Felices quienes saben que la alegría únicamente brota de un corazón agradecido.
Felices quienes ven a la alegría como una mariposa que alza el vuelo desde el interior de su propia crisálida.
Felices quienes estrenan y regalan sonrisas para transformar tantos rostros tristes, imágenes de tantos espíritus doloridos.
Felices quienes se sobreponen a los pesares, recordando que hay otros males mucho mayores que los suyos y así renuevan la fuente de su alegría.
Felices quienes ante la muerte y las pruebas más duras de la vida, vuelven lentamente a la paz de su corazón, que mantiene ardientes las brasas de la alegría.
Felices quienes asientan su mayor satisfacción en la felicidad de los demás, pues ahí es donde se encuentra y se goza de la perfecta alegría.
Felices quienes disfrutan con las pequeñas cosas de cada día, y en esos detalles se renueva su alegría.
Felices quienes sueñan, e intentan hacer realidad sus sueños, y en ese esfuerzo, sea positivo o no, experimentan la dulzura de haber sembrado estrellas de alegría.