A la sombra de San Malaquías.©

«En el mundo de hoy, sujeto a rápidas transformaciones y sacudido por cuestiones de gran relieve (...) ya no tengo fuerzas para ejercer el ministerio de Pedro.» Benedicto XVI, Papa.
«Son horas oscuras, pero la Iglesia saldrá...» Cardenal Ángelo Sodano



Sin saber por qué, nadie relaciona la elección del Papa Francisco con la lista de papas de San Malaquías (siglo XII). Una profecía que desde su descubrimiento en 1595 hasta hoy, se asoció con el Pontificado, cuyo último lema se correspondería con el ahora sucesor de Benedicto XVI. Este último, un inusitado papa emérito que al no ser depuesto por el designio de Dios sino por su personal decisión de echar a correr, pudiera trastocar la coincidencia de Francisco con respecto a la lista de San Malaquías.

Creo que las predicciones del santo irlandés se han malinterpretado al pretender que el último papa coincidirá con el fin del mundo. Acotemos a este temor lo chocante que resulta cuando vivimos en la realidad de que nuestro particular fin del mundo no se demorará mucho más de los 100 años vividos. Y que para ese inevitable final de jornada lo verdaderamente trágico será morir como extraños -"No os conozco" (Mt 25,1-13)- para el creador y sostenedor de nuestra interinidad.

Hablemos, pues, de San Malaquías, Arzobispo de Armagh, Irlanda, del que gracias a San Bernardo conocemos bastante. Porque San Malaquías es un santo de la Iglesia católica que existió realmente (1094 - 1148). Su fiesta se celebra el día 3 de noviembre. Murió en el monasterio cisterciense de Claraval, de paso entre Irlanda y Roma, ciudad de la que volvía. En su último suspiro fue atendido por San Bernardo quien se honraba con su amistad por su ascetismo de antiguo ermitaño y fama de sabio.

Objeciones y respuestas

Una objeción es que, San Bernardo, al escribir su biografía no mencionó la hoy famosa lista de los lemas pontificios, olvido imposible para la extraña ciencia de algunos, que probaría su ficción. Nadie señala que en aquellos años era un documento privado; aparte de que, si bien es verdad que San Bernardo escribió su biografía, también lo es que murió sin terminarla.

Las profecías de San Malaquías no se publicaron hasta el año 1595. Desde su muerte hasta dicho año hay un lapso de tiempo demasiado grande, cuatro siglos y medio; lo que para muchos avala la hipótesis de una falsa autoría. Mas, si adoptamos la instrucción de un fiel corresponsal (*) de este atrevido blogger, podremos conocer que
«cuando volvió a aparecer a la luz, en el Lignum vitae, de Arnoldo de Wion, fue malinterpretada por su primer comentador, el dominico español Alfonso Chacón, que creyó que el último de los lemas implicaba el fin de Roma y del mundo, por lo que añadió las palabras (desde) “Petrus Romanus..." hasta "...finis". Una vez marcada por esa espuria connotación apocalíptica, el documento que en la mente de sus editores estaba destinado a permanecer en la confidencialidad (...) empezó a ser utilizado por los protestantes para predecir como próximo el (deseado) fin de los papas.»


Lo que explica que aquellos católicos del S. XVI la ocultaran o, incluso, desvirtuaran sus lemas.

Ni final del mundo ni de los tiempos.

Esto del fin del papado es hoy cosa muy predicada por ciertas fuerzas de la Iglesia tenidas por contestatarias -las llamadas "progresistas" siguiendo la nomenclatura de las logias-, al menos desde el CV2º. Entre ellas se cuenta la Asociación de Teólogos y Teólogas Juan XXIII, conocida creación “de frontera” de los jesuitas arrupianos, aparte de otros destacados nombres como el sacerdote Hans Küng, durante algún tiempo enemigo declarado del papa dimisionario.

No es baladí la presencia de esta asociación, y tantas otras similares que se han multiplicado geométricamente; son públicas, oficiales presencias de un poder revolucionario actuante en todos los eslabones de la jerarquía, en una estrategia de Nueva Evangelización que nadie explica en qué es nueva. (No vemos se tome por 'renovado impulso de misión'.) De modo que poco a poco, con la paciencia que merece la magnitud del objetivo, se nos va insinuando una Iglesia colegial, democrática, acéfala, plebeyizada por una ilusoria autoridad del pueblo y no con la que procede de Jesucristo. Una Iglesia cuya doctrina no nacerá ya del dogma sino que se guisará en la cambiante adaptabilidad al mundo. Gigantesca comunidad de base que aglutine todo Asís imaginable - ¡Oh, Francisco! - y, consecuentemente, todo credo y todo dios neutralizándose entre sí.

Antes de discutir si el sentido de la profecía de los papas es anunciarnos un final de la Historia, deberíamos pensar, digo, en que si relacionamos a San Malaquías con el final de los tiempos, o del mundo, en osadía paranoica estaremos corrigiendo a Nuestro Señor Jesucristo que nos aseguró que «...en lo que toca a aquel día y aquella hora nadie lo sabe, ni los ángeles de los cielos, ni el Hijo, sino solamente el Padre.» (Mt 24, 36)

Lo cual no se opone a que del río de la vida que contemplamos pasar, sea cierto lo que mi corresponsal me dice: Que en su tiempo lo que San Malaquías nos anunciaba era

«el triunfo de la Iglesia Romana, después de siglos en que los Papas (y los fieles católicos) vieron cómo una inmensa conspiración, empezada en tiempos de Inocencio II, en pleno siglo XII, cuando los talmudistas y los cátaros pusieron en muy serio peligro a la Sede Romana, sentando un antipapa marrano en san Pedro, haciendo que por muy largos períodos de tiempo los Papas ni siquiera pudieran residir en la propia Roma (por) esa misma multiforme conspiración que siguió progresando siglo tras siglo hasta conocer su paroxismo en el Siglo XX, en que ha ido de triunfo en triunfo (...)»


Por tanto, parece que respecto a la Lista de los Papas, antes que considerar un fin de los tiempos, y/o del mundo, deberíamos esperar mejor un cambio drástico en la constitución y gobierno de la Iglesia actual. Esto es, dar fin a la anarquía del postconcilo cuya 'hermenéutica de continuidad' se ha demostrado incompatible con la historia de la Iglesia católica. (Mt 24, 35)

Vuelve a hablar mi erudito corresponsal:

«La serie de lemas quiere indicarnos hasta cuando durarían aquellos azarosos tiempos de la Santa Iglesia de Roma. Y para ello San Malaquías escribe a continuación del último lema Gloria Olivae: In Prosecutione - y no in persecutione - extrema S.R.E. sedebit. Es decir: A continuación, la Santa Iglesia Romana reinará suprema. Ni Pedro Romano, ni ciudad de las siete colinas, ni Juicio Final. Eso es una desafortunada interpretación de Chacón. Así que aún nos quedan siglos de historia por delante.»


Es todo. (¿Es todo...?)
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(*) George de Burgos.

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