Josep Miquel Bausset “Cuanto más importante seas, más humilde te has de hacer”
Los políticos (y todavía más los hombres de Iglesia) habrían de seguir el consejo del libro del Eclesiástico. Cabe recordar que la humildad no acostumbra a ser un valor que guste a los políticos
San Bernardo nos dice que si un hombre quiere atravesar una puerta que es más pequeña que su altura, habrá de bajar la cabeza para de no darse un golpe y poder así entrar por la puerta
La sabiduría, la autentica sabiduría que permite llegar a pactos de gobierno, ha de ser siempre humilde, para reconocer la verdad del otro y comprender sus razones
La sabiduría, la autentica sabiduría que permite llegar a pactos de gobierno, ha de ser siempre humilde, para reconocer la verdad del otro y comprender sus razones
Es así como el libro del Eclesiástico (Ecli 3:18) elogia la humildad, que siempre es fuente de entendimiento con los demás y camino que favorece la convivencia.
Cabe recordar que la humildad no acostumbra a ser un valor que guste a los políticos. Tampoco, generalmente, a los hombrees de Iglesia, ciertamente. La prueba de esto es que llevamos más de cuatro meses sin alcanzar un acuerdo, para que el actual presidente del gobierno español pueda ser investido y de esta manera pueda formar nuevo gobierno, que ahora permanece en funciones debido en buena medida a la falta de humildad de los representantes del pueblo.
El candidato socialista a presidente del gobierno, con123 escaños, no puede negociar su investidura despreciando a los otros partidos, pidiendo a unos la abstención y a los otros el voto afirmativo, ya que sus diputados no representan sino un poco más de la tercera parte del total de diputados del congreso.
Sería más comprensible la actitud actual, poco humilde, del candidato Pedro Sánchez, si hubiese conseguido 170 escaños, ya que podría hacer valer su resultado, muy holgado, para negociar su elección con más fuerza que la que ahora tiene con solo sus 123 diputados. Y es que como dice el libro de los Proverbios, “el orgullo del hombre lo humilla, pero el de espíritu humilde obtiene la gloria” (Pr 29:23).
San Bernardo tiene un sermón donde pone una imagen muy gráfica para ilustrar la importancia de la humildad en la vida de las personas. Este santo abad nos dice que si un hombre quiere atravesar una puerta que es más pequeña que su altura, habrá de bajar la cabeza para de no darse un golpe y poder así entrar por la puerta. Aunque que esa puerta sea solo un centímetro más baja que la estatura de quien quiere pasarla, éste habrá de bajar la cabeza para poderla pasar. Y en política (también en la Iglesia) desgraciadamente nos obstinamos a querer conseguir alguna cosa sin agazaparnos, sin saber negociar de una manera humilde y razonable. Por eso nos bloqueamos y no podemos conseguir lo que nos proponemos, por más golpes en la cabeza que nos demos.
Iría muy bien, como nos decía el Evangelio del domingo pasado (Lc 14:1a.7-14) que los políticos (y todavía más los hombres de Iglesia) no fueran buscando los primeros puestos. Por eso el papa Francisco recuerda a los pastores de la Iglesia que si quieren ascender o escalar, que vayan al Everest, ya que los que guían a las comunidades cristianas han de ser servidores de todos. No amos.
Santiago en su carta también nos anima a buscar la humildad: “Quien es sabio? Que muestre por un buen comportamiento sus obras con una sabiduría humilde” (3:13). Y es que no hay una sabiduría orgullosa o soberbia. La sabiduría, la autentica sabiduría que permite llegar a pactos de gobierno, ha de ser siempre humilde, para reconocer la verdad del otro y comprender sus razones.
En la homilía del 19 de diciembre de 2013, el papa Francisco también nos invitaba a la humildad, sin la cual no podemos hacer nada de bueno: “La humildad es necesaria para la fertilidad”. Es decir, para poder conseguir pactos y acuerdos. Para poder entenderse con los adversarios.
Por el contrario, el orgullo y la vanagloria, dos pasiones destructivas, nos conducen a la arrogancia, con la pretensión de saberlo todo, de creerse uno en posesión de la verdad, a la autocomplacencia y al deseo irracional de dominar a los demás.
El domingo pasado, el papa Francisco en las palabras que dirigió a la gente reunida en la plaza de San Pedro en la hora del Ángelus, decía: “La carrera a los primeros puestos hace daño a la comunidad, tanto civil como eclesial, porqué tira por el suelo la fraternidad”. El papa Francisco nos recordaba que Jesús “nos muestra siempre la vía de la humildad, porqué es la más auténtica y la que permite mantener relaciones auténticas”. Y es que, como nos decía el papa, desgraciadamente “buscamos el primer puesto para afirmar una pretendida superioridad sobre los otros”.
También San Benito en su Regla, dedica todo el capítulo siete a exhortar a los monjes a vivir la humildad, como un camino que humaniza las relaciones fraternas.
Y es que la humildad nos hace servidores de los otros, cosa que habrían de recordar los políticos, que si han estado elegidos es para que lleguen a acuerdos y a pactos con los adversarios, para de esta manera servir a los ciudadanos.
Por eso los políticos (y todavía más los hombres de Iglesia) habrían de seguir el consejo del libro del Eclesiástico: “Cuanto más importante seas, más humilde te has de hacer”. Seguro que así las relaciones de los políticos entre ellos y con los que los han votado, serian más cordiales y más humanas y la formación de un nuevo gobierno no necesitaría, como está pasando ahora, cuatro meses de espera o nuevas elecciones.