Contemplar no es solo mirar con atención,
sino escuchar en silencio lo que me transmite
y dejar que traspase lentamente
por el tamiz de mi corazón.
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La primera vez que nacimos fue tras la explosión de una supernova.
Millones de años más tarde nacimos del seno de nuestra madre.
Y también nacemos cada día que abandonamos la noche
y abrimos los ojos a un nuevo amanecer.
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Quizá no podamos solucionar el sufrimiento,
ni siquiera entenderlo,
pero sí que podemos extender el bálsamo
de nuestra presencia consoladora, fraterna.
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Decidió entregarse en los brazos de la belleza.
Y ya no pudo sustraerse
a sus delicadas pinceladas,
a la seducción de sus versos,
a la pasión de sus sensuales melodías.
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Conviene que me vaya,
de lo contrario
no anhelarás el momento
de nuestro reencuentro.
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Cuando lo ordinario se intenta vivir
de forma extraordinaria,
todo se transforma y llega,
por sorpresa, la paz y la alegría.