"El SCV es un engaño, una estafa. Y los que le han creído, no tienen la culpa, los han estafado" "Está clarísimo que el Sodalicio tiene las cuatro características de las sectas"

Sodalicio
Sodalicio

"Dinero, propiedades, sexualidad, mano de obra barata y todo lo que se podía exprimir de los prosélitos era necesario. Sangrarlos"

“El programa de 'reforma del pensamiento' o 'lavado cerebral' (Thaler y Lalich, 1995) es central en la organización del grupo"

"El líder es alguien que se atreve a usar a los demás como objetos. Esto es clave"

"Sin seguidores, no existe secta. Son el elemento clave. El dinero o el poder también lo son, pero suelen llegar con la gente. En este caso, el menú de todo tipo de explotación también llega con los prosélitos"

En un artículo previo he descrito brevemente cómo funciona la mente fanática y cómo funcionan los grupos dirigidos por la mente fanática. El espacio no me permite ir hoy de nuevo por ahí. Iremos a otra pregunta.

¿Es el Sodalicio una secta o culto? 

Para responder a esta pregunta voy a poner una cita de otro autor:

“Un culto es un grupo o un movimiento social que en grado significativo: (a) muestra una exagerada devoción o dedicación a una persona, idea u objeto, (b) utiliza un programa de reforma del pensamiento para persuadir, controlar y socializar a sus miembros, (c) sistemáticamente induce estados de dependencia psicológica entre sus miembros, (d) explota a los miembros para conseguir las metas de los líderes y les causa daño psicológico a los miembros, sus familias y la comunidad a la que pertenecen” (Langone, 1993). 

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Fanatismo

Dicho esto, está clarísimo que el SCV tiene estas cuatro características. El amor a su “padre fundador” no necesita ser explicado. La inducción a estados de dependencia es clave también: no nos decían a los que entrábamos que nuestro compromiso era con la institución. Es decir, no nos decían que legalmente todos los compromisos que hacíamos eran retrotraíbles. Porque no eran con Dios. Nos dejaron creer un error. Y por temor a traicionar a Dios (que en realidad era nuestro terrorífico padre fundador) irnos era visto como lo peor que uno podría hacer y una condena segura a la infelicidad y el infierno (el infierno era quedarse y el miedo al padre fundador era totalmente justificado, natural y saludable).

De la explotación no hay mucho qué decir: dinero, propiedades, sexualidad, mano de obra barata y todo lo que se podía exprimir de los prosélitos era necesario. Sangrarlos. Y si se loqueaban, era muy frágil y había que desecharlos. Y si se defendían: eran locos, malas personas a las que no había que frecuentar: “les faltaba conversión”. 

La última de las características: “el programa de “reforma del pensamiento” o “lavado cerebral” (Thaler y Lalich, 1995) es central en la organización del grupo. Esta modificación tiene que ser aguda y dirigida sistemáticamente por quienes “orientan” a la persona. El programa apunta a la adopción de una ideología y/o un patrón de comportamientos únicos (a estructurar la mente de manera fanática, se podría decir). Pero la adopción de la ideología no se justifica por la ideología misma, sino por las necesidades de los promotores de la ideología de tener personas a su servicio dispuestas de determinada manera.

Este programa de reforma del pensamiento es el responsable de que el culto comparta las características de una institución total (Goffman, 1961). San Bartolo o las casas de formación son justamente eso. Lo que se logra es suplantar la personalidad real de la persona con una pseudopersonalidad totalmente adaptada al “estilo y espiritualidad” de la secta. Más aún, este fenómeno de formateo lo extendería a todas las instancias en que su ideología (porque no es religión) se inculca porque cumple la misma función: conseguir gente y poder. Porque este fenómeno es ése: la perversión del poder, del poder absoluto (sobre la muerte), que pervierte absolutamente.

Caso sodalicio
Caso sodalicio

Elementos básicos de una secta

El primero es el líder. Es alguien que se atreve a usar a los demás como objetos. Esto es clave. A través de la manipulación, copia o tergiversación de un discurso (ni siquiera tiene que ser propio ni profundo) logra que las necesidades de los demás lo identifiquen a él como la fuente de la felicidad o como el ejemplo del camino a seguir para ser feliz. Alguna vez vi a Figari decir que él era el ejemplo para los sodálites que querían hacer apostolado. En los grupos fundamentalistas criminales (porque no todos los grupos fundamentalistas son criminales) normalmente el líder es un psicópata: una persona para la que la perentoriedad de sus deseos es la ley que le imprime a sus seguidores, que son servidores descartables. 

El segundo elemento serían los seguidores. Pareciera que los seres humanos, quizás por nuestra propia naturaleza mamífera, necesitamos colgarnos de algo para sentirnos seguros. En la raíz de los fenómenos masivos de seguimiento a líderes está esto. Es la raíz inconsciente. Así es como nos identificamos con los líderes. Cuando el líder es criminal, o por lo menos perverso, seremos usados absolutamente para sus fines, creyendo lo que nos dice así nuestra conducta sea totalmente opuesta al discurso. Ver el nivel de agresión y organización hasta política de la defensa de lo indefendible, totalmente opuesto a la ley cristiana e incluso a la ley peruana, prueban lo que estoy diciendo. Sin seguidores, no existe secta. Son el elemento clave. El dinero o el poder también lo son, pero suelen llegar con la gente. En este caso, el menú de todo tipo de explotación también llega con los prosélitos.

Los últimos dos elementos se pueden mencionar juntos: el discurso y el contexto. Son claves considerando lo anterior. En este caso en particular, como lo puede comprobar cualquier teólogo algo culto, el discurso sodálite es más bien pobre, “copia y pega” de varias otras espiritualidades y nada innovador. Casi como el de Sendero Luminoso (otro grupo fanático cuya mente funcionó igual, pero a otro nivel de criminalidad y de estratos sociales): un pirateo de autores famosos. Pero tiene que haber discurso. Como los seres humanos nos colgamos de algo con lo que nos identificamos, ya el discurso no es necesario. Fuimos seducidos. El discurso sirve como autojustificación, pero el discurso no nos transforma en nada. Son el apego al líder y el formateo lo que nos enceguece. 

Papa y Figari

El último elemento es el contexto. En países cristianos, los discursos serán cristianos. El cristianismo bien entendido no es un fanatismo. Pero tergiversado lo es claramente: dar la vida por el fundador, la institución, captar a los más que podamos y eliminar a nuestros enemigos (los que no quieren ser captados y se dan cuenta del engaño). La corrupción, la falta de instituciones y la política mafiosa que abunda en nuestro país son un caldo de cultivo para grupos de distinto nivel de criminalidad.

A fin de cuentas, el SCV es eso, un engaño, una estafa. Y los que le han creído, no tienen la culpa, los han estafado. Y ahora tienen que sacarse el lastre de la pseudopersonalidad que les han impuesto. Es un camino largo el que tienen que recorrer los que se atreven a dudar del “carisma del fundador”. 

Y con esto cierro. Por la teología que los mismos sodálites me enseñaron, el carisma era un don que el Espíritu Santo depositaba en una persona para señalar un camino de santidad. ¿De verdad es posible pensar que esto es un carisma? ¿Dios que es omnisciente y omnipotente puede ser tan sádico de suscitar un carisma entre Figari y sus secuaces? ¿De verdad quieren creer eso? Creo que es más fácil hasta fundar una nueva institución que creer eso. Pero el fanatismo siempre tiene una alta cuota de absurdo. Y ahí lo tienen. Y lo siguen demostrando con el espíritu nada cristiano de sus defensores.

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