40 años después, el 9 de enero de 2023, el Vaticano abre el caso Orlandi La tumba de Emanuela: Entre el secreto y la farsa
El cementerio se encuentra dentro del Vaticano junto al Aula Pablo VI. Apoyada en una pared está la estatua de un ángel. Tiene en sus manos un rollo que reza en latín: Requiescat in pace, “descanse en paz”
Delante de la iglesia de Santa Ana, unos días después de ser elegido, al papa Francisco le fue presentada la madre de Emanuela por el jefe de la Gendarmería, Domenico Giani
"Cuarenta años después, el Vaticano abre el caso de Emanuela. Lo hace tras la muerte del papa emérito. Quizá no tenga nada que ver, o quizá sí"
Pietro Orlandi espera que “la apertura del caso se haga verdaderamente con la voluntad y la honestidad de aclararlo de una vez por todas y hacer finalmente justicia a Emanuela”
"Cuarenta años después, el Vaticano abre el caso de Emanuela. Lo hace tras la muerte del papa emérito. Quizá no tenga nada que ver, o quizá sí"
Pietro Orlandi espera que “la apertura del caso se haga verdaderamente con la voluntad y la honestidad de aclararlo de una vez por todas y hacer finalmente justicia a Emanuela”
| Jesús López Sáez, sacerdote
Cuarenta años después, el 9 de enero de 2023, el Vaticano abre el caso de Emanuela. Lo hace unos días después de la muerte del papa emérito. Al propio tiempo, se publican unos mensajes de dos personas cercanas al papa Francisco que hablan del dossier de Emanuela archivado en el Vaticano. Este dossier -según el secretario del papa Ratzinger- es un “expediente fantasma”, “no se ha hecho público simplemente porque no existe”, dice Georg Gänswein (Europa Press, 10-1-2023).
Ahora bien, ¿quiénes son esas dos personas cercanas al Papa?, ¿qué es lo que dicen?, ¿qué es lo que tienen que hacer?, ¿qué documentos tienen que fotocopiar?, ¿qué es lo que descubren?, ¿qué pasó con las tumbas abiertas en el cementerio teutónico? ¿estuvo allí la tumba de Emanuela?
Pietro Orlandi, el hermano de Emanuela, afirma la siguiente: “Tenemos un intercambio de conversaciones en WhatsApp de dos personas cercanas al Papa, se remontan al 2013 y al 2014. Estas personas ni siquiera las conocía en ese momento, hablan de Emanuela, de recoger algunas cosas. Se dicen: Hay que tener cuidado, tenemos que hacer fotocopias de todos estos documentos de Emanuela, frases de este tipo”.
Esas dos personas hablan también de “tombaroli”, ladrones de tumbas, que hay que pagar en secreto: “Pero a todo esto los ladrones de tumbas ¿quién los debe pagar una vez visto que los debemos pagar en secreto? El Papa Francisco dice que debemos ir adelante, pero después somos nosotros los que tenemos que hacer las cosas, ¿qué hacemos?”.
Esas dos personas no están solas. El cardenal Santos Abril las apoya y el Papa también: “Abril (presidente de la comisión cardenalicia sobre el IOR) nos dice que debemos ir adelante, que después en septiembre debemos hacer el inventario de las cosas que hemos encontrado. De esto tenemos que avisar al jefe de la Gendarmería Giani. El otro dice: No, no, en absoluto, la Orlandi es una cosa grave, el Papa está con nosotros, nos dice que vayamos adelante”.
Pietro dice también: “En 2019, cuando abrieron las tumbas, en el Vaticano ya conocían esos mensajes, sabían perfectamente que estaban vacías, hicieron una farsa. Pero hubo un problema: una habitación vacía apareció casualmente debajo. No esperábamos que apareciera”. Un “sampietrino”, empleado de la Fábrica de San Pedro, “al remover la tierra en el interior de la tumba dio un golpe más fuerte e hizo un agujero en el suelo”, “y vieron que había una habitación de cemento armado, completamente vacía, sin puertas ni ventanas. Después nos dimos cuenta de que adelante en la tumba del ángel, que nos había sido indicada en la carta, hay un paso, una entrada formada de losas de mármol rectangular con cuatro clavijas, bastaba quitarlas para bajar a esa habitación vacía. ¿Qué sentido tiene una habitación vacía en un cementerio?” (ilfattoquotidiano.it, 9-1-2023).
Esas dos personas, dice Pietro, “ni siquiera las conocía en ese momento”. Ahora sí, “las conozco”. Preguntado al respecto, no revela su identidad: “Prefiero dar sus nombres al magistrado vaticano”. Esas dos personas tienen que fotocopiar documentos, hacer un inventario de lo que encuentren y pagar en secreto a los ladrones de tumbas. El periodista Andrea Purgatori pregunta a Pietro: “¿En este chat se está hablando de ‘tombaroli’ que han abierto una tumba?”. Pietro responde: “Creo que los han llamado ‘tombaroli’ porque en un determinado lugar deben verificar cosas que se refieren a Emanuela, no lo sé, pueden ser documentos, la prueba de lo que sucedió, alguna cosa grave” (La 7, Atlandide, 11-1-2023). Ahora bien, para verificar documentos, no se necesitan ladrones de tumbas. Para abrir (en secreto) una tumba, sí. El cardenal Abril, cuando habla de hacer el inventario de lo que se encuentre, parece referirse a septiembre de 2013.
La tumba del ángel
Cinco años después, en el verano de 2018, con la foto de una tumba del cementerio teutónico, fue enviada a la abogada de la familia Orlandi, Laura Sgrò, una carta anónima que decía: “Buscad donde indica el ángel”, abajo, en la tumba. Dice la abogada: “Enseguida nos movimos, y constatamos que cotidianamente sobre aquella lápida se depositaban flores y se encendían luces en señal de piedad”, “¿es posible que una tumba de 1857 sea hoy objeto de devoción?” (La Stampa, 4-3-2019).
El cementerio se encuentra dentro del Vaticano junto al Aula Pablo VI. Apoyada en una pared está la estatua de un ángel. Tiene en sus manos un rollo que reza en latín: Requiescat in pace, “descanse en paz”. El lema latino está en singular. En tierra hay una losa dedicada a la princesa Sofía y al príncipe Gustavo von Hohenlohe.
Se hicieron indagaciones sobre el lugar y se descubrió que la tumba había sido abierta al menos una vez y que la datación de la estatua es diversa de la de la losa. Sobre todo, se verificó que “algunas personas habían sido informadas de la posibilidad de que los restos de Emanuela Orlandi hubieran sido ocultados en el cementerio teutónico”, “varias personas desde hace años suelen depositar flores en señal de piedad”. Por tanto, dice la abogada, “se pide la apertura de la tumba con la presencia de la que suscribe, de un representante de la familia Orlandi y de nuestro consejero técnico, el doctor Giorgio Portera” (Corriere della Sera, 6-3-2019).
Pietro Orlandi añade: “Aquella carta anónima, que recibimos, no es más que la confirmación de otros informes que habíamos recibido en los meses precedentes”, “informes que nos han llegado de fuentes internas al Vaticano y sobre todo no anónimas, por esto enviamos instancia escrita a la Secretaría de Estado”, “pedimos una investigación interna (…) para entender por qué estas personas nos han informado que Emanuela está sepultada en ese cementerio. Obviamente, pedimos abrir la tumba”.
En dicha instancia piden también que sean interrogados algunos eclesiásticos: “Entre ellos está monseñor Piero Vergari que, siendo rector de la basílica de San Apollinare, se ocupó de dar al ex boss de la Banda de la Magliana Enrico de Pedis la inusual sepultura en la cripta de la misma basílica. Pero mira qué extraña coincidencia, en ese cementerio, entre las diversas personas que pueden ser enterradas allí, están también aquellas de la confraternidad que tiene la sede en ese camposanto. ¿Y quién forma parte de esa confraternidad? Precisamente don Vergari que en el pasado fue también investigado por el secuestro de Emanuela”.
Entonces se produjo también el macabro hallazgo de huesos en la Nunciatura italiana. Según Pietro, esto lo ralentizó todo: “Quizá no sea casualidad que la historia de los huesos descubiertos en la Nunciatura Apostólica de Italia, haya salido después de que la abogada Sgrò hubiera anunciado al Vaticano nuestra intención de presentar instancia escrita por la apertura de la tumba en el cementerio teutónico. De hecho, la historia de la Nunciatura ha ralentizado todo en este otro frente” (affaritaliani.it, 8-3-2018).
11 de julio de 2019. La sorpresa es total. La tumba de Sofía von Hohenlohe (+1836) y de su marido Gustavo (+1896) está vacía. También está vacía la tumba adyacente de Carlota Federica (+1840), abierta por decisión del Promotor de Justicia Gian Piero Milano. Según Laura Sgrò, “debajo de una de las tumbas hay una construcción en cemento armado”. Giorgio Portera, perito de la familia, afirma que la construcción es “bastante reciente”, “incompatible con una sepultura del siglo XIX”. Dice Pietro Orlandi: “Desde 2017, tenemos indicaciones internas al Vaticano que nos señalaban allí como lugar de sepultura de Emanuela” (Blitz, 12-7-2019). Además, Pietro afirma que algún día antes de la apertura de las tumbas le llamó por teléfono Francesca Chaouqui, que fue consejera vaticana y acusada de filtrar documentos: “La señora al teléfono anunció a Pietro que las tumbas estaban vacías” (Blitz, 14-7-2019).
Robo en la caja fuerte
En la mañana del 30 de marzo de 2014. Lucio Vallejo Balda, secretario de la Prefectura de Asuntos Económicos y de la Comisión para la Economía (COSEA), envía un mensaje a Francesca Chaouqui, miembro de dicha Comisión:
-Te debo hablar, un robo. Han venido los ladrones, han robado el poco dinero que había... han abierto la caja fuerte. ¡Criminales!.
-¿Qué han robado?
-Están verificando aún lo que falta. Documentos quizá. Había fascículos importantes en esa caja fuerte... dosiers secretísimos.
-¿Los has hecho robar? Si los tienes tú, debes devolverlos. Si no, voy a la Gendarmería.
Él calla. Tras la primera sensación de euforia, se da cuenta de que se trata de “un delito grave”.
Al final, los fascículos aparecen, “enviados por una mano desconocida a los despachos de la Prefectura”: “Está el archivo de Emanuela Orlandi y entiendo el final de una historia que debe permanecer oculta”, “están los informes de los gastos ‘políticos’ de Juan Pablo II en los tiempos de la Guerra Fría y de Solidaridad. Está la correspondencia entre el banquero Michele Sindona y el empresario Umberto Ortolani”. Lo recoge en su libro Nel nome di Pietro (2017) la propia Francesca (Chaouqui, 144-147). En las fotos, detalles del robo (Nuzzi, 299).
Según Andrea Tornielli, tras el extraño robo que tuvo lugar en la Prefectura en la noche del 29 al 30 de marzo, Balda “confió a otras personas que entre el material robado estaba también el dossier sobre Emanuela Orlandi”. Sin embargo, “el dossier no estaba en el paquete de documentos devueltos a la Prefectura tras el robo y puestos en su lugar por Vallejo Balda” (Vatican Insider, 18-9-2017). Entonces ¿dónde está el dossier sobre Emanuela?
A mediados de mayo de 2017 el periodista italiano Emiliano Fittipaldi trae a Madrid uno de los documentos robados, los 5 folios sobre gastos del Vaticano con Emanuela: “He de enseñárselos a alguno que pueda verificar el contenido”. Sin duda, se trata de Vallejo Balda, que ha vuelto a la diócesis de Astorga y ha compartido con el periodista el banquillo de los acusados en el juicio del Vatileaks 2 por la fuga de documentos. El periodista le muestra el documento. El sacerdote lee los folios, levanta la cabeza y le dice: “Sí, son aquellos que estaban en el armario blindado de la Prefectura de Asuntos Económicos del Vaticano. ¿Quién te los ha dado?”.
El periodista no responde. No puede decirlo. Sin embargo, en los dos primeros encuentros la persona que se los dio excluyó con firmeza tener los papeles que buscaba: “Los he leído sólo, si los tuviera te los daría, figúrate”. Al tercer encuentro, admitió tener los documentos: “Te los doy solo porque creo que ha llegado el momento de hacer luz sobre la historia”. Al cuarto encuentro, “tenido en un bar del centro de Roma, me entregó una carpetilla verde”. En su libro Gli impostori (2017) lo recoge el periodista (Fittipaldi, 10-14 y 25-26). Por su parte, Francesca Chaouqui en su libro Nel nome di Pietro (2017) indica el lugar donde suele recibir a los periodistas: “en el bar donde he recibido a todos los otros, en la plaza San Lorenzo en Lucina” (Chaouqui, 147 y 62). Está en la zona del Tridente, en el centro de Roma Todo indica que Francesca entregó esos folios al periodista.
El periodista Gianluigi Nuzzi en su libro Via crucis informa al respecto: los ladrones “entran en los despachos de varias congregaciones, con el soplete, planta tras planta, abren cada caja fuerte que encuentran y roban el dinero guardado. No se trata de cifras significativas: unos centenares de euros por cada despacho”, “se mueven como profesionales”. En los locales de la Prefectura, “los ladrones no se limitan a localizar rápidamente la caja fuerte, abrirla y llevarse la modesta suma depositada, casi 500 euros. Irrumpen también en la habitación que guarda numerosos armarios blindados. En particular, localizan uno y lo abren”, “saben con precisión qué armario forzar”, “ están bien informados”, “el verdadero objetivo -piensan algunos investigadores- son los documentos. Los otros robos parecen un montaje para despistar”.
El 27 de abril de 2014, día de la canonización de Juan XXIII y Juan Pablo II, aparece en el buzón postal de la Prefectura “un paquete cerrado, sin destinatario ni remitente”: “Es una parte de los documentos robados”. El robo no se hace público: “La historia del paquete debe permanecer secreta” (Nuzzi, 180-188).
Fuga de documentos
A finales de enero de 2012, en el asunto llamado Vatileaks 1, ya hubo fuga de documentos. Paolo Gabriele, mayordomo del papa Ratzinger desde 2006, fue acusado de “robo agravado”. Alegó luchar contra “el mal y la corrupción” y así poner al Vaticano “de nuevo en marcha”. Fue indultado el 22 de diciembre de 2012. Ratzinger renunció al pontificado poco después, el 11 de febrero de 2013. Paolo murió a los 54 años el 24 de noviembre de 2020 “tras larga enfermedad”.
En el juicio del Vatileaks 2, en julio de 2016, Vallejo Balda afirma haber filtrado los documentos bajo presión de Francesca: “Tras haberlo seducido en una noche de pasión el 27 de diciembre pasado en Florencia”. Por su parte, Francesca alega que la madre de Balda “dormía en su misma habitación” y recuerda las revelaciones que le hizo Balda aquella noche: “su amor”, “el hombre con el que ha convivido nueve meses en el Vaticano”.
Francesca está furiosa. Le pregunta: “¿Hablamos del cofre? ¿Eh? Hablamos de tu seguro de vida?”. Balda la mira aterrorizado: “Las cosas del más allá”, las llama, su “seguro de vida”, “yo sé lo que tiene dentro”, dice Francesca, “Si hablo, ¿dónde terminarán tus patéticas intrigas?”. Ella presenta “una denuncia por difamación” y afirma: “Sé muy bien que ha sido Balda quien ha pasado información a los periodistas”.
Laura Sgrò, abogada de Francesca, dice que a sus preguntas repetía continuamente: “No puedo decírtelo, está el secreto pontificio”. Ambas enviaron una instancia al Papa para que la liberara del secreto pontificio. No hubo respuesta.
Delante de la iglesia de Santa Ana, unos días después de ser elegido, al papa Francisco le fue presentada la madre de Emanuela por el jefe de la Gendarmería, Domenico Giani. Dice Pietro: “El Papa mostró inmediatamente interés y dio a entender que conocía bien la historia”, “mi madre le dijo que rezaba todos los días por el regreso de Emanuela”. El Papa dijo algunas palabras sobre la importancia de oración: “Después abrazó a mi madre y le dijo: Si está en el cielo, rezaremos por ella. Francisco lo dijo con una expresión sincera en el rostro”, “le pedí al Papa que me ayudara a hacer surgir la verdad y él me estrechó con fuerza la mano” (La Stampa, 18-3-2013).
El 8 de noviembre de 2015 el Papa denuncia la fuga de documentos: “Robar aquellos documentos es un delito”, “un acto deplorable que no ayuda”, “yo mismo pedí que se hiciera el estudio y mis colaboradores y yo ya conocíamos bien aquellos documentos. Y se tomaron algunas medidas que comienzan a dar frutos”, “este triste hecho no me desvía ciertamente del trabajo de reforma que estamos llevando adelante”.
El 7 de julio de 2016 el Tribunal Vaticano emite sentencia por filtración de documentos reservados. Francesca es condenada a “diez meses de reclusión con la suspensión condicional de la pena por cinco años”. Balda, a “dieciocho meses, que cumplió en la cárcel vaticana”. Los periodistas Nuzzi y Fittipaldi son absueltos (Chaouqui, 221, 238-242, 168-169).
La periodista italiana María Giovanna Maglie, en su libro Addio Emanuela (2022), sostiene que Balda conserva en una caja de seguridad, guardada en la sede del Banco de Santander en Madrid, “todos los documentos robados”, incluidos los relativos a Orlandi. Incluso dichos recibos. Lo recoge el periodista Jesús Bastante en Religión Digital (11-1-2023). Es el cofre al que alude Francesca, lo que Balda llama su “seguro de vida”.
A finales de 2021, por medio de una persona de confianza, la abogada Sgrò hizo llegar al papa Francisco una breve carta en la que pedía ser recibida porque quería compartir con él “algunas informaciones nuevas sobre Emanuela”: “Esta vez -y por primera vez- Francisco me respondió, invitándome a dirigirme al despacho del Promotor, para un pleno intercambio y colaboración”. La abogada se dirigió al Promotor de Justicia al día siguiente. Durante meses, “no hubo respuesta” (Sgrò, 177-178). Sin embargo, cuarenta años después, el Vaticano abre el caso de Emanuela. Lo hace tras la muerte del papa emérito. Quizá no tenga nada que ver, o quizá sí. Pietro Orlandi espera que “la apertura del caso se haga verdaderamente con la voluntad y la honestidad de aclararlo de una vez por todas y hacer finalmente justicia a Emanuela” (10-1-2023).
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