Padrenuestro de la Felicidad
Tú habitas en nuestra tierra, en nuestro universo y en el cielo de nuestro corazón, en el cielo gris de las vidas de tantos empobrecidos y excluidos, de la naturaleza agredida. Por eso ya no miramos hacia arriba, para poder contemplarte gozosos dentro de nosotros y a nuestro alrededor.
Santificamos tu nombre cuando no abusamos del otro, sino que vivificamos la relación, el amor, la solidaridad con los demás, porque en la creación de dichosas y justas relaciones humanas, tratando con dignidad y respeto a nuestro prójimo, es dónde se demuestra si te bendecimos o blasfemamos contra ti.
Que se haga presente tu reinado, ese otro mundo posible y necesario, más feliz, más fraterno, equitativo y en paz, comprometiéndonos con la liberación de los excluidos y desfavorecidos, para que podamos gozar juntos de una nueva vida de dicha, ilusión y bienestar.
Que sepamos cumplir tu voluntad, que es el anhelo de felicidad que anida en nuestros corazones, que con tu ayuda lleguemos a plenitud como personas, ayudando a la vez a que lo sean los demás.
Tanto en la tierra como en el cielo, es decir, sabiendo que podemos hacer que la tierra se transforme en cielo, y que el cielo inunde de gozo nuestra tierra, según el programa de vida dichosa al que nos ha invitado Jesús con las Bienaventuranzas.
No nos dejes caer en la prueba, en las dificultades y problemas de la vida, aunque también nos sirven para madurar como personas. Que nos esforcemos para que el sufrimiento, el dolor y la enfermedad se transformen en superación, plenitud humana y felicidad.
Sabemos que tendremos que librar una lucha contra el mal, pero también que tú serás nuestra fuerza para vencer el mal que llevamos dentro y ayudando a eliminar el que existe a nuestro alrededor, para que la gente pueda respirar, sonreír, reilusionarse, para seguir viviendo felices y libres.
Padre y Madre nuestra, ayúdanos a experimentar en nuestra existencia que la Vida, la Bondad y la Felicidad son más fuertes que la muerte, la desesperanza y la maldad.