"Nathalie Becquart va codearse con la ‘flor y nata’ del episcopado católico" De subsecretarios y otras cosas

Luis Marin y Nathalie
Luis Marin y Nathalie

"Mi esperanza de que este nombramiento, como algunos otros anteriores, sea un preludio del merecido aunque atrasado reconocimiento de la impagable contribución de la mujer a la Iglesia"

"Por no ser, no será ni siquiera ‘monseñora’ ¿Agravio comparativo…? Si no lo es, lo parece"

"Me confieso gran admirador del papa Francisco y pido a Dios de corazón que le conceda una muy larga vida, pero hay algo en lo que estoy en desacuerdo con él: su propensión a elevar al episcopado a clérigos que no han tenido ni posiblemente tendrán nunca responsabilidad pastoral alguna"

"De todas formas, y sea como sea, estamos siendo testigos de cambios sustanciales en el Vaticano, con seglares, hombres y mujeres, ocupando puestos de gran responsabilidad"

Estos días la mayoría de los católicos nos felicitamos porque, ¡finalmente!, una mujer, Nathalie Becquart, religiosa xavierana, va codearse con la ‘flor y nata’ del episcopado católico cuando este se reúna para el próximo sínodo y hasta tendrá voz y voto en él. Desde estas líneas, mi más sincera enhorabuena y mi esperanza de que este nombramiento, como algunos otros anteriores, sea un preludio del merecido aunque atrasado reconocimiento de la impagable contribución de la mujer a la Iglesia.

Sin embargo, si uno lo analiza fríamente, el nombramiento de sor Nathalie va unido a un nuevo ejemplo del clericalismo machista que sigue prevaleciendo en Roma. Junto con su nombramiento se anunciaba el del padre Luis Marín, OSA, al idéntico cargo de subsecretario del sínodo de obispos. A nivel personal, no puedo menos de felicitarle y de alegrarme por el nombramiento, tanto de subsecretario como de obispo titular de Suliana, ‘in partibus infidelium’, como se decía antes, nombramientos que no dudo merece y a los que sé que dará lustre

Pero, a nivel ‘eclesial’, no puedo ignorar que el padre Luis, nuevo subsecretario de la Secretaría del Sínodo de los Obispos, se ha convertido de repente en excelentísimo y reverendísimo señor, mientras que su colega, nueva y primera mujer subsecretaria del mismo Secretariado, seguirá siendo simple y llanamente sor o hermana Nahtalie. Por no ser, no será ni siquiera ‘monseñora’ ¿Agravio comparativo…? Si no lo es, lo parece.

Nathalie Becquart
Nathalie Becquart

En igual situación se encuentra Francesca di Giovanni, la primera mujer subsecretaria en la Secretaría de Estado, que ni siquiera es religiosa, aunque sí afiliada al Movimiento Focolar. Al menos, el laico Paolo Ruffini, Prefecto del Dicasterio para la Comunicación, puede optar al rango sacramental de diácono permanente y hasta ser elevado al cardenalato, lo que no sería una novedad histórica: León X (el gran ‘amigo’ de Lutero) fue el último papa elegido cuando no era sacerdote, aunque sí cardenal; y Teodulfo Mertel, muerto en 1899, al que Pío IX elevó al cardenalato siendo seglar y lo ordenó diácono (llegó a ser cardenal protodiácono), nunca recibió el presbiterado, convirtiéndose así en una última ‘rara avis’ en el Sacro Colegio, aunque en las Américas haya miles y miles de cardenales, hermosas aves de color rojo que deben el nombre a sus ‘colegas’ romanos.

Me confieso gran admirador del papa Francisco y pido a Dios de corazón que le conceda una muy larga vida, pero hay algo en lo que estoy en desacuerdo con él: su propensión a elevar al episcopado a clérigos que no han tenido ni posiblemente tendrán nunca responsabilidad pastoral alguna. El 2 de mayo de 2015 tuve la osadía de escribirle una carta que incluía el siguiente párrafo:

“Habla S.S., desde el principio de su pontificado, contra el arribismo y ‘carrerismo’ en la Iglesia y en la Curia Romana en particular. Somos muchos, muchísimos, los que le admiramos y pedimos al Señor que le ayude en su difícil tarea; pero somos muchos también los que no entendemos por qué, indirectamente, S,S, promueve ese ‘carrerismo’ nombrando obispos a individuos que seguro que son magníficas personas, pero que en su labor administrativa no necesitan ser galardonados con un nombramiento sacramental que debería reservarse para los pastores. ¿Por qué tiene que ser obispo el rector de una universidad, un secretario de Dicasterio, un limosnero pontificio, un secretario del Governatorato, un prefecto de la Casa Pontificia, y otros así? ¿Por qué, inclusive, no podrían ser nuncios simples sacerdotes o inclusive laicos? Me temo que, si se sigue el proceso actual de multiplicar los clérigos tecnicolor, o los nombrados son santos, o soñarán con vestir algún día de rojo en vez de morado”.

Luis Marín
Luis Marín

Doy por hecho que mi carta no llegó nunca a las manos del papa, aunque sí puedo apuntarme el tanto de que en la misma le mencionaba a un sacerdote español como magnífico candidato a ‘obispo con olor a oveja’ y hoy ocupa una sede episcopal española; y a un obispo auxiliar que nunca tendría olor ovino alguno y que, por esa razón, no debería ser enviado a una diócesis como pastor, y hasta ahora nunca se le ha asignado una. Repito que estoy seguro de que el papa nunca leyó mi carta, pero me alegro de haber acertado en algo.

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Los obispos están llamados a ser pastores; con olor a ovejas, en palabras del mismo papa Francisco. Acepto perfectamente que un obispo residencial sea llamado a Roma para ocupar un cargo curial, pero no me entra en la cabeza que a un curial, por alto que sea su puesto o rango, se le ordene, algo así como ‘ex officio’, obispo. Y en mi modo de pensar, esto se refiere a cualquier cargo curial, cardenalato incluido.

De hecho, hasta 1983, en el pontificado de san Juan Pablo II, la mayoría de los cardenales diáconos no eran obispos, ni antes ni después de su elevación al Colegio Cardenalicio, aunque sí sacerdotes. En estos momentos, hay dos que, por decisión personal y con la anuencia del pontífice, no lo son: el recientemente creado cardenal, padre Raniero Cantalamesa, OFM Cap., y el anciano sacerdote albanés don Ernesto Simoni. A estos habrá que añadir, espero, al jesuita español, padre Juan Antonio Guerrero, Prefecto de la Secretaría para la Economía (cargo normalmente cardenalicio) que ha renunciado a ser ordenado obispo.

Cantalamessa

Resumiendo, a un cargo curial como prefecto, secretario o subsecretario de dicasterio se le pueden asignar un rango y unas prerrogativas que protocolariamente lo sitúen por encima de monseñores, obispos, arzobispos, primados, patriarcas…, pero no tiene por qué tener que ser elevado al orden episcopal y ni siquiera al presbiteral.

Si no en todos, sí en la mayoría de los 183 países que mantienen relaciones diplomáticas con el Estado Vaticano, el nuncio papal es siempre el Decano del Cuerpo Diplomático, no porque sea, como lo son todos, cardenal o arzobispo, sino porque es el nuncio papal. Y estoy seguro de que el día que, como espero ocurra en un futuro no muy lejano, un papa nombre a seglares, hombres o mujeres, embajadores pontificios, seguirán siendo Decanos del Cuerpo Diplomático del país donde representen al papa, luzcan sotanas rojas o moradas, o simples trajes o vestidos seglares.

De todas formas, y sea como sea, estamos siendo testigos de cambios sustanciales en el Vaticano, con seglares, hombres y mujeres, ocupando puestos de gran responsabilidad, al igual que lo hacen obispos y sacerdotes curiales. Que siga la racha. Y desde estas líneas y una vez más, mi más sincera felicitación y mis mejores deseos a los dos nuevos subsecretarios sinodales. Ad multos annos!

NUncio Auza

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