"Ojalá el presidente Sánchez aprenda de la valentía del presidente Suárez para encarar y solucionar la cuestión catalana" De Suárez a Sánchez: Constitución, diálogo y cuestión catalana
"Adolfo Suárez soportó las suspicacias de los miembros más inmovilistas del Régimen, en su intento de reforma política, permitiendo la restauración de la Generalitat"
"Por el contrario, el presidente Pedro Sánchez (como antes al presidente Mariano Rajoy) no tiene la osadía y la amplitud de miras y el sentido de estado que tuvo Suárez, para tratar y encontrar una solución a la cuestión catalana"
A menudo se acostumbra a definir a la Iglesia (a veces con razón por culpa de la incoherencia de los propios cristianos) como un movimiento conservador e inmovilista. Pero nada más lejos de la realidad, si tenemos en cuenta que Jesús en la parábola de los talentos o de los denarios, elogió a los que habían arriesgado lo que habían recibido, para hacerlo fructificar, y por el contrario denunció la actitud de quien guardó lo que se le había confiado. Y es que el Evangelio nos invita a movernos, a no quedarnos paralizados, a la osadía, a salir de nosotros mismos, a arriesgar y a apostar. A no ser sedentarios sino nómadas.
También los políticos habrían de ser audaces y arriesgar, por medio del diálogo, para de esta manera encontrar soluciones a los problemas existentes.
El presidente Adolfo Suárez, aunque era una persona que provenía de círculos conservadores, concretamente del “Movimiento”, supo cambiar, y de esta manera se convirtió en protagonista de excepción durante la Transición del franquismo a la democracia.
En el contexto de la cuestión catalana, hace 42 años, Adolfo Suárez supo hablar con el presidente catalán en el exilio, Josep Tarradellas, a pesar que éste representaba la legitimidad de la Generalitat de Catalunya, proveniente de la República. Aunque Suárez suportó dificultades desde dentro de su mismo gobierno (y de su partido, la UCD) y no hace falta decir, de la derecha más extrema, el antiguo gobernador civil y Ministro Secretario General del Movimiento se arriesgó para encontrar una solución a la cuestión catalana. Adolfo Suárez soportó las suspicacias de los miembros más inmovilistas del Régimen, en su intento de reforma política, permitiendo la restauración de la Generalitat.
Suárez, que supo “liquidar” el Movimiento, obligado en gran parte por las aspiraciones democráticas de los partidos de la oposición, apostó por la democratización del Estado y la legalización de los partidos políticos, entre ellos el “maldito” PCE. Y es que si bien Suárez, durante el franquismo, no se distinguió por la lucha a favor de la democracia (sino todo lo contrario) sí que supo aprovechar las grietas del Régimen, para iniciar un cambio político. Suárez defendió un futuro “que no está escrito, porqué solo el pueblo puede escribirlo”.
Por el contrario, el presidente Pedro Sánchez (como antes al presidente Mariano Rajoy) no tiene la osadía y la amplitud de miras y el sentido de estado que tuvo Suárez, para tratar y encontrar una solución a la cuestión catalana. Que el presidente Sánchez no le haya cogido el teléfono al presidente Torra, demuestra que está muy alejado del papel reformador y dialogante de Suárez, que seguramente habría afrontado la situación de Cataluña con valentía, como lo hizo cuando encabezó y apoyó la reforma política (induciendo el harakiri del Régimen franquista), facilitando la instauración de la Generalitat o la legalización del PCE.
El presidente Suárez, apostó con valentía por la reconciliación, y por eso presentó al Congreso la ley de amnistía para todos los hechos de intencionalidad política, ocurridos entre el 18 de julio de 1931 y el 15 de diciembre de 1976, una ley de amnistía que fue aprobada por los diputados el 15 de octubre de 1977. ¿El presidente Sánchez también hará una propuesta de amnistía para los presos independentistas catalanes? Aquí se vería el talante del presidente Pedro Sánchez y su apuesta para encontrar la solución a la cuestión catalana.
El presidente Sánchez, además, habría de reflexionar seriamente sobre la justicia y la defensa de los Derechos Humanos en España, ya que Amnistía Internacional ha pedido la libertad de los Jordis y el Premio Nobel, Pérez Esquivel y Estela Carloto, presidenta de les Abuelas de la Plaza de Mayo y activista por los Derechos Humanos, también han pedido la amnistía para los presos independentistas (La Vanguardia, 27 de noviembre).
Otro contratiempo, que también habría de hacer pensar al presidente Sánchez, por lo que se refiere a la justicia española, es el revés que ha sufrido, cuando el abogado de la UE ha dicho que España no puede reclamar la extradición del cantante Valtònyc y cuando el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha condenado al estado español, por no admitir los recursos de los presos de ETA (Vilaweb, 26 de noviembre).
Otro hecho preocupante, es la aprobación de un Decreto Ley que permite que el gobierno español pueda intervenir internet y cerrar webs. Como en China.
El presidente Sánchez habría de saber que alguna cosa no va bien en España, cuando además, el papa Francisco, en la rueda de prensa que hizo en su viaje de retorno de Japón (La Vanguardia, 27 de noviembre) hizo una llamada al diálogo a todos los países del mundo que tienen problemas, “a España también”.
Ojalá el presidente Sánchez aprenda de la valentía del presidente Suárez para encarar y solucionar la cuestión catalana. Desde el diálogo, la audacia y la generosidad. Lo que no se puede hacer de ninguna de las maneras, es predicar y ensalzar la Constitución y luego suplantarla por el Código Penal. Y es que un conflicto político como el que hay en Cataluña, como ha reconocido ahora el PSOE, se ha de solucionar desde la política y no con el Código Penal.