Del pecar contra el Espíritu Santo. ©
Los pecados contra el Espiritu Santo son seis:
1° Desconfianza en el perdón.-
Falta de fe en la misericordia de Dios porque nuestro apartamiento de Él fue tan hondo y obstinado que aceptamos nuestra condena inexorable. Léase la parábola del hijo pródigo. (Lc 15, 11-32)
2° Engreimiento de merecer las promesas cristianas.-
Creernos tan virtuosos que el cielo es premio debido. Un premio que Dios no tiene más remedio que darnos. Nuestros rezos y disciplinas piadosas pasan a ser la letra de cambio que obligatoriamente ha de pagarse a su vencimiento.
3° Negar la verdad conocida como tal.-
Se produce cuando nos creemos definidores de la Revelación con mayor autoridad que la de los Apóstoles, la sangre de los mártires y los primeros concilios. Esta herejía pocas veces se da en el pueblo fiel pero sí, como plagas repetidas, en los doctores eclesiásticos.
4° La envidia de la gracia ajena.-
Quejarnos de la injusticia de Dios que nos parece muestra sus preferencias hacia otros que la merecen menos. En resumen, el pecado de la envidia que atormentó a Caín y le hizo blasfemar y asesinar.
5° No querer abandonar el pecado.-
No se trata del pecar por debilidad de naturaleza –por ejemplo, el alcoholismo- sino el preferir un pecado –por ejemplo, la avaricia- al que no quiero renunciar aun si me pongo en riesgo de perder la gracia de Dios.
6° La soberbia final.-
Este es un pecado horriblemente difundido en estos tiempos. Es el del pecador que sintiéndose morir rechaza la contrición de conciencia manteniéndose descreído de las promesas de Cristo Redentor.
De entre los séis quiero detenerme en el tercero, que dice: Negar la verdad conocida como tal.
Desmenucemos: Negar = Rehusar, reinterpretar, apañar a nuestra conveniencia, dar por verdadero lo que no está definido.
La Verdad conocida...= Establecida, enseñada. Aquello que lo es por sí mismo. Por ejemplo: "Dios es el camino, la Verdad y la vida".
Por eso conculcarla es un pecado sin perdón. Porque presenta como Verdad lo que es instrumentación acomodaticia o derivación interesada.
¿Qué materia es común a esos pecados ?
El desprecio a Dios. En particular a la Tercera Persona trinitaria, hoy de poco papel entre los fieles. Al Espíritu Santo se le cita como de interés secundario...
¿Por qué el pecado -digo el pecado- contra el Espíritu Santo es tan poco tratado en estos tiempos? (Creo que en las escrituras hebreas nada más Isaías, siempre Isaías, lo cita en el capítulo 11 de su libro.)
De su escasa doctrina se puede sospechar sea porque en Él se involucra de modo muy principal la autoridad del Papa, que recurre constantemente a su respaldo, supuesto o declarado. Y, también, con temeraria frecuencia, para tergiversar su objeto. Como si su asistencia hubiera sido prometida sólo para respaldar las audacias y contradicciones de cualquier sucesor de los Apóstoles. Pero...
...no fue prometido a los sucesores de Pedro el Espíritu Santo para que por revelación suya manifestaran nuevas doctrinas, sino para que, con su asistencia, santamente custodiaran y fielmente expusieran la revelación transmititda por los Apóstoles, es decir el depósito de la fe. (Denz 1836)
Si buscamos en el Nuevo Testamento pronto encontraremos que la asistencia del Paráclito, Espíritu Santo, no fue prometida a Pedro, en sentido singular, sino a toda la Iglesia. Es decir a todos los fieles; desde el mínimo hasta el Papa y los obispos. (*) Afinando la doctrina y su aplicación, podemos afirmar que es el Papa quien está comprometido con el Espíritu Santo y no Éste con el Papa para que le sancione lo que a él le convenga. Que es cierto, como en la historia se ha recogido bastantes veces, que un papa puede descarriarse o incluso distinguirse como antipapa... de esos que en el pasado por sus desvíos se les tiraba al Tíber.
Otra vez lo subrayaré: El pecado contra el Espíritu Santo es uno tal que "no se perdonará ni en esta vida ni en la venidera". Algo muy fuerte, espantoso si consideramos que los mayores usufructuarios del Espíritu Santo lo son los obispos, incluido el Papa... al ejercer su magisterio, su ejemplo y su autoridad. Claro que, manejando conceptos de tal calibre como la esperanza de Vida Eterna junto al Creador, si yo fuera obispo en riesgo de, por obediencia, pecar contra el Espíritu Santo pensaría mucho en el efecto final de la elecció de mis lealtades. Hablo con mentalidad práctica enfocada a nuestra propia biografía. Visión de Cuenta de Resultados, de Balance boyante o ruinoso. Por tanto, ante esta realidad no nos escudemos en obedecer al representante del Rey si ese rey -Dios mismo- con tales obediencias queda desorejado.
Enseñanza de Jesús que es aviso formal y directo al Papa... Porque los más temerarios usuarios de su asistencia son, justamente, los vicarios de Cristo, cuando con suicida ligereza ocultan o ignoran que no pueden "manifestar nuevas doctrinas"... Y menos si originadas en los cenáculos de la ONU y la globalización.
Este arma -"que los pecados contra el Espíritu Santo no tienen perdón ni en esta vida ni en la venidera"- resulta así la más poderosa de Cristo y de la Iglesia, aunque hoy no esté así considerada, en normal cosecha de la falta de fe que corroe las cúpulas. De modo que la prerrogativa de infalibilidad resalta, y más que nunca en estos tiempos, con un sinfín de posibilidades de manipulación. No tanto en favor de los intereses del Dios Trino cuanto para imposición, utilización y respaldo -una vez saltados los principios "qué más da ocho que ochenta"- de desmanes doctrinales, de deslealtades, de misericordias hacia aberraciones morales, de desgobierno, de indisciplina y desprecio a enseñanzas sostenidas durante siglos por la Iglesia con su Magisterio Solemne. Este último hoy llevado por rastrojos en declaraciones anodinas a periodistas en un avión, o en charla casual con turistas en la Plaza de San Pedro. Incluso con los contrarios a nuestra fe. Muy raramente, hasta ahora, con la seriedad a que los fieles son acreedores. Por eso es tan obligado que todo católico, en definitiva la Iglesia, vuelva a los maestros tradicionales.
Los modernos, que se cuelgan de lo "políticamente correcto", se preguntan: ¿Y por qué esa manía de los carcas en defender unas tradiciones que no son otra cosa que un paso atrás en los avances del Concilio? Pues es muy claro, para quien tenga desinfectada la mente: Porque la Tradición es una serie de eslabones que nos llevan sin interrupción desde el hoy hasta el día en que Cristo vivió y murió. Por eso, decir "Iglesia Tradicional" es lo mismo que decir 'Iglesia Católica'.
En opuesto a la tradición está el modernismo que, como se nos muestra, es algo pasajero, instrumental, propio de la moda. Sólo fuerte en tanto dura la autoridad pervertida, que justifica esa moda y sus vestidos de pasarela: el ecumenismo irenista, que toma por iguales todos los credos; el indigenismo, que inculca retrocesos a magias, ritos y diosecillos salvajes; el democratismo, que despoja de autoridad a la sede de San Pedro y, por tanto, a Nuestro Señor Jesucristo. Moda cuyo mercado dominan los modistos de postín: los masones, los calvinistas y nuevos fariseos, los circuncisos (los musulmanes también se circuncidan), y todos los que arrastran su bola al tobillo para propaganda de sus vicios con un orgullo verdaderamente original.
No será perdonado ni en esta vida ni en la otra.
¡Qué destino más cruel sería para quienes con la asistencia del Espíritu Santo perdonaron tantos pecados en esta vida, si para la venidera fueran finalmente condenados por pecar contra Éste!
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(*) Compruébese en los evangelios: San Mateo 10, 20.- San Marcos 13, 11.- San Lucas 11, 13; 12, 11-12.- San Juan 14, 16; 14, 26; 15, 26; 16, 7; 20, 22.- Hechos 2, 38; 15, 8. Y en las epístolas: 1 Tes 4, 8.- 1 Ped 1, 12 y 2 Ped 1, 21.-