S.O.S.
Leí la noticia en la página Elmundo.es del miércoles, 03/02/2010:
Una webcam le salva la vida en medio del helado Mar del Norte
Quería tomar unas fotografías de la puesta de sol y la noche le cayó encima. Encima en un lugar inhóspito, en medio del helado Mar del Norte, Alemania. Perdido en St. Peter-Ording, logró ser rescatado porque alguien le vio.
Aquella noche, en su casita Westerwald, en el centro oeste de Alemania, una mujer decidió entrar en su ordenador y ver, a través de una webcam, las bellas imágenes de la inhóspita playa de St. Peter-Ording. La playa estaba helada. Pero, contra todo pronóstico, no estaba desierta.
El hombre perdido pidió ayuda con una bengala. La mujer casera vio la luz y alertó a la policía. La webcam instalada en la playas obró el 'milagro' y nuestro fotógrafo se salvó gracias a un grito proclamado a 500 kilómetros de distancia.
"No podía encontrar la costa porque se había cubierto de nieve", relata Kristin Stielow, portavoz de la policía, "ha salido bien de la situación, pero podía haber muerto de frío, sufrir una herida provocada por el hielo".
Me alegro mucho de la inmensa suerte del fotógrafo alemán. Pero, a la vez, no he podido dejar de preguntarme por las señales que nos llegan segundo a segundo de la webcam de la realidad. Cuántas personas nos gritan y nos envían esas señales de socorro, y nos pasan desapercibidas en medio del ruuido de fondo cotidiano. Cuánto sufrimiento al que ponemos sordina. Y qué poco sensibles a lo que va pasando a nuestro lado. Cuántos jóvenes, por ejemplo, que van a pagar la crisis actual viendo seriamente comprometidos su futuro y su felicidad. Y que tendrán que oír una nueva versión del "mal de muchos...". Total, no eres tú solo/a, hay otros cuatro millones...
Y eso por no hablar de otras señales de S.O.S. más profundas: las del vacío existencial, las del tirar por la calle del medio y perderse en malos rollos, la de no encontrar al Dios de la Vida por los malos ejemplos de algunos de sus seguidores...
Hoy he sabido que el Buen Samaritano puede estar delante de un ordenador, a 500 km. del herido del camino. Eso sí: con tal que, como aquel de hace 2000 años, sepa leer y atender las señales de S.O.S.