"Y además hay que sugerirle, y facilitarle, que se cuide, bastante más que lo hace" Hay que cuidar al Papa Francisco

El Papa, en silencio durante el Via Crucis
El Papa, en silencio durante el Via Crucis

Es, y está, ya mayor, pero además la imagen que se nos ha ofrecido con referencias a los dolores que sufre en su rodilla, y que hasta le impidieron hacerse presente en alguna de las celebraciones programadas, reclaman mayores atenciones y cuidados, con  urgencia

Estando como está el papa, con sus achaques y preocupaciones a cuestas – sobre los hombros de su cuerpo y de su alma- , será ocioso, improcedente e indecoroso  que, por ejemplo,  determinados obispos y Conferencias Episcopales, provinciales o nacionales,  sigan empeñados en invitarle a que se desplace  a entreabrirles las puertas de “Años Santos”, o presidir  inauguraciones  o “tomas de posesión”

Al papa Francisco hay que cuidarlo. Y además hay que sugerirle, y facilitarle, que se cuide, bastante más que lo hace.  Es esta una de las conclusiones más dolorosas a la que mayoritariamente llegaron quienes con devoción, atención y piedad, siguieron el ceremonial de la Semana Santa retransmitido con fidelidad por Televisión. Es, y está, ya mayor, pero además la imagen que se nos ha ofrecido con referencias a los dolores que sufre en su rodilla, y que hasta le impidieron hacerse presente en alguna de las celebraciones programadas, reclaman mayores atenciones y cuidados, con  urgencia.

Papa-papa solo hay uno. Y es, y se llama Francisco, con el exclusivo apellido al de Asís, en la Umbría italiana. A un papa como el que tenemos con tal nombre y apellido, hay que cuidarlo con esmero y sin ahorrase esfuerzos y sacrificios de ninguna clase, además de la correspondiente proporción de oraciones personales y comunitarias, litúrgicas o para- litúrgicas.

Un Francisco fatigado y dolorido no presidió la Vigilia Pascual
Un Francisco fatigado y dolorido no presidió la Vigilia Pascual

Por fin, transcurrido el puñado de años, postconciliares por más señas, en los que apenas si en la Iglesia hubo  papas, al llamado Francisco hay que facilitarle medios generosos para una larga y  fructífera vida en su condición de Obispo de Roma – “Siervo de los siervos de Dios”- y en contacto y disponibilidad con el pueblo en su diversidad de estamentos, interrogantes, necesidades, gozos, tristezas  y esperanzas. De Juan Pablo II y de Benedicto XVI no son pocos los convencidos de que, más que papas , el primero de ellos  fue por profesión viajero y acérrimo  peregrino  por los  caminos del anti-comunismo, e impertérrito movilizador de masas “en el nombre  y mayor honra y  gloria, de Dios”. 

Benedicto XVI pasará a la historia como un buen teólogo por vocación, e intransigente con quienes n mantuvieran opiniones  o doctrinas distintas a las  suyas -oficiales-, y sobre todo por su gesto casi inédito en la historia de la Iglesia de renunciar al papado,  absolutamente convencido de sentirse sin fuerzas para afrontar la  urgente y profunda reforma de la misma.

Durante los años pontificios referidos -y aún antes- y con alguna que otra humilde y santa excepción- , papa-papa fue y  como tal ejerció, la Curia Romana . Esta, en sus canónicas, que no dogmáticas, decisiones, rigió y administró la Iglesia  con denodada frecuencia y con más que dudoso “orden y concierto” y al margen, y aún en contra,  del  santo Evangelio y a la sombra impune  de los “secretos oficiales”. La exposición de hechos y casos datados, sería -está ya siendo- vergonzosa e interminable, pese a la invocación frágil de la “misericordia de Dios” y de que “no conocían su realidad”, aunque los beneficiarios directos, y los de su grupo, en esta vida y en la otra, disfrutaran   con tranquilidad de conciencia, según la terminología indecorosa y blasfema de la que hacían uso  por la gracia divina.

El Papa vence su dolor de rodilla y vuelve a la cárcel para lavar los pies de los presos de Civitavecchia
El Papa vence su dolor de rodilla y vuelve a la cárcel para lavar los pies de los presos de Civitavecchia

(Ya sé que este lenguaje les resultará inapropiado a algunos y herirá las membranas pituitarias de sus oídos piadosos…Pero honradamente ¿es posible definir comportamientos , silencios,  gestos, beatificaciones, engrosar el Santoral, - o retrasarlo-,  presencias y ausencias , según conveniencias o ayudas monetarias, cuyo destino no siempre, es decir, sistemáticamente, era -y sigue siendo- desconocido, hasta que, por fin, y gracias sean dadas a Dios se rompa el velo de la reforma “franciscana” pendiente?)

Estando como está el papa, con sus achaques y preocupaciones a cuestas – sobre los hombros de su cuerpo y de su alma- , será ocioso, improcedente e indecoroso  que, por ejemplo,  determinados obispos y Conferencias Episcopales, provinciales o nacionales,  sigan empeñados en invitarle a que se desplace  a entreabrirles las puertas de “Años Santos”, o presidir  inauguraciones  o “tomas de posesión” .

El papa Francisco no está para fiestas como estas.  Tampoco la Iglesia, aunque por otros motivos, está para ellas, aunque den la impresión informativa los medios de comunicación, de que esta es su tarea “pastoral” única, o , al menos, la más socorrida.

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