Reflexiones sobre las Hermandades y Cofradías de la Semana Santa "Los jóvenes se siguen inscribiendo y las mujeres se van haciendo hueco"

(Antonio Aradillas).- En tiempos litúrgicos próximos a la Semana Santa -"Semana Mayor " por antonomasia, tanto civil como religiosamente-, reflexionar acerca de cofradías, hermandades, "desfiles procesionales", solemnidades, tradiciones populares y hasta de gastronomías, es provechoso para el cuerpo y para el espíritu.

En esta ocasión nos sirve de guía-hermano mayor, Antonio Bonet Salamanca, licenciado en Geografía e Historia, doctor en Historia del Arte, diplomado en Pastoral por la Universidad Pontificia de Salamanca, director de la revista "Pasos" y activo colaborador de la idea de promocionar las Semanas Santas Españolas como "Patrimonio de la Humanidad" por parte de la UNESCO, y además, y sobre todo, laico o seglar, lo que lleva consigo plena libertad para opinar desde el pueblo-pueblo sobre los "misterios" que puedan entrañar estos actos e instituciones sagradas.

Es precisamente este "misterio" el que en parte obliga a enceldar el número exacto de Hermandades-Cofradías registradas oficialmente en España, en los Boletines Oficiales de sus respectivas diócesis. No hay censo alguno de ellas. Se asegura que son unas 8.500, y que, entre todas, sobrepasan con creces los dos millones de cofrades. Por citar algunos ejemplos, en Sevilla-capital y provincia- procesionan por sus calles y plazas unos 600.000 cofrades. Hay cofradías que cuentan con diez o doce mil afiliados. En ocasiones, uno de cada tres habitantes, y aún antes de ser bautizado, es ya hermano o cofrade.

Emerge la apreciación de que, por encima de cualquier contingencia, los cofrades-hermanos lo son porque así siguen queriendolo, sin más requisito de cualquier otro tipo relacionado con que si son o están divorciados, si son ricos o pobres, si de un partido político, de otro o de ninguno, de izquierdas o de derechas, o si son o no "practicantes".

Pagan su cuota anual, cuyo canon está establecido entre los 15-20 euros, asisten y participan en determinados actos de obligado cumplimiento, visten el hábito que iguala a todos los miembros de las cofradías como otros tantos hermanos, desapareciendo automáticamente las clases sociales, con inclusión de los aristócratas, que suelen inscribirse en las tradicionales, pomposas e ilustrísimas Órdenes de los Caballeros de Malta, Calatrava, Alcántara, Santiago, Montesa y otras. Pero eso es otra cosa, que aquí y ahora no nos corresponde tratar.

En general, los cofrades-cofrades hacen y son pueblo. El pueblo de Dios. Con identidad propia y evangélica. Pobres. Necesitados de ayudas humanas y divinas. Asisten -participan- en las procesiones -nada de "desfiles procesionales"-, de sus cofradías -penitenciales, sacramentales o de gloria-, con su hachón encendido , o en calidad de carguero, bancero, costalero, portador, andero, trabador, cargador, hombre de trono u horquillero.

¿Son ricas o pobres las cofradías, con sus respectivas coronas, y abalorios, vestiduras y bordados? De sus riquezas hay que asegurar que son las propias de los pobres. Son sus piropos, "glorias", vítores, saetas y "alabanzas". Son expresiones ciertas y veraces de amor y devoción de quienes se sacrificaron, privándose de gustos, caprichos y hasta de necesidades, con el fin de testimoniarle a Dios, a la Virgen y a los santos, el amor que experimentan y sienten.

¿Son, y ejercen, solo o fundamentalmente los cofrades-hermanos en las procesiones de la "Semana Mayor"?. No. A lo largo del año tienen reuniones, con especial mención para las dedicadas a su formación cristiana y a obras sociales. Con sus aportaciones económicas,-"bolsas de caridad"-, es posible dotar de becas a seminaristas y atender obras de asistencia a pobres y a enfermos, además de organizar y sufragar los actos de devoción y de culto.

¿Relaciones con la Iglesia oficial y su jerarquía? No siempre son y están tan santas y santificadas como debieran y quisiéramos nosotros que fueran. A los miembros de la jerarquía eclesiástica en general, les cuesta mucho prescindir de sus posiciones del "ordeno y mando", con olvido consciente o inconsciente de que en estas parcelas de la religiosidad popular, todos -ellos también-, somos co-frades, es decir, simple y llanamente nada menos que "hermanos". Todas las hermandades-cofradías disponen de un "padre espiritual", "pudiente", capellán, director espiritual o consiliario, que nombra el obispo, pero que deberíamos ser nosotros quienes los votásemos.

¿Votar? Sí, votar. Al igual que en la Iglesia como institución, la democracia está sin estrenar todavía, en las cofradías- hermandades de tan larga tradición e historia, los cargos son elegidos por los adscritos a ellas, comenzando por el "Hermano Mayor". Su misma denominación entraña una idea de Iglesia ejemplarmente evangélica y cristiana. Pese a no pocos intentos de "clericalización" de las hermandades, hasta el presente, tal comportamiento "secular" ha sido, y es, fundamental, para explicar su continuidad y florecimiento.

¿Florecimiento? Sí. Los jóvenes se siguen inscribiendo en las cofradías- hermandades - sociales por naturaleza- , en mayor proporción y devoción que lo hacen en congregaciones, actos de piedad y religión, que puedan expresar su compromiso con lo espiritual y lo divino.

Respecto a la presidencia de las autoridades políticas, religiosas y civiles en sus distintos grados y niveles en las procesiones -"marchas", advierto que no es del agrado de la mayoría...No queremos distinciones, condecoraciones e insignias. El hábito -la capucha y el capirote-, son nuestras inequívocas e inconfundibles notas de fraternidad y "sororidad", y del sentido y contenido de la religiosidad que nos define.

Poco a poco, y quisiéramos que los pasos que se dan se aceleraran aún más, en esta dirección, también las mujeres se hacen sitio en las cofradías- hermandades, sin discriminación alguna. Hasta tiempos recientes, su presencia era impensable. Ahora, y posiblemente que con mayor asiduidad que en el resto de la Iglesia, la mujer es tratada en igualdad de condiciones y de responsabilidades que el hombre.

Referente a la relación de la religiosidad popular y la Semana Santa, importa hacer notar que las cofradías- hermandades -"escuelas de conversión"- son expresiones fieles, veraces y testimoniales de la misma. En el contexto de la actualidad pastoral es de justicia señalar que tales expresiones han de ser distintas en unas zonas y en ciudades de España, que en otras. El pueblo- pueblo se manifiesta, muestra, confiesa y proclama tal y como es, por lo que está de más cuestionar si, por ejemplo, las procesiones castellano.-leonesas son más o menos piadosas que lo sean las de Andalucía, Murcia o Aragón con sus resonantes tambores.

¿No la impresión de que tanto el planteamiento ritual de la Semana Santa, como las advocaciones de la Virgen, son otros tantos monumentos al victimismo y a la magnificación del dolor, pese a que sin resurrección, la fe es inane e ineficaz?

Son muchas las advocaciones "dolorosas" como Desamparados, Madre del Mayor Dolor, Angustias, Macarenas, Socorro, Soledad... y tantas las que reflejan la realidad de la vida del pueblo cristiano, que no era, y es. otra que la representada en las figuras de la viuda, de la ausencia, del abandono y de la indefensión. Pero la Esperanza tiene también nombre y atributos de Virgen y Madre. Y además, sobre todo en el esquema "semanasantero", por ejemplo, de Elche y otros .lugares del Este de España, la Resurrección es fiesta espectacular y significativamente grande y gloriosa.

¿Para cuando la Semana Santa española será declarada "Patrimonio de la Humanidad? Se dan pasos en tal dirección y sentido. Pero, como casi todo en la vida, también la UNESCO se viste de colores políticos Pero además, es posible que a la idea generalizada de todas las Semanas Santas. las de Valladolid, Sevilla, Málaga, Zamora, Cuenca, Murcia, Lorca...y otras, alcancen con mayor facilidad y presteza, título y designación tan preciados.

¿Presencia o ausencia eclesiástica oficial en las procesiones?. Hay de todo. Pero más, a título personal y anónimo. Hay sacerdotes, cofrades o hermanos, que se pasan largas horas tocando el tambor en aquellos lugares en los que este instrumento musical es "santo y seña de fervores "semanasanteros".

Quede bien claro que las procesiones son otras tantas sublimaciones de cultura, dc estética, de arte, sacrificio, renuncia, fe, "comunitarismo", anonimato, igualdad, devoción y respeto, belleza, y bondad... que se exponen y proclaman valores tan religiosos como cívicos demandados hoy en el mundo.

Quede claro también que la "religiosización" de las calles y plazas en las que se desarrollan capítulos importantes de la vida, es también fruto de las procesiones, por lo que, aunque en ocasiones estén expuestas a recortes impuestos por decisiones fugaces, de carácter político- partidista, tales recortes no perdurarán sempiternamente. El binomio fe y tradición está arraigado y es patrimonio del pueblo, y aún está inédita la fuerza que tiene y proyecta.. .

En el texto y contexto de estas reflexiones resultan extrañas, impropias y dudosamente antropológicas, las quejas y críticas en relación con las declaraciones del actual obispo de Salamanca, descalificando "el acento y los gestos andaluces empleados en las procesiones salmantinas, con expresiones tales como "levantá", "chicotá" o "al cielo con Ella", alegando que "no son nuestros , que suenan mal y que no estamos acostumbrados a las mismas".

Lo siento por don Carlos López, que podría, y hasta debería ser, de procedencia andaluza y no abulense, partícipe entonces de que a la "sal y el aire" que le sobran a los andaluces, por andaluces, les faltan a los castellanos- leoneses como tales, por lo de que la "seriedad" jamás tendrá que identificar y confundir inequívocamente con lo religioso y con el respeto oficial y burocrático. Con descalificaciones o sospechas de "irreligiosidad", no es cristiano jugar, y menos si sus posibles destinatarios son los andaluces, vestidos de nazarenos, con sus símbolos, saetas y "saleros".

Tanto mi interlocutor, Antonio Bonet, como yo, no queremos ponerle el punto y aparte a estas reflexiones, sin citar al Cardenal Carlos Amigo, castellano de pro y arzobispo emérito de la sede hispalense, cofrade y "hermano" de las Semanas Santas de Medina de Rioseco- Valladolid-, y Sevilla, franciscano por esencia, presencia y representación, e hijo predilecto del Santo de Asís, que no llegó a ser presbítero o cura, sino que se quedó canónicamente nada menos que en "hermano menor".

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