La inviabilidad de las Fraternas (Rama femenina del Sodalicio) El carisma no se inventa: crónica de una muerte anunciada
"Este ha sido el primer pronunciamiento oficial de las Fraternas desde 2015, cuando explotó el escándalo del Sodalicio con el libro de Pedro Salinas y Paola Ugaz, 'Mitad monjes, mitad soldados'"
"Las fraternas no tienen esperanza. Este comunicado revela que llevan el ADN del Sodalicio hasta la médula y que siguen el mismo procedimiento que practican los sodálites, sólo que con 15 años de retraso"
"En esta reunión, Gonzalo Len les dice a las fraternas: frente a los ataques contra Luis Fernando, nuestra consigna es y será 'negar, negar y negar'"
"Todas fuimos y somos víctimas y perpetradoras de mayor o menor calibre en un sistema abusivo"
"En esta reunión, Gonzalo Len les dice a las fraternas: frente a los ataques contra Luis Fernando, nuestra consigna es y será 'negar, negar y negar'"
"Todas fuimos y somos víctimas y perpetradoras de mayor o menor calibre en un sistema abusivo"
| *Rocio Figueroa, teóloga, víctima del Sodalicio y ex superiora de las Fraternas
Es una situación deleznable la que ha provocado la Fraternidad Mariana de la Reconciliación (FMR) una de las dos ramas femeninas del Sodalicio, con su último comunicado firmado por la superiora Luciane Urban
Las Fraternas, junto a otras fundaciones de Figari, siempre han orbitado alrededor del Sodalicio, más o menos alejadas de la ‘estrella’ que las iluminaba: primero fue el Movimiento de Vida Cristiana, que agrupa a los laicos no consagrados. Luego la Fraternidad Mariana de la Reconciliación, que son las laicas consagradas con el mismo estilo de vida que los sodálites. Finalmente, las Siervas del Plan de Dios, asociación de fieles con hábito y dedicación a los necesitados.
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Sin embargo, este ha sido el primer pronunciamiento oficial de las Fraternas desde 2015, cuando explotó el escándalo del Sodalicio con el libro de Pedro Salinas y Paola Ugaz, “Mitad monjes, mitad soldados”. Todos estos años las caracterizó un profundo silencio, una falta de valentía de dar la cara, una falta de responsabilidad social de comunicar su posición. Este silencio, que al final es un tipo de palabra -pues quien calla otorga-, no hizo más que revictimizar a todas las que dentro de esa institución estaban heridas, hoy más si cabe por este comunicado. Con él quieren salir libres de polvo y paja. Buscan un chivo expiatorio.
Hace unos días una ex-fraterna publicó que había sido víctima de abuso sexual por parte de un sodálite y que las superioras la habían silenciado. Como respuesta, las autoridades de la Fraternidad han decidido tirar debajo del bus a la fraterna que ha sido denunciada por ocultar esta información y se escudan en el tan recurrido ‘nosotras no sabíamos nada de esta acusación’.
Las fraternas no tienen esperanza. Este comunicado revela que llevan el ADN del Sodalicio hasta la médula y que siguen el mismo procedimiento que practican los sodálites, sólo que con 15 años de retraso. Son las mismas tácticas de siempre: quemar a una persona para salvar a la institución; primar el control de daños sobre la verdad, manipular con medias verdades sin contar la historia completa. Los ataques de estos días a la ‘misión especial Scicluna-Bertomeu’ por parte del Sodalicio son el epítome descarado de estas prácticas perversas.
Permíteme, Luciane Urban, recordarte algunos detalles que has olvidado o, peor aún, que has ocultado en el comunicado.
Resulta que la fraterna que ahora quieres investigar, como tú bien sabes, fue ella misma víctima de acoso sexual por parte de Luis Fernando Figari. Fue ella misma la que en el año 2006, me visitó en Roma y me contó asustadísima que Figari había tratado de seducirla sexualmente. Tal fue mi shock de pensar que hirieran a otra fraterna que logré contarle que yo fui víctima de abuso sexual de Germán Doig cuando era menor de edad. En esa conversación, las dos empezamos a atar cabos. Es desde esa conversación que la fraterna en cuestión decide ayudarme en la investigación interna.
Fue ella la que convenció a las víctimas de Germán Doig para que hablaran y denuncien. Fue ella, la que desobedeciendo a Figari, viajó a Roma para cuidarme después de la operación del tumor y solidarizarse con quien estaba siendo perseguida. Fue ella, obligada por Figari a botarme de la Fraternidad porque ya sabía que lo estaba investigando, la que desobedece por segunda vez y le responde que no hay ningún motivo para expulsarme. Obviamente al día siguiente la sacó de superiora y le dice “te boto porque no expulsaste a Rocío Figueroa”.
Fue ella, la que quieres investigar, la que en el 2011 tuvo una reunión con los sodálites Eduardo Regal, Gonzalo Len y dos fraternas más del consejo en ese momento. En esta reunión, Gonzalo Len les dice a las fraternas: frente a los ataques contra Luis Fernando, nuestra consigna es y será “negar, negar y negar”.
En esta misma reunión, Eduardo Regal afirmó: “y agradezcan a Rocío Figueroa, porque si Luis Fernando Figari está moviendo su aprobación como Sociedad de Vida Apostólica es para que él no tenga que botar a Rocío sino para que la bote la nueva superiora”. Es decir, las gestiones de Figari para que las Fraternas fueran reconocidas como Sociedad de Vida Apostólica, por su intención torcida y malvada, viciaron desde el primer momento su aprobación canónica.
Fue ella misma, la que tú ahora quieres investigar, la que con las otras dos fraternas no siguieron la consigna de negar y callar. Después de esta reunión comprobaron que los sodálites eran incapaces de reformarse por dentro. Entonces buscaron, por supuesto inútilmente, al Cardenal Juan Luis Cipriani para denunciar el encubrimiento de los sodálites y para ofrecer los testimonios de las que habían sido abusadas sexualmente por sodálites. Fue también ella misma quien llamó a la denunciante mencionada en este comunicado para presentar su testimonio. Aunque obviamente, nada de esto llegó a Roma. Y porque nada llegó a Roma, ella en persona, tu ‘investigada’, fue a denunciar a Figari ante la Congregación de la Vida Consagrada y dio su testimonio personal al Card. Joao Braz de Aviz, que por supuesto, junto con Mons Rodríguez Carballo, tampoco hicieron nada.
Además, aquí no se trata sólo de unas cuantas que abusaron. Todas las que fuimos superioras, coordinadoras, formadoras, consejeras espirituales, las que hacían apostolado ...todas hemos abusado. Todas fuimos y somos víctimas y perpetradoras de mayor o menor calibre en un sistema abusivo. Hasta aquella que nunca tuvo autoridad, sólo con mirar a una fraterna y decirle con dureza “tu falda está demasiado alta” “o no puedes ponerte ese polo porque se te ven las formas” se convertían en perpetradoras de abuso espiritual.
Nos convertimos en policías y cómplices del machismo y control sexual de Figari y su banda. Éramos todas miembros o delatores de una especie de ‘escuadrón anti vicio’ iraní: ¿recuerdas cuando Figari exigía que toda la que entrara a la Fraternidad fuera virgen (y por supuesto nada de esto exigía a los sodálites), pues las chicas inocentes eran más fácil de controlar? Lo que me dijo una religiosa de Ghana este año se aplica a ustedes perfectamente: “La cuestión es que hemos estado sometidas a un abuso espiritual sin darnos cuenta, pero también hemos estado perpetrando abusos contra nuestras hermanas, haciendo sus vidas difíciles”.
Porque hasta el día de hoy, mi querida Luciane, se siguen cometiendo abusos espirituales en la Fraternidad. Es de sobras conocido que algunas fraternas se acaban de quejar al arzobispo de Lima, Mons Carlos Castillo, por el abuso espiritual al que tú y las que te asisten en el gobierno de la Fraternidad someten a las fraternas, utilizando el consejo evangélico de la pobreza para controlar hasta los particulares más intrascendentes de sus vidas. Hasta el punto que nadie puede recibir un regalo si es que la superiora no lo aprueba antes.
Eso se llama “abuso espiritual’’, una forma de abuso de poder emocional y psicológico. Te ofrezco una definición del mismo por si ayuda, aunque me temo que ya es demasiado tarde: “el abuso espiritual se caracteriza por un patrón sistemático de comportamiento coercitivo y controlador en un contexto religioso. El abuso espiritual puede tener un impacto profundamente dañino en quienes lo experimentan. Este abuso puede incluir manipulación y explotación, rendición de cuentas arbitraria, censura en la toma de decisiones, requisitos de secreto y silencio, coerción para conformarse, control a través del uso de textos bíblicos o enseñanzas sagradas, la exigencia de obediencia al abusador, la sugerencia de que el abusador tiene una posición 'divina', aislamiento como medio de castigo, y superioridad y elitismo (Lisa Oackley, Escaping the Maze of Spiritual Abuse. Creating Healthy Christian Cultures 2019). A ello añadiría que un gobierno eclesial sin instancias de rendición de cuentas es presa fácil del abuso espiritual.
Fui una ilusa al pensar que ustedes podían cambiar al separarse del Sodalicio. Aunque dejé la Fraternidad rota y sin rumbo, me quedaba el sueño de esas cinco chiquillas que comenzamos con un espíritu de auténtico amor y servicio a Dios, aunque por cuatro años Figari ni nos mirase. Ese es el sueño que Figari y los sodálites destruyeron. No quedó nada de ello. Por ello, tras conocer los abusos de Figari y su núcleo duro y, con la redacción de unas nuevas constituciones, intentar desviar más lejos la órbita de esta enana blanca en que se ha convertido el Sodalicio, ahora todo me queda claro. Las nuevas constituciones son solo letra en un papel mojado.
En la Fraternidad no hay espíritu. Y no hay espíritu pues nunca hubo carisma original. Y como no hay carisma ahora están divididas, unas pro-sodálites y unas contra sodálites, unas fanáticas por una pobreza sin alma y otras en contra. Pero todas, todas perdidas y sin norte. Este caminar errático de las fraternas, sin poder nunca acertar la vivencia justa de los consejos evangélicos, en este caso la pobreza, creo que es un claro signo de que no se puede forzar un carisma. Está o no está. Se recibe o no se recibe. No insistan: de Figari no pudieron recibir nada bueno.
El éxito de la regla de San Benito, probada por 1500 años de historia, es prueba de su autenticidad. Por comparación con engendros recientes como la obra de Figari, S Benito y, con él, todos los grandes fundadores, no van a las particularidades que ahogan la vocación sino que dan las pautas generales para que las personas lo vivan como adultas, según sus contextos y situaciones personales. Estimulan la madurez, no infantilizan. Invitan a cuidar unos de otros con la mirada de misericordia del Padre, no a abusar del vulnerable con la idolátrica pretensión de sustituir al Creador. S Benito, por ejemplo, nunca pretendió opacar la libertad, la creatividad y la confianza de los que, por opción y no por imposición, escogían los consejos evangélicos.
Pero claro, al no existir carisma, tu y tu consejo se atribuyen ser la voz de Dios y con reglas rígidas y controladoras pretenden la unión a través de la uniformidad. Hay precedentes en la Iglesia: las religiosas jansenistas de Port-Royal en el s. XVII, practicantes radicales del ascetismo rigorista, eran conocidas por ser "puras como ángeles y soberbias como demonios". No te equivoques Luciane: si no hay carisma y una obediencia de todos a un Espíritu común, nada las unirá más allá de un fanatismo diabólico que solo genera violencia.
Por ello siento ser tan directa, pero el futuro de las Fraternas es inviable como lo es el de todas las fundaciones de Figari. El comunicado lo explicita: es simplemente la crónica de una muerte anunciada.
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