Carta abierta (pública) al reverendísimo señor arzobispo de Oviedo Por qué yo tampoco acudiré a la misa de Covadonga
"Quienes me conocen son testigos de mi enorme preocupación por la polarización extrema que se está adueñando del discurso público en España y no seré yo quien contribuya a avivar la hoguera"
"Escuché con atención su discurso, excelencia, y cuando abandonaba la Basílica me hice el propósito de no acudir más a la cita hasta tanto en cuanto no se produjera una rectificación por su parte – ni siquiera es preciso explicita – para despolitizar el acto"
"Me va a permitir Su Excelencia que le recuerde que el ejercicio de la libertad de opinión por parte de personas que ostentamos responsabilidades públicas debe someterse al filtro de la prudencia, la proporción y el sentido común"
"No puedo admitir ni validar con mi presencia el tono peyorativo (rayano en el desprecio) que empleó para desacreditar a las mujeres que luchan a diario por su derecho a ser protagonistas de su propia vida, y el reproche furibundo exhibido frente a aquellas personas sensibilizadas con la problemática ecologista y el medio ambiente"
"Me va a permitir Su Excelencia que le recuerde que el ejercicio de la libertad de opinión por parte de personas que ostentamos responsabilidades públicas debe someterse al filtro de la prudencia, la proporción y el sentido común"
"No puedo admitir ni validar con mi presencia el tono peyorativo (rayano en el desprecio) que empleó para desacreditar a las mujeres que luchan a diario por su derecho a ser protagonistas de su propia vida, y el reproche furibundo exhibido frente a aquellas personas sensibilizadas con la problemática ecologista y el medio ambiente"
| Juan Cofiño González, Presidente de la Junta General del Principado de Asturias
EXCELENCIA: Hace algunos días, he recibido su amable invitación para participar en los actos religiosos a celebrar en Covadonga el próximo día 8 de septiembre, por lo que lo quedo muy agradecido.
Como quiera que nada me desagrada más que las polémicas estériles, a las que tanta afición mostramos en nuestra tierra, pretendía rehusar cortésmente la invitación sin más comentarios, ya que quienes me conocen son testigos de mi enorme preocupación por la polarización extrema que se está adueñando del discurso público en España y no seré yo quien contribuya a avivar la hoguera.
No obstante, me veo obligado a argumentar mi ausencia en Covadonga en esta ocasión, dada la notoriedad que ha adquirido la hipotética presencia o, en su caso, ausencia, de los representantes públicos en los actos religiosos, y porque entiendo que, en mi condición de presidente de la Junta General del Principado procede una explicación pública al efecto.
Hace un año, con ocasión de mi primer envite como presidente de la institución que representa al conjunto de los ciudadanos de Asturias, medité acerca de la forma de proceder ante la invitación de Su excelencia; ponderando pros y contras, y aún siendo conocedor de los precedentes de sus reflexiones ciertamente extremas, decidí acudir, aún a sabiendas de que una parte relevante de la sociedad asturiana reprocha y reclama el abstencionismo religioso de los mandatarios políticos en su dimensión pública. Asistí, convencido de que estamos ayunos de gestos para la convivencia y persuadido de que el ecosistema de Covadonga, en donde se entremezclan ecos de nuestra historia y la fe religiosa forman parte de la cultura asturiana en sentido amplio.
Escuché con atención su discurso, excelencia, y cuando abandonaba la Basílica me hice el propósito de no acudir más a la cita hasta tanto en cuanto no se produjera una rectificación por su parte – ni siquiera es preciso explicita – para despolitizar el acto, en la línea que durante décadas habían mantenido sus predecesores. Así se lo hice saber días después a mi entorno más cercano, incluidos diferentes representantes públicos.
Pretende Monseñor amparar sus “excesos verbales” en la idea de libertad, en su vertiente de libertad de opinión, y no seré yo quien me convierta en una suerte de “pequeño inquisidor” asturiano, en cualquier caso en las antípodas de mi credo y ejecutoria; aún así, me va a permitir Su Excelencia que le recuerde que el ejercicio de la libertad de opinión por parte de personas que ostentamos responsabilidades públicas debe someterse al filtro de la prudencia, la proporción y el sentido común. Si todos y cada uno de nosotros maximizáramos el contenido material susceptible de encajar en el término“libertad” en sentido lato, el ruido de fondo afectaría a la convivencia e impediría la conversación pública (para expulsar nuestros demonios personales ya están las redes sociales).
Si todos y cada uno de nosotros maximizáramos el contenido material susceptible de encajar en el término“libertad” en sentido lato, el ruido de fondo afectaría a la convivencia e impediría la conversación pública (para expulsar nuestros demonios personales ya están las redes sociales)
Hace un año, hizo uso de la palabra, desde el púlpito de Covadonga para defender las posiciones de la Iglesia católica más reconocibles , incluyendo el repudio de la Ley de eutanasia y la práctica del aborto, y aunque no comparta su postura, la entiendo y la respeto, incluso expresada en términos contundentes y desabridos en el día menos adecuado, en mi humilde opinión. Sin embargo, no puedo admitir ni validar con mi presencia el tono peyorativo (rayano en el desprecio) que empleó para desacreditar a las mujeres que luchan a diario por su derecho a ser protagonistas de su propia vida, y el reproche furibundo exhibido frente a aquellas personas sensibilizadas con la problemática ecologista y el medio ambiente. Muchos de ellos me han trasladado a lo largo de este año su profundo disgusto con su forma de proceder (incluidos ciudadanos conservadores y profundamente religiosos).
Uno de los aforismos más celebrados del escritor jesuita Baltasar Gracián reza así: “La humildad es la virtud de los grandes hombres, que saben que no siempre tienen la razón”.
La cita –aplica al caso– forma parte de la extensa y rica producción literaria de D. Baltasar, uno de cuyos textos más celebrado(Oráculo manual y arte de prudencia) me va a permitir que se lo haga llegar (por si no formara parte de su biblioteca) con el propósito confeso de que de las lecturas compartidas allanen el camino para que crezcan adecuadamente los afectos.
Finalmente, deseo que entienda rectamente el objeto de esta carta, que no es otro que el trasladarle una protesta (expresada en forma de renuencia a mi presencia en Covadonga este año) en nombre de todos quienes se han visto señalados peyorativamente por sus intervenciones pretéritas en el Dia de Asturias.
Más allá de esto, le expreso, excelencia, mi deseo más sincero de que esta incidencia de naturaleza coyuntural no sea un punto y aparte en la relación entre dos instituciones llamadas al entendimiento y la colaboración mutua, sino la antesala de una relación fluida y respetuosa.
En cualquier caso, “SIEMPRE NOS QUEDARÁ COVADONGA”
Reciba un sincero y afectuoso saludo.
Juan Cofiño González
Presidente de la Junta General del Principado de Asturias
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