A la Iglesia le falta ya un papa-papisa, que se llame 'clara' y se apellide 'de Asís' El papa Francisco ya tiene sucesor (o sucesora)

Papa Francisco
Papa Francisco

"El aserto no constituye exageración alguna ni suscitará en él preocupación. Los medios de comunicación reflejan lo que fue la Iglesia en la realidad en los últimos tiempos, ahora y, si Dios no lo remedia, con lo que sería próximamente"

"En el más elemental elenco de las calificaciones sinodales, obresalen con relieve situaciones tales como las de la mujer que, por mujer, no le es posible ocupar puestos de responsabilidad en la Iglesia. Para la Iglesia actual, la mujer es poco menos que objeto, y además y en multitud de ocasiones, sujeto, pero de pecado"

"Capítulos como los referidos a las canonizaciones, celibato de los curas, mujeres sacerdotes y 'obispesas', matrimonios de homosexuales, riquezas, palacios episcopales, mulas blancas, sillas gestatorias y papa-móviles… y tantos otros 'detalles', se les adelantan ya en bandeja sinodal al papa, a la espera de su bendición católica apostólica y romana programada para el próximo año 2023"

"¿Sucesora? ¿Y por qué no? Lo raro -rarísimo- es que el Código de Derecho Canónico, la Liturgia y las 'santas tradiciones', no hayan hecho borrar de sus cánones discriminaciones antievangélicas y antinaturales, como las relacionadas con la os homosexualidad y otras, inmoral y a-científicamente mal llamadas 'desviaciones'"

En consonancia con el ritmo que está marcando el Sínodo en su diversidad de versiones -estadios, etapas o fases-, y pluralidad de culturas y países de raigambre católica, apostólica y romana” el aserto de que el papa Francisco tiene ya quien le sustituya en su cargo, ministerio u oficio, no constituye exageración alguna ni suscitará en él preocupación “intra” o “extra” eclesial de ninguna clase.

Los medios de comunicación reflejan en cada instante con exactitud datos y estadísticas, las conclusiones a las que se está llegando por esos mundos de Dios, en relación con lo que fue la Iglesia en la realidad en los últimos tiempos, ahora y, si Dios no lo remedia, con lo que sería próximamente. La conclusión unánime que destaca por parte de algunos obispos, muchos acólitos y la mayoría del pueblo de Dios, es la de que no es ya posible que la Iglesia siga llamándose Iglesia, cuando el comportamiento de quienes la rigen y sus “dirigidos”, son los que son y además con el marchamo de “Palabra de Dios”, dogmática o semi dogmáticamente.

En el más elemental elenco de las calificaciones sinodales, con sus lógicas y repetidas conclusiones, sobresalen con relieve situaciones tales como las de la mujer en la institución eclesiástica sometida a marginaciones solo comparables con las de los aledaños al submundo de los talimanes. A la mujer católica, por mujer, no le es posible ocupar puestos de responsabilidad en la Iglesia. En el mundo de la comunicación es sobresaliente “noticia”, cualquier “limosnita” concedida por el papa encomendándole algún cargo o misión, normalmente de segunda o tercera categoría y siempre con el “sub”, de la segundona de turno. Para la Iglesia actual, la mujer es poco menos que objeto, y además y en multitud de ocasiones, sujeto, pero de pecado; tal y como lo aceptan y reconocen la Teología Moral, la Liturgia, el Código de Derecho Canónico, citas solemnes de “Santos Padres”, de papas y obispos y los devocionarios orientadores de la piedad de movimientos apostólicos y aún Reglas , Estatutos y normas de Órdenes Religiosas, con la aquiescencia, plácemes, bendiciones y “Nihil Obstat” de los respectivos dicasterios de la Curia Romana.

Las más veraces noticias “sinodales” están haciendo enronquecer a la mayoría de participantes, artífices y protagonistas,- y a informadores religiosos-, que los hombres de la Iglesia no saben nada, o muy poco y mal, de cuanto se relaciona con la sexualidad- sexología. El clero, en esta cuestión -uso y abuso- es -tiene que ser- indocto e incapacitado para el adoctrinamiento en estas materias, lo que explica que muchos y muchas fieles” hayan tenido que recorrer con preocupante frecuencia, caminos “sanantes” a cargo de los expertos en ciencias siquiátricas. La “Humanae Vitae”, por poner un ejemplo con carácter de encíclica, sigue llevando a muchos y muchas no solo a los confesionarios, sino a las clínicas y a los Tribunales Eclesiásticos y a los de Familia.

El concepto y trato teológico y pastoral dado a los laicos y laicas, es urgente reclamo para que el Sínodo ponga a punto estas situaciones, después de llegar a la conclusión de que jerarcas y pueblo de Dios, en igualdad de condiciones y sin privilegios, son y hacen Iglesia a la Iglesia.

Capítulos como los referidos a las canonizaciones, Años Santos, Santorales, celibato de los curas, mujeres sacerdotes y” obispesas”, matrimonios de homosexuales, riquezas, palacios episcopales, catedrales, “sacramentalidades”, mitras y báculos, “¡ordeno y mando¡”, “NOS por la gracias de Dios”, carreras eclesiásticas con sus etapas, episodios y recomendaciones al mejor postor, ornamentos sagrados, mulas blancas, sillas gestatorias y papa-móviles, colorines y titulitis eminentísimas, privilegios también “oficiales” , “inmatriculaciones” habidas y por haber, y tantos otros “detalles”, se les adelantan ya en bandeja sinodal al papa, a la espera de su bendición católica apostólica y romana programada para el próximo año 2023.

Casi todo cuanto se relaciona con las celebraciones litúrgicas, predicación, homilías y adoctrinamientos,también formarán parte del bagaje que demanda la profunda revisión penitencial que el Sínodo propone y exige , y en el que el papa Francisco ha comprometido su nombre y sus apellidos, en respuesta a su elección pontificia, en la que se percibe la intervención del Espíritu Santo, aunque para ello, este -el Espíritu Santo- se viera obligado a tener que salvar distancias atlánticas de “allende los mares”.

¿Sucesora? ¿Y por qué no? Lo raro -rarísimo- es que, llamada y venerada la Iglesia con el sacrosanto y teológico sobrenombre de “Nuestra, de Santa y de Madre”, el clero” masculino” –“vir baptizatus”-, no haya logrado ya que el Código de Derecho Canónico, la Liturgia y las “santas tradiciones”, con arrepentimiento penitencial y sonrojo, no hayan hecho borrar de sus cánones discriminaciones antievangélicas y antinaturales , como las relacionadas con la os homosexualidad y otras, inmoral y a-científicamente mal llamadas “desviaciones”.

El nombre que el papa Francisco, con devoción, respeto y clarividencia evangélica podía sugerirle a su sustituta sería el de CLARA, con todo el espíritu que definió y definirá “por los siglos de los siglos, Amén”, al de Asís.
A la Iglesia le falta ya -y tendrá en su día- un papa-“papisa”, que se llame CLARA y se apellide” de Asís”, como FRANCISCO.

Boletín gratuito de Religión Digital
QUIERO SUSCRIBIRME

Volver arriba