Les motiva el mismo deseo de "encontrar un sentido en el mundo", concluyen académicos Ateos, agnósticos y creyentes no son tan distintos

Crisis de valores
Crisis de valores

Así lo revela un nuevo estudio sobre la naturaleza y la diversidad de la "incredulidad" llevado a cabo por investigadores de prestigiosas universidades británicas y presentado en el Vaticano

Las respuestas sobre los fenómenos sobrenaturales, la vida después de la muerte o valores contrastan bastante con los estereotipos sobre los "sin religión", como prefieren identificarse

Los no creyentes muestran una diversidad significativa tanto dentro como entre diferentes países, según los resultados del programa global 'Understanding Unbelief' para promover la comprensión científica del ateísmo y la no religiosidad que se presentó este martes en el Vaticano.

El programa de investigación multidisciplinario dirigido por la Universidad de Kent, en Reino Unido, muestra la naturaleza y la diversidad de la "incredulidad" en seis países, entre ellos Brasil, China, Dinamarca, Japón, Reino Unido y Estados Unidos.

La investigación cuenta con el apoyo de una subvención de 2,3 millones de libras (2,6 millones de euros) de la Fundación John Templeton y está dirigida por la Universidad de Kent en colaboración con la Universidad de 'St Mary's' en Twickenham, la Universidad de Coventry y la Universidad 'Queen' en Belfast.

Los investigadores preguntaron acerca de las actitudes hacia temas como los fenómenos sobrenaturales, como la vida después de la muerte y la astrología, si el 'universo en última instancia carece de significado' y qué valores son los más importantes para ellos.

Los científicos utilizaron términos reconocidos internacionalmente para identificar a los incrédulos: ateos (es decir, personas que "no creen en Dios") y agnósticos (es decir, personas que "no saben si hay un Dios o no, y no creen que haya una forma de averiguarlo").

No hay (tantos) ateos "dogmáticos y convencidos"

Además del hallazgo de que los no creyentes muestran una diversidad significativa tanto dentro como entre diferentes países, los autores hallaron que, en los seis países, las mayorías de los incrédulos se identifican como "sin religión". Relativamente pocos seleccionan ateo o agnóstico como su identidad (no) religiosa o secular preferida.

Las suposiciones populares sobre 'ateos dogmáticos y convencidos' no pasan el escrutinio. No creer en Dios no implica necesariamente la incredulidad en otros fenómenos sobrenaturales y la mayoría de los no creyentes en todos los países estudiados expresaron su creencia en uno o más fenómenos sobrenaturales.

Una suposición común --la de los no creyentes sin un propósito, que carecen de cualquier cosa para atribuir un significado último al universo-- no soporta el escrutinio. La mayoría de los incrédulos respaldan los valores morales objetivos, la dignidad humana y los derechos conexos, y el "profundo valor" de la naturaleza, a tasas similares a las de la población general de sus países.

Fe
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Valores compartidos

Los no creyentes y las poblaciones en general muestran un gran acuerdo con respecto a los valores más importantes para "encontrar un sentido en el mundo y en su propia vida". "Familia" y "libertad" se clasificaron de manera elevada para todos ellos, según los resultados del estudio.

La conferencia, que se desarrollará del 28 al 30 de mayo, tiene de co-anfitriones al Consejo Pontificio para la Cultura, el Departamento del Vaticano responsable de dialogar con los no creyentes, y la Red de Investigación de No Religión y Secularidad, cofundada en 2008 por la socióloga de la Universidad de Kent, la doctora Lois Lee.

"Simplificaciones" y "caricaturas"

Lee, que es investigadora principal en el Departamento de Teología y Religión de Kent, es la científica principal de 'Understanging Unbelief'. El proyecto está co-dirigido por el psicólogo Miguel Farias ('Coventry University'), el antropólogo Jonathan Lanman ('Queen's University Belfast') y el sociólogo profesor Stephen Bullivant ('St Mary's University').

En relación al proyecto de investigación, Lee subraya que "estos hallazgos muestran de una vez por todas que la imagen pública del ateo es, en el mejor de los casos, una simplificación y, en el peor, una gran caricatura".

"En lugar de confiar en suposiciones sobre lo que significa ser un ateo, ahora podemos trabajar con una comprensión real de las diferentes visiones del mundo que incluye la población atea. Las implicaciones para la política pública y social son sustanciales, y este estudio también puede tener un impacto en las interacciones más cotidianas en sociedades religiosamente diversas", comenta.

Una división "no tan grande"

Lanman agrega que los datos del estudio contrarrestan directamente los estereotipos comunes sobre los no creyentes. "Una opinión común sobre los no creyentes es que carecen de un sentido de moralidad objetivo y un propósito, pero que poseen una confianza arrogante y un conjunto de valores muy diferente al resto de la población", indica.

Sin embargo, sostiene que los datos del trabajo en seis países diversos muestran que "nada de esto es cierto". "En un momento en que nuestras sociedades parecen estar cada vez más polarizadas, ha sido interesante y alentador ver que una de las supuestas grandes divisiones en la vida humana (creyentes frente a no creyentes) puede no ser tan grande después de todo", concluye.

Fe
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