Antonio Aradillas ¿Qué pasa con los obispos?

(Antonio Aradillas).- Los obispos son imagen, representación y reflejo de la Iglesia, por lo que cuanto se relaciona con sus actividades o silencios, el pueblo fiel lo identifica con ella, casi dogmáticamente. Los obispos son "Iglesia". La Iglesia por antonomasia, en la que el resto de quienes la constituyen, configuran, celebran y encarnan, apenas si tienen, y son, "palabra de Dios"

Da la impresión en la actualidad de que a los obispos, o con los obispos, acontece algo excepcionalmente importante y raro, con las consiguientes consecuencias también en la sociedad en general. Los obispos se han convertido, y son, con inusitada frecuencia nada menos que noticia. Pero noticia no solo en los medios de comunicación más o menos "piadosos", con reverenciales referencias pasadas a fiestas litúrgicas, procesiones, "Años Santos", "Tedeums", bendiciones, anatemas, conmemoraciones sociales patronales, o alguna que otra homilía, decreto o carta pastoral publicada "con las debidas licencias" en los Boletines Oficiales de sus diócesis.

En los últimos tiempos los obispos acaparan, dentro y fuera de España, titulares de "primera página" en los medios de comunicación, con inclusión de los no "religiosos", con claras y documentadas relaciones con los tribunales de justicia y estos, muy pocas veces, son los llamados "Eclesiásticos", sino los civiles, en su diversidad de versiones e identidades, y tanto en calidad de testigos, como de investigados-imputados y otras formas judiciales.

Ante panorama tan inédito y sorprendente para quienes conforman el pueblo de Dios, urge la necesidad de que los teólogos entreabran las compuertas de su sabiduría y docencia y se dispongan a contestar determinadas preguntas relacionadas con el tema, aunque siempre sin perder de vista que, por definición, el pueblo- pueblo de Dios fue y es considerado y tratado como iletrado e indocto, teniendo que recurrir al inculto e irreverente principio de que "doctores tiene la Iglesia..."

¿Qué significa y qué es eso de "obispo"? ¿Son todos ellos de verdad "sucesores de los Apóstoles, habiendo sido estos tan solo una docena? ¿Son muchas, pocas o nulas las competencias, trabajos y ministerios de los obispos en la primitiva Iglesia, en relación con los habrían de poseer , y poseen, quienes se colocarían algún día en el mismo lugar del escalafón? ¿Por qué y cuando comenzaron a "vestirse de raro", con símbolos, signos y emolumentos incuestionablemente paganos? ¿Se revestiría así Jesús en alguna ocasión, por solemnísima que esta fuera catalogada por los protocolos litúrgicos?

¿Qué tienen que ver los obispos- arzobispos de tantos "sacros imperios", feudales o no, con lo que ellos pudieron y debieron ser en el esquema de la Iglesia primitiva, sugerido e inspirado en los evangelios, sin descartar al mismo "obispo de Roma"?

¿Quiénes viven -residen- hoy en palacios? Además de este colectivo de carácter religioso, ¿acaso hay otro que la habitual morada de sus miembros, también con efectos domésticos, cívicos y residenciales de los respectivos censos municipales, sean edificios tan monumentales? ¿Es posible y viable ejercer el ministerio pastoral, en consonancia con el evangelio, con mentalidad, procedimientos y efectos palaciegos?

¿Cómo se nombran los obispos? ¿Con qué criterios y quienes lo hacen? ¿Por qué no se hace público el cuestionario -examen del que se sirven el Nuncio y sus consejeros para formar la "terna" de "episcopables"? ¿Cuáles y cuantos, son los "filtros" que hay que salvar para llegar a ser "merecedor" de la mitra, del báculo y de tantas otras "dignidades" y privilegios eclesiásticos? ¿Es verdad que el Espíritu Santo se hace de alguna manera presente en esta selección y nombramiento? ¿Hay, o no, política eclesiástica, civil, social, familiar y hasta misteriosamente "ideológica", en tales nombramientos?

¿Cuándo algún periodista- informador, "religioso" o no, sin temor alguno, nada más que el de Dios, se animará a hacer públicos los tejemanejes que se registran en los nombramientos episcopales y en sus alrededores? ¿Es que en los mismos, la Iglesia es más "santa" que teóricamente lo son los organismos e instituciones políticas, económicas, cívicas, sociales y aún "futboleras"? Con datos y medios, hoy al alcance de tantos, ¿es posible y tranquilizador creerse que la corrupción, en versiones tanto humanas como divinales -espirituales-, no sobrepasó ya con creces los muros institucionales eclesiásticos?

Mientras que el índice de informadores turiferarios no decrezca dentro de la Iglesia, sino que siga en ascenso, y mientras que de las llamadas "ruedas de prensa" no se desprendan titulares de autocrítica y reconversión, la reforma de la Iglesia que pregona y encarna el papa Francisco no sobrepasará los linderos de los eslóganes venturosos y felices, aun cuando, ya y por fin, se vislumbres atisbos de esperanzas. Los obispos habrán de ser vivos testimonios de la profunda y urgente reforma de la Iglesia en unos tiempos en los que se echan de menos personajes como Lutero, y, a la vez, se echan de más obispos, arzobispos, cardenales- príncipes y papas supra-emperadores, dueños y administradores del orbe, que con sus "nepotes" vivieron y actuaron cuando el Reformador, con los nombres y números cardinales de Alejando VI, Julio II, León X, etc.

¡Amigos teólogos¡ ¿Acaso de la Iglesia habrán de desterrarse a perpetuidad los procedimientos, estilos, mentalidades y comportamientos democráticos, sin posibilidad casi dogmática de que estos substituyan o suplanten a los llamados "teocráticos"?

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