Rito ordinario vs misas de espaldas y en latín
CORREO COMENTADO-VI
A raíz de las noticias referidas a la Fraternidad fundada por el fallecido obispo Marcel Lefebvre, un sacerdote me ha escrito el comentario que sigue:
«Como cristiano, pero discrepando con algún dogma fruto del pensar de hombres, expuestos al error como cualquier humano, aunque se diga que el Papa, cuando habla ex-cátedra es infalible y que habla por el E.S. como vicario de Cristo en la tierra. Fue el primer Papa, Pedro, educado por Jesús dado como piedra sobre la que iba a edificar su Iglesia, el que tuvo que admitir la primera reprensión de Pablo por su error. Me ofendió el artículo cuando se hace referencia a si «podría sospecharse siquiera que la Misa es sacrificio incruento de Cristo en un altar católico y no el anodino "memorial de una cena” en una mesa protestante». He celebrado misa en iglesias Romanas, también, siguiendo a Pablo: "Conocedlo todo, retened lo bueno". He estado en celebraciones protestantes. No denostemos el amor y reverencia que transpiran en su memorial. La institución eucarística no fue en un altar y de espalda al pueblo más bien alrededor de una MESA, donde Jesús estaba visible y comprensible. No en latín.» «A DEO GLORIA»
Respuesta :
Estimado Padre X:
No contesto a comentarios pero los asuntos que usted destaca en su e.mail merecen putualizaciones que considero de interés general.
La disputa Pablo/Pedro.- Antes que discutirle la infalibilidad al primer Papa, a San Pablo le movió una intención de "prudencia pastoral". San Pedro, para no enfrentarse a los judeo-cristianos, muy fuertes en Jerusalén y con gentes peligrosas para la Iglesia, ponía en peligro la fe, aun tierna, de los cristianos procedentes del paganismo. Lo que se destaca es que San Pablo no tanto se encaraba con San Pedro sino que estaba reconociendo que lo que hiciera San Pedro, aun fuera de la enseñanza infalible, contaría de un modo especial para todos. Al no criticarle a escondidas sino en presencia de su auditorio le ayudaba a precisar con mayor acierto su predicación. Así se entiende de la actitud consecuente de San Pedro.
Del consejo que San Pablo nos da sobre “conocerlo todo” no comparto la interpretación que usted propone, pues es evidente que no puede incitarnos a que gustemos del pecado, dicho sea aparte de nuestra condición de pecadores natos. Ciertamente, muchos preferimos probar de todo y olvidarnos de elegir lo bueno... que con ese 'probarlo todo' hasta llegamos a desconocer. La frase del Apóstol a mi me parece que se asemeja mucho a la de Jesús: “Estar en el mundo sin ser del mundo”. ¿No cree?
La mesa.- Como usted bien sabe, Nuestro Señor, 'en la noche que iba a ser entregado...', instituyó la Eucaristía con pan y vino igual que lo hiciera el Sumo Sacerdote Melquisedec (trigo y uvas) al celebrar una victoria guerrera de Abraham, como sacrificio verdadero a Yaveh. Esto Jesús lo hizo "después de haber cenado", lo cual separa este acto del ágape o convite.
En aquel tiempo en Oriente las mesas no tenían uso para comer pues que lo habitual era hacerlo en el suelo, con almohadones y utensilios adecuados. Costumbre en muchas culturas y civilizaciones, por ejemplo, la India. Inclusive los romanos comían así, reclinados. Y hoy sigue siendo hábito en países como Arabia o Marruecos. Los artistas del Renacimiento, p. ej.: Leonardo, se prodigaron en presentar la Santa Cena en una mesa. Pero eso no acredita comparaciones imposibles.
El latín.- ¿Qué problema tiene entenderlo o no entenderlo? El culto siempre se asoció a una “lengua litúrgica”. Así lo entendió el propio Jesús al usar el hebreo y el arameo. En la Palestina de entonces ya se hablaba el griego. La mayoría de aquella Iglesia naciente lo tenía como lengua de uso, muchos por necesidad de comercio. La familia de Marcos producía aceite y lo exportaba, por lo cual negociaba en ese idioma, aparte del nuevo, el latín. Los Zebedeo también hablaban griego... Jesús conocía el latín pues conversó con diversos romanos. (Pilato, allá en la Roma de donde fue enviado, no sabía hebreo ni arameo.) Jesús no era un analfabeto como algunos pretenden para exaltar la propia ignorancia.
El latín se hizo obligatorio a todo el Imperio. Las lenguas vernáculas, unas se guardaban, otras se inventaban y muchas se perdían. El primer Credo, o "símbolo" fue dado en griego; el de Nicea, en latín solamente.
San Pedro, como primer obispo de Roma es de cajón que hablaba latín, que la Iglesia adoptó para fijar las enseñanzas del Maestro. Por eso es lengua sagrada, no ya por el culto, pienso yo, sino porque guarda sus palabras. Inexplicablemente después de dos mil años, tras el Concilio Vaticano II, la Iglesia lo arrinconó aun a pesar de que su impulsor, el beato Juan XXIII, recomendara vivamente que se preservase. Hasta hace muy poco, no sé si continuará, en el bar del Vaticano podía pedirse en latín el menú, el café, etc. Y en varios países de Occidente hoy todavía, en este abril de 2012, se usa hablado y escrito para actos académicos e inclusive para documentos oficiales. En Finlandia esta lengua - parece que sólo muerta para la Iglesia moderna - se habla en una emisora de radio que emite para unos 25.000 oyentes. La educación elemental reglada por el actual gobierno alemán obliga a tres años de latín.
Lo que ocurre es que, además de un bien de la Iglesia, el latín es un maldito escollo para nuestros enemigos. Es en latín y algo en griego que se conserva toda la Tradición y el Magisterio. Desde los Apóstoles y Santos Padres. También se puede explicar este odio al latín en que algunos engañados por la Revolución lo asocian a un sentido de clase. En esta perversión se origina que un tesoro capital, que sobrepasa al tiempo y lo inmanente, se haya despreciado criminalmente en los seminarios y en las escuelas católicas, en las parroquias y en las congregaciones religiosas. Porque crimen lo es, tanto o más, como robar o malvender oro y plata de uso sagrado, pinturas, esculturas, retablos... En el caso de eliminar el latín, antes que para mejor acercarnos a Dios en verdad se elimina para destruir el sacerdocio católico. Aparte quede la mucha soberbia que el error explota siempre para mantenerse.
Religión no es ideología.- Son muchos los católicos relevantes partidarios de que la Iglesia vuelva a predicar y enseñar religión. Lo cual hace elemental restaurar su expresión sobrenatural que nace, sólo y nada más, de nuestro corazón elevado a Dios, puesto en Él. De ahí surgirá un nuevo crecimiento y un balance económico boyante. No se puede perdurar si se mantiene un déficit constante, seguro fruto de haber aplastado lo esencial de nuestra presencia en el mundo. Cúmplese así que “sin Él - Cristo - nada podemos hacer”, y que el reino de Dios, y no el de Marx o el del pobrismo hipócrita, no sólo nos promete el ciento por uno aquí en la tierra sino, después, la vida eterna. ¿La Iglesia acusa un déficit galopante? Luego eso debe ser porque no trabajamos - bien, sinceros - por el reino de Dios.
“Amor y reverencia que transpiran”.- Le respondo con palabras más sabías que las mías: «La "última cena" es indispensable para entender la Eucaristía instituida por Jesucristo, pero no basta con la cena. La Eucaristía reclama la Cruz y la misma Resurrección (con las apariciones del Resucitado y, especialmente, sus "comidas"; igual que reclama las bodas de Caná y las "multiplicaciones de panes, unidas al discurso de Jn 6 -el Pan de Vida- como preparación y las prefiguraciones del AT). Por eso la Misa cristiana, desde sus orígenes, no es simple actualización de la última cena o repetición total de la misma, sino actualización de todo el Misterio de Cristo ("memoria mía"), que culmina y se entiende, como toda la Historia de Salvación, en la Pasión, Muerte, Resurrección y Glorificación del Señor, lo cual recordamos en el Canon de cada Misa.» (cf. JMFG)
La presencia de Cristo-Eucaristía es esencial porque sin ella no hay víctima, luego, tampoco sacrificio. Esta es la realidad de las misas modernas en las que sus celebrantes solo subrayan la mesa. En miles de misas modernas ni siquiera guardan el Ordo Missae perpetrado por Mons. Bugnini, el desterrado a Irán, y solamente señalan la presencia memorial, que igual podría atribuirse a un ídolo mediático en cuyo recuerdo se reúnen sus fans.
Ese amor y reverencia que usted cita se transpira más de la engañada buena voluntad de los fieles, gente que en sus intenciones está el agradar a Dios: el mismo Cristo, que no está vivo y en presencia real porque ya no creen en la transustanciación. También se transpira amor y reverencia en las tenidas de iniciación masónica, en los ritos tribales, en las reuniones de vecinos y hasta en muchas juntas de accionistas.
Reciba mis respetuosos saludos.
«Como cristiano, pero discrepando con algún dogma fruto del pensar de hombres, expuestos al error como cualquier humano, aunque se diga que el Papa, cuando habla ex-cátedra es infalible y que habla por el E.S. como vicario de Cristo en la tierra. Fue el primer Papa, Pedro, educado por Jesús dado como piedra sobre la que iba a edificar su Iglesia, el que tuvo que admitir la primera reprensión de Pablo por su error. Me ofendió el artículo cuando se hace referencia a si «podría sospecharse siquiera que la Misa es sacrificio incruento de Cristo en un altar católico y no el anodino "memorial de una cena” en una mesa protestante». He celebrado misa en iglesias Romanas, también, siguiendo a Pablo: "Conocedlo todo, retened lo bueno". He estado en celebraciones protestantes. No denostemos el amor y reverencia que transpiran en su memorial. La institución eucarística no fue en un altar y de espalda al pueblo más bien alrededor de una MESA, donde Jesús estaba visible y comprensible. No en latín.» «A DEO GLORIA»
Respuesta :
Estimado Padre X:
No contesto a comentarios pero los asuntos que usted destaca en su e.mail merecen putualizaciones que considero de interés general.
La disputa Pablo/Pedro.- Antes que discutirle la infalibilidad al primer Papa, a San Pablo le movió una intención de "prudencia pastoral". San Pedro, para no enfrentarse a los judeo-cristianos, muy fuertes en Jerusalén y con gentes peligrosas para la Iglesia, ponía en peligro la fe, aun tierna, de los cristianos procedentes del paganismo. Lo que se destaca es que San Pablo no tanto se encaraba con San Pedro sino que estaba reconociendo que lo que hiciera San Pedro, aun fuera de la enseñanza infalible, contaría de un modo especial para todos. Al no criticarle a escondidas sino en presencia de su auditorio le ayudaba a precisar con mayor acierto su predicación. Así se entiende de la actitud consecuente de San Pedro.
Del consejo que San Pablo nos da sobre “conocerlo todo” no comparto la interpretación que usted propone, pues es evidente que no puede incitarnos a que gustemos del pecado, dicho sea aparte de nuestra condición de pecadores natos. Ciertamente, muchos preferimos probar de todo y olvidarnos de elegir lo bueno... que con ese 'probarlo todo' hasta llegamos a desconocer. La frase del Apóstol a mi me parece que se asemeja mucho a la de Jesús: “Estar en el mundo sin ser del mundo”. ¿No cree?
La mesa.- Como usted bien sabe, Nuestro Señor, 'en la noche que iba a ser entregado...', instituyó la Eucaristía con pan y vino igual que lo hiciera el Sumo Sacerdote Melquisedec (trigo y uvas) al celebrar una victoria guerrera de Abraham, como sacrificio verdadero a Yaveh. Esto Jesús lo hizo "después de haber cenado", lo cual separa este acto del ágape o convite.
En aquel tiempo en Oriente las mesas no tenían uso para comer pues que lo habitual era hacerlo en el suelo, con almohadones y utensilios adecuados. Costumbre en muchas culturas y civilizaciones, por ejemplo, la India. Inclusive los romanos comían así, reclinados. Y hoy sigue siendo hábito en países como Arabia o Marruecos. Los artistas del Renacimiento, p. ej.: Leonardo, se prodigaron en presentar la Santa Cena en una mesa. Pero eso no acredita comparaciones imposibles.
El latín.- ¿Qué problema tiene entenderlo o no entenderlo? El culto siempre se asoció a una “lengua litúrgica”. Así lo entendió el propio Jesús al usar el hebreo y el arameo. En la Palestina de entonces ya se hablaba el griego. La mayoría de aquella Iglesia naciente lo tenía como lengua de uso, muchos por necesidad de comercio. La familia de Marcos producía aceite y lo exportaba, por lo cual negociaba en ese idioma, aparte del nuevo, el latín. Los Zebedeo también hablaban griego... Jesús conocía el latín pues conversó con diversos romanos. (Pilato, allá en la Roma de donde fue enviado, no sabía hebreo ni arameo.) Jesús no era un analfabeto como algunos pretenden para exaltar la propia ignorancia.
El latín se hizo obligatorio a todo el Imperio. Las lenguas vernáculas, unas se guardaban, otras se inventaban y muchas se perdían. El primer Credo, o "símbolo" fue dado en griego; el de Nicea, en latín solamente.
San Pedro, como primer obispo de Roma es de cajón que hablaba latín, que la Iglesia adoptó para fijar las enseñanzas del Maestro. Por eso es lengua sagrada, no ya por el culto, pienso yo, sino porque guarda sus palabras. Inexplicablemente después de dos mil años, tras el Concilio Vaticano II, la Iglesia lo arrinconó aun a pesar de que su impulsor, el beato Juan XXIII, recomendara vivamente que se preservase. Hasta hace muy poco, no sé si continuará, en el bar del Vaticano podía pedirse en latín el menú, el café, etc. Y en varios países de Occidente hoy todavía, en este abril de 2012, se usa hablado y escrito para actos académicos e inclusive para documentos oficiales. En Finlandia esta lengua - parece que sólo muerta para la Iglesia moderna - se habla en una emisora de radio que emite para unos 25.000 oyentes. La educación elemental reglada por el actual gobierno alemán obliga a tres años de latín.
Lo que ocurre es que, además de un bien de la Iglesia, el latín es un maldito escollo para nuestros enemigos. Es en latín y algo en griego que se conserva toda la Tradición y el Magisterio. Desde los Apóstoles y Santos Padres. También se puede explicar este odio al latín en que algunos engañados por la Revolución lo asocian a un sentido de clase. En esta perversión se origina que un tesoro capital, que sobrepasa al tiempo y lo inmanente, se haya despreciado criminalmente en los seminarios y en las escuelas católicas, en las parroquias y en las congregaciones religiosas. Porque crimen lo es, tanto o más, como robar o malvender oro y plata de uso sagrado, pinturas, esculturas, retablos... En el caso de eliminar el latín, antes que para mejor acercarnos a Dios en verdad se elimina para destruir el sacerdocio católico. Aparte quede la mucha soberbia que el error explota siempre para mantenerse.
Religión no es ideología.- Son muchos los católicos relevantes partidarios de que la Iglesia vuelva a predicar y enseñar religión. Lo cual hace elemental restaurar su expresión sobrenatural que nace, sólo y nada más, de nuestro corazón elevado a Dios, puesto en Él. De ahí surgirá un nuevo crecimiento y un balance económico boyante. No se puede perdurar si se mantiene un déficit constante, seguro fruto de haber aplastado lo esencial de nuestra presencia en el mundo. Cúmplese así que “sin Él - Cristo - nada podemos hacer”, y que el reino de Dios, y no el de Marx o el del pobrismo hipócrita, no sólo nos promete el ciento por uno aquí en la tierra sino, después, la vida eterna. ¿La Iglesia acusa un déficit galopante? Luego eso debe ser porque no trabajamos - bien, sinceros - por el reino de Dios.
“Amor y reverencia que transpiran”.- Le respondo con palabras más sabías que las mías: «La "última cena" es indispensable para entender la Eucaristía instituida por Jesucristo, pero no basta con la cena. La Eucaristía reclama la Cruz y la misma Resurrección (con las apariciones del Resucitado y, especialmente, sus "comidas"; igual que reclama las bodas de Caná y las "multiplicaciones de panes, unidas al discurso de Jn 6 -el Pan de Vida- como preparación y las prefiguraciones del AT). Por eso la Misa cristiana, desde sus orígenes, no es simple actualización de la última cena o repetición total de la misma, sino actualización de todo el Misterio de Cristo ("memoria mía"), que culmina y se entiende, como toda la Historia de Salvación, en la Pasión, Muerte, Resurrección y Glorificación del Señor, lo cual recordamos en el Canon de cada Misa.» (cf. JMFG)
La presencia de Cristo-Eucaristía es esencial porque sin ella no hay víctima, luego, tampoco sacrificio. Esta es la realidad de las misas modernas en las que sus celebrantes solo subrayan la mesa. En miles de misas modernas ni siquiera guardan el Ordo Missae perpetrado por Mons. Bugnini, el desterrado a Irán, y solamente señalan la presencia memorial, que igual podría atribuirse a un ídolo mediático en cuyo recuerdo se reúnen sus fans.
Ese amor y reverencia que usted cita se transpira más de la engañada buena voluntad de los fieles, gente que en sus intenciones está el agradar a Dios: el mismo Cristo, que no está vivo y en presencia real porque ya no creen en la transustanciación. También se transpira amor y reverencia en las tenidas de iniciación masónica, en los ritos tribales, en las reuniones de vecinos y hasta en muchas juntas de accionistas.
Reciba mis respetuosos saludos.