"La política española, esa comedia (...). Nadie se fía de nadie y nada será suficiente" José Ignacio Calleja: "Creo que habrá investidura de Sánchez porque es imposible aguantar la presión"
Pasan inexorables los días de septiembre y vence el plazo de dos meses desde la primera votación de investidura, sin que el candidato socialista y el líder de Podemos sepamos si llegan a un acuerdo que les permita gobernar unidos
Todo pacto de izquierdas PSOE-Podemos es contingente y por conveniencia. En su momento, el mismo problema conocieron González y Anguita y por la misma razón, ¿lo recuerdan?
Mi opinión personal es que habrá investidura de Sánchez la próxima semana porque es imposible aguantar la presión que se está generando en torno a él. Con todo, me ha parecido interesante reflexionar del modo que sigue, apuntando a las dificultades de la izquierda (y a su modo de la derecha política) para lograr pactos políticos de gobierno en España. Una dificultad tan enredada en personalismos y motivos de prioridad política, que he titulado la política española, esa comedia.
Pasan inexorables los días de septiembre y vence el plazo de dos meses desde la primera votación de investidura, sin que el candidato socialista y el líder de Podemos sepamos si llegan a un acuerdo que les permita gobernar unidos con la fórmula que vean más conveniente o quizá posible. Esta dificultad hasta la fecha insalvable y, seguramente, mal resuelta si in extremis consiguen evitarla, ha provocado y provocará toda clase de interpretaciones en sus causas.
Los analistas políticos que siguen el día a día de este ámbito de la vida social, reparten culpas aquí y allá según sus simpatías y querencias. Ya se sabe que todo es del color del cristal con que se mira. En ética solemos decir, más bien, que todo es del dolor con que se mira. Cuando algo duele, ese dolor hace ver las cosas de otro modo. Lo traducimos en una frase feliz que reza así, “ponte en el lugar de los otros” para comprenderlos.
Como mi especialidad y oficio no es el análisis político de coyuntura, me permito entrar de otro modo en la dificultad que Sánchez e Iglesias han tenido para acordar un plan de gobierno. Mi mirada se posa sobre la pregunta de ¿por qué la izquierda tiene tantas dificultades para establecer acuerdos políticos dentro de la propia izquierda? Desde luego, más que la derecha. Más aún, me atrevo a decir que la izquierda tiene más dificultades de pacto en su seno que cuando se trata de hacerlos con el centroderecha.
O sea, que la dificultad de pactos se da, ante todo, cuando los concurrentes son de izquierdas, unos de signo moderado y otros más radicales, pero de la misma familia.
La respuesta más fácil es concluir que todos se tienen por izquierdas y de la misma familia política, pero que no lo son. No haré este juicio general que el lector puede resolver según sus criterios. También se ha dicho que se trata de un problema personal entre dos líderes, en este caso, que no se soportan en lo personal ni se fían lo más mínimo en lo político.
Pedro Sánchez rechazó la oferta de Podemos de una posible coalición. ¿Por qué los líderes de la izquierda española se niegan a armar un gobierno en común?, se pregunta @martin_caparroshttps://t.co/zkTS18qFtN
— NYTimes en Español (@nytimeses) 13 de septiembre de 2019
En fin, ha habido muchos modos de explicar sagazmente lo que ha ocurrido en estos meses, pero creo que debemos tener en cuenta otro que se ha destacado menos y que en el debate privado, casi a nivel de barra de bar, yo lo siento muchas veces intuido. ¿Por qué es tan difícil el pacto y la colaboración a fondo en la izquierda social y política?
Pues hay una razón. La derecha se une porque apenas discrepa en política económica, social y cultural; su proyecto social es casi único; solo VOX es disonante y en alguna nota aguda del acorde; a la izquierda le cuesta mucho más porque discrepa profundamente en esas políticas que he dicho. La izquierda puede superar esta diferencia de fondo llegando a acuerdos estratégicos por un breve tiempo de tránsito, y para ello apela a la teoría ético-política del mal menor en orden al bien posible, es decir, “pasamos por esto rápida y provisionalmente en orden al bien posible”.
Pero la idea de fondo en la izquierda es bipolar: el proyecto social de la socialdemocracia es antagónico al de la izquierda pura, la comunista o anticapitalista, la auténtica y alternativa. Si a esto le añadimos los liderazgos hipertrofiados y la desconfianza de que cada uno piensa del otro (Sánchez-Iglesias) que está ahí para terminar con el otro, la cosa no es fácil en ningún supuesto.
Incluso si se lograra finalmente un pacto, no lo sé al escribir estas líneas, el recelo alienta sobre el acuerdo casi igual que sobre el desacuerdo. Todo pacto de izquierdas PSOE-Podemos es contingente y por conveniencia. En su momento, el mismo problema conocieron González y Anguita y por la misma razón, ¿lo recuerdan?
El pacto de izquierdas, todos los pactos, sin embargo, conlleva creer que lo que se comparte en un momento dado, consolida el camino de la justicia social para este tiempo y lugar; si los partícipes creen esto, entonces es posible acordar casi todo en los mínimos de un programa; pero si cada parte del acuerdo, PSOE y Podemos, va al pacto por interés pasajero y soporta a los otros como una compañía políticamente ruinosa y/o traidora, es imposible lograrlo.
El pacto político, en la izquierda y en la derecha, y en sus mezclas, requiere embridar la ideología de los absolutos antes de pactar, porque de no hacerlo, nadie se fía de nadie y nada será suficiente para hacer algo juntos; los puros dirán de inmediato, “así no, así no, lo exigen los principios”, y los pragmáticos reclamarán "todavía más, todavía más, lo exige la situación". Este era un caso en el que el pacto de mínimos parecía inevitable, porque los dos se necesitan sin remedio.
No sé qué pasará o habrá pasado finalmente. Pero la distancia del desenlace permite decir que menos ideología en el pacto y más concreción operativa. La izquierda social y política padece su mayor dificultad interna para el pacto, y esta es la conclusión que propongo, en que tiene más creencias en máximos de liberación (necesarios) que experiencias de gestión en mínimos de justicia (necesarios también). Luego, por qué es más laborioso en la izquierda social el pacto político que en la derecha, me parece claro con este razonamiento. Y esta condición tan presente en la izquierda española hace muy difícil llegar a acuerdos y, si se llega, que no duren.
Si cada parte considera un mal trago del destino tener que soportar a los otros y mutuamente se ven como traidores a los requerimientos del pueblo, tienen un problema insuperable.