La presencia que nos habita, sostiene e impulsa
es como un hogar acogedor en el que vivimos,
como la brisa que invita al profundo respiro,
como un ambiente agradable que nos rodea
y en el que nos sentimos afortunados.
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Y el alfarero consiguió que emergiera de la arcilla
la luminosidad que latía en su interior,
transformándola en una hermosa lámpara
dispuesta para ser luz.
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D
espués de hacer tuyo su temblor
te abrazará la ternura
con sus lágrimas de rocío.
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Los gestos de generosidad,
solidaridad y cuidado,
permiten que resurja
la ilusión por la vida.
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La esperanza nos urge, nos moviliza
a buscar siempre una salida,
a intentar una solución a cada problema.
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La mirada atenta, compasiva,
la mano abierta, tendida,
la vida como don
que conmueve y fascina.