Los mil nombres de la Divinidad
Ternura, Delicadeza, Cariño, Gentileza.
Pasión, Llama, Lumbre, Efusión.
Misericordia, Caridad, Indulgencia, Compasión.
Bondad, Gentileza, Cordialidad, Suavidad.
Hondura, Profundidad, Amiga, Intimidad.
Calma, Gracia, Motivación, Comunidad.
Madre, Matriz, Inmensidad, Acogida.
Brasa, Hoguera, Luz, Estrella.
Paz, Energía, Fogosidad, Brisa.
Serenidad, Respiración, Justicia, Ruah.
Esperanza, Fuerza, Relación, Bondad.
Solidaridad, Acogida, Confianza, Cordialidad.
Mar, Fuente, Brisa, Hontanar.
Resistencia, Audacia, Presencia, Vida.
Creo que mucho mejor que hablar de la Divinidad, es permanecer en silencio. Solo la experiencia nos puede llevar a expresar con veracidad lo que significa en nuestra existencia esa Realidad, mediante nuestras propias acciones, con nuestro testimonio vital.
Pero somos seres en relación y nos comunicamos mediante palabras. Para referirnos a la Divinidad, lo hemos hecho desde hace cientos, miles de años, siempre con términos masculinos, ya que nuestra sociedad es mayoritariamente machista y patriarcal.
Para cambiar de mentalidad el lenguaje es algo fundamental. Por eso abogo, para transformar nuestra forma de relacionarnos con la Divinidad, por empezar a utilizar términos en femenino en lugar de en masculino. Porque ya hemos nombrado durante demasiado tiempo a la Divinidad en masculino: Señor, Padre, Amo, Omnipotente, Pastor, Supremo…
Ha llegado el momento de modificar los términos para empezar a cambiar de mentalidad. Empezando, por ejemplo, en lugar de llamarle Dios, a decir: “Diosa mía, Madre nuestra, que estás en el universo y, sobre todo, en lo más íntimo de nuestros corazones, santificado sea este nuevo nombre con el nos dirigimos a ti…”.