¿Qué tal si dejamos de buscar
mi felicidad o la tuya por separado
y la buscamos juntos,
la nuestra, la de todos?
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No intentes cercarle, atraparle, domesticarle
con palabras, definiciones, dogmas, tabernáculos.
No podrás. Porque siempre se desliza
y se escabulle por las rendijas de la existencia.
Deja que te sorprenda, te transpire,
te apasione, te empape, te transparente.
Permítele ser libre en ti
y que te acompañe en el camino
hacia la plenitud de tu vida.
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Hay mucha gente que se conmueve
ante los muertos provocados
por los accidentes de tráfico.
En cambio no se escandalizan
ante el tráfico asesino de la fuga de capitales,
de la corrupción, de los extranjeros en pateras,
de los órganos, de la prostitución,
de las drogas, de los armamentos...
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En el principio todo era expansión,
relación, fusión, vínculo, generación…
Y así lo sigue siendo.
A pesar de los fenómenos del egoísmo
y el individualismo, que conducen
hacia los agujeros negros de la muerte.
La armonía y el esplendor de la vida
se manifiestan en el don.
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Como una antorcha
desearía que brillara
la esperanza.
Pero, a veces,
me tengo que conformar
con la tenue luz de un rescoldo.
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No agotaremos
nunca
la búsqueda permanente
de nuestro corazón
y su abismo.