"El Covid-19 ha traído la enfermedad y la muerte a muchas personas y la crisis económica, a muchos hogares" Chaplin y el coronavirus: A los que podáis oírme os digo, no desesperéis
"Para salir de esta pandemia del Covid-19 y de sus consecuencias laborales y sociales, solo lo podremos hacer recreando nuestra vida y nuestro mundo, es decir, haciéndolos nuevos, para que así nazca una nueva humanidad, más sencilla y más humilde, más fraterna y más solidaria"
"La crisis del Covid-19 es una oportunidad, si sabemos aprovecharla, para salir más fuertes como seres humanos. Más fuertes y más atentos a las necesidades de los demás y también del planeta"
Estas son las palabras que dirigió a la multitud el barbero judío de la película de Charles Chaplin, “El gran dictador”. El magnífico discurso que Chaplin puso en boca del protagonista de aquella película, es muy actual en nuestros días, cuando la pandemia provocada por el Covid-19 ha traído la enfermedad y la muerte a muchas personas y la crisis económica, a muchos hogares.
Cuando vivíamos aburguesados porqué nos creíamos “fuertes y seguros”, como dice el salmo 48, un pequeño virus ha alterado por completo nuestra vida y el ritmo de nuestro mundo. Y ante esto existe el riesgo de caer en la desesperación por el futuro incierto que tenemos, ciertamente difícil y complicado. Por eso hace falta, más que nunca, escuchar de nuevo las palabras del barbero de la película, unas palabras que son un canto a la esperanza.
En medio del horror nazi (y también en estos momentos tan complicados debido al Covid-19) el discurso final de la película exhortaba al pueblo a “ayudarnos los unos a los otros”, para “hacer felices a los demás, no a hacerlos desgraciados”. Como en el tiempo del III Reich, también ahora hemos de creer que “en este mundo hay lugar para todos”. Y es que en medio del dolor y de un desánimo colectivo, del miedo y del cansancio, hemos de ser conscientes que “el camino de la vida puede ser libre y hermoso” (tanto hace ochenta años como ahora mismo), aunque como decía el discurso, refiriéndose al camino de la vida, “lo hemos perdido”, porqué “la codicia ha envenenado las almas, ha levantado barreras de odio” y “nos ha empujado hacia la miseria”.
Cuando nos creíamos “fuertes y seguros” (Ps 48:7) y estábamos orgullosos de haber “progresado muy deprisa”, hemos descubierto que “nos hemos encarcelado nosotros mismos”, ya que la agresión al planeta o “las máquinas que crean abundancia, nos dejan en la necesidad”. Y es que nuestro orgullo, en creernos los dueños de la tierra y “nuestro conocimiento, nos ha hecho cínicos y nuestra inteligencia, duros y secos”.
Las palabras que Chaplin puso en boca del barbero, también están dirigidas a nosotros en estos momentos complicados: “pensamos demasiado y sentimos muy poco”. Y por eso “más que máquinas, necesitamos humanidad. Más que inteligencia, bondad y dulzura”. Porqué “sin esas cualidades, la vida será violenta. Lo perderemos todo”.
Como en la película de Chaplin, también ahora “los aviones y la radio nos hacen sentir más cercanos”, sí. Pero “la verdadera naturaleza de estos inventos exige bondad humana. Exige fraternidad universal que nos una a todos nosotros”.
En la situación producida por el Covid-19, “la desgracia que padecemos no es más que la pasajera codicia y la amargura de hombres que tienen miedo de seguir el camino del progreso humano”. Por eso, para salir de este sufrimiento, hemos de creer que “mientras los hombres existan, la libertad no se acabará”. Y para superar esta pandemia y sus consecuencias económicas, hemos de “traer el amor de la humanidad en vuestros corazones. No el odio”, como decía el barbero de la película. No hemos de luchar por “la esclavitud, sino por la libertad”, ya que “en el capítulo 17 de San Lucas leemos: el Reino de Dios está dentro de vosotros”. Un Reino de Dios que nos hace libres y hermanos los unos de los otros. Un Reino de Dios que nos invita a la compasión y a la comunión, a la esperanza y a la fraternidad, para cuidarnos los unos a los otros, sin rechazar nunca a nadie.
Estos momentos tan dolorosos (y con el firme compromiso de no dejar a ninguna persona al margen), solo los podremos superar si tenemos, como decía el protagonista de la película “El gran dictador”, “el poder de hacer esta vida libre y hermosa”, para así convertirla en “una maravillosa aventura”.
Hace falta que dejando atrás las falsas seguridades, el egoísmo, el consumismo desenfrenado y la permanente agresión al planeta, “luchemos por un mundo nuevo, digno y noble que garantice a los hombres trabajo, dé a la juventud un futuro y a los ancianos seguridad”. Hemos de saber luchar, decía el barbero en su discurso, “por el mundo de la razón, un mundo donde la ciencia” (benditos los médicos, las enfermeras y los farmacéuticos) “y el progreso, nos conduzcan a la felicidad”.
Para construir un tiempo nuevo, para nacer de nuevo, hace falta que nos levantemos “por encima del odio, de la ambición, de la brutalidad”. Y es que, hace ochenta años y también ahora mismo, como decía el barbero judío en su discurso, “al alma del hombre se le han dado alas y finalmente está comenzando a volar. Está volando hacia el arco iris, hacia la luz de la esperanza, hacia el futuro, un glorioso futuro que nos pertenece a todos”.
Para salir de esta pandemia del Covid-19 y de sus consecuencias laborales y sociales, solo lo podremos hacer recreando nuestra vida y nuestro mundo, es decir, haciéndolos nuevos, para que así nazca una nueva humanidad, más sencilla y más humilde, más fraterna y más solidaria, más harmónica en su relación con el planeta. Solo así superaremos esta situación de pandemia y abriremos un camino de esperanza para la humanidad.
Solo saldremos de esta pandemia (cómo se salió del nazismo) y de la crisis económica que ha provocado el Covid-19, con la solidaridad de unos con los otros, valorando los pequeños gestos que parecen insignificantes pero que nos hacen más humanos y favoreciendo las relaciones interpersonales, basadas en el amor fraterno. Así podremos reconocernos hermanos e hijos de un mismo Padre.
La crisis del Covid-19 es una oportunidad, si sabemos aprovecharla, para salir más fuertes como seres humanos. Más fuertes y más atentos a las necesidades de los demás y también del planeta.