ser los sumidos en la soledad de los pisos o áticos sin elevador de cualquier ciudad del mundo. Sabemos que fallecieron por el olor extraño que se percibe en el cañón de las escaleras. Ni sabíamos que ahí vivía alguien. Entonces, sí. Damos cuenta a la Policía y se acabó la historia. Sólo eso.

Sabiendo todo esto, pienso: hoy yo ya prefiero morir solo en mi ‘casiña’ y no ir ‘a disfrutar’ en las “Residencias” de las delicias y promesas de la política del Sr. Feijoo o del grupo de turno. Y esto no es de ahora. Se venía denunciando de muchos años atrás. Pero detrás estaban las multinacionales de la especulación que aparecieron escandalosamente con el coronavirus. Están los datos en muchas entradas de Google. Basta poner: Maltrato y malos tratos a ancianos. Y aparecerá el horror. Y la culpa no es de cuidadoras explotadas en condiciones de esclavitud y desbordadas. Es un problema estructural y sé de lo que hablo. Hay mucha gente sin medios, que de no funcionar bien lo “público”, no tendrá oportunidades. El sufrimiento seguirá invisibilizado y será silencioso y silenciado. Pero tendremos una población bien enferma. Nuevamente enferma. Mal viviendo y peor muriendo. Pero la sociedad se divierte, que es lo bueno: Panem et circenses.

"No podemos seguir expulsando de entre nosotros a los mejores recursos humanos que aquí formamos y luego los tratamos sin respeto y sin medios de vivir dignamente"

Los ancianos, olvidados en toda Europa
Los ancianos, olvidados en toda Europa Efe

A esto se añade ahora el gran retraso de atención sanitaria y de salud en todas las otras patologías que quedaron ahí aparcadas y que también son de vida y muerte. Muchos retrasos en la atención precoz y a su debido tiempo, no admiten demora. Están ya causando muertes por no llegar a tiempo. Porque no se muere sólo de Corona-virus-19. Por mucho que nos hablen de la mágica teleasistencia, que tiene cosas muy buenas, pero no lo llena todo, no suple la presencial, ni lo soluciona todo.

“No tenemos en nuestras manos las soluciones para los problemas del mundo. Pero frente a los problemas del mundo tenemos nuestras manos. Y el Señor de la Historia nos mirará las manos” (M Menapace). Y, “con las manos de todos haremos un camino en la noche”, decía la canción. Siempre me impresionó la relación de Jesús de Nazaret con la gente y los discípulos, reflejada en el Evangelio: ¡NO TENGÁIS MIEDO! ¡La paz con vosotros! Tened confianza! ¡No viváis cansados ni agobiados!

Covid-19 en el mundo
Covid-19 en el mundo

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