DESAFÍOS DE LA HISPANIDAD
El acontecimiento de la llamada "Conquista de América" no es para festejarlo sino tan solo para conmemorarlo con un sentido crítico en aras de la conformación de un nuevo mundo de fraternidad universal.
| Fernando Bermúdez López
Estos días están apareciendo en las calles de varias ciudades españoles grandes carteles sobre la Hispanidad. Se lee en ellos: “1492 Ni genocidas Ni Esclavistas. Fueron Héroes y Santos”. He sido profesor de Historia de la Iglesia en la Universidad católica de los jesuitas en Guatemala. Basta leer los informes y documentos de obispos del siglo XVI para percibir que no todo lo que se dice de la Conquista es para festejarlo. Sin duda que hubo aspectos positivos, sin embargo, según los informes de misioneros y obispos de aquella época, en varios lugares fueron mayores los aspectos negativos. La esclavitud de indígenas fue una constante. En la República Dominicana se exterminó prácticamente a toda la población y hubo necesidad de llevar negros de África para los trabajos en las minas y en la agricultura. Basta leer el discurso del papa Juan Pablo II en su visita pastoral a la República Dominicana en enero de 1979, en el que pidió perdón a los pueblos originarios por el exterminio que la Conquista europea (española, portuguesa, inglesa…) realizó en todo el Continente.
El 12 de octubre conmemoramos el día de la Hispanidad. En esa fecha, en 1492, Cristóbal Colón desembarcaba en las costas de lo que hoy es América, acontecimiento conocido con el nombre de “Descubrimiento”. A partir de entonces se inició la “conquista y colonización”. Para España este acontecimiento es una gran epopeya, mientras que los pueblos indígenas lo visualizan como invasión y dominación. Lo conmemoran todos los años como el Día de la Resistencia Indígena, Negra y Popular.
Ante la llegada de los conquistadores los indígenas no tenían otra alternativa: o someterse a los conquistadores, abandonando sus tradiciones religiosas y ritos, o sufrir la violencia de las armas. Unos se sometieron para salvar sus vidas, otros ofrecieron una heroica resistencia a la dominación desde el Caribe y el Cono Sur hasta Canadá. Pero la superioridad militar de los españoles y portugueses, y después ingleses y franceses, con las armas de fuego y la caballería condujo pronto a la total ocupación del territorio. En poco tiempo, alrededor de 9 millones de indígenas perecieron por las masacres y las enfermedades transmitidas por los europeos.
Los “conquistadores” europeos llegaron al nuevo continente apoderándose de las riquezas de los nativos, sobre todo del oro, acaparando las mejores tierras y explotando a los indígenas.
Misioneros y obispos, como fray Bartolomé de las Casas, Antonio Montesinos, Antonio Valdivieso, Juan del Valle, Cristóbal de Pedraza y muchos más, asumieron una actitud profética en defensa de los indígenas. Denunciaron la crueldad y tiranía de los conquistadores. El obispo Antonio Valdivieso, después de denunciar enérgicamente el maltrato que los españoles daban a los nativos en Nicaragua y Costa Rica, al salir del templo fue asesinado por orden del capitán Contreras. Es el protomártir cristiano de América.
El exterminio de la población indígena obligó a los europeos importar esclavos negros de África. Los cazaban como si fueran animales. Los africanos se escondían en la jungla, perseguidos por los esclavistas blancos. Los arrancaban violentamente de sus familias y se los llevaban a los puertos. Barcos repletos de negros africanos, alejados de su tierra, de sus padres, esposas o hijos, envueltos en la impotencia, angustia, dolor y lágrimas por la separación, fueron llevados rumbo a las Américas para su venta. Hacinados en las bodegas de las naves muchos enfermaban. Los que morían eran arrojados al mar. Quienes sobrevivieron fueron vendidos como esclavos en El Caribe, Brasil, Colombia, Estados Unidos…. La sangre derramada de los pueblos originarios de Abya Yala y de África corre por las venas de la historia. ¿Este acontecimiento es para festejarlo o para conmemorarlo con un sentido crítico en aras de la conformación de un nuevo mundo de fraternidad universal?
Estos días están apareciendo en las calles de varias ciudades españoles grandes carteles sobre la Hispanidad. Se lee en ellos: “1492 Ni genocidas Ni Esclavistas. Fueron Héroes y Santos”. He sido profesor de Historia de la Iglesia en la Universidad católica de los jesuitas en Guatemala. Basta leer los informes y documentos de obispos del siglo XVI para percibir que no todo lo que se dice de la Conquista es para festejarlo. Sin duda que hubo aspectos positivos, sin embargo, según los informes de misioneros y obispos de aquella época, en varios lugares fueron mayores los aspectos negativos. La esclavitud de indígenas fue una constante. En la República Dominicana se exterminó prácticamente a toda la población y hubo necesidad de llevar negros de África para los trabajos en las minas y en la agricultura. Basta leer el discurso del papa Juan Pablo II en su visita pastoral a la República Dominicana en enero de 1979, en el que pidió perdón a los pueblos originarios por el exterminio que la Conquista europea (española, portuguesa, inglesa…) realizó en todo el Continente.
El 12 de octubre conmemoramos el día de la Hispanidad. En esa fecha, en 1492, Cristóbal Colón desembarcaba en las costas de lo que hoy es América, acontecimiento conocido con el nombre de “Descubrimiento”. A partir de entonces se inició la “conquista y colonización”. Para España este acontecimiento es una gran epopeya, mientras que los pueblos indígenas lo visualizan como invasión y dominación. Lo conmemoran todos los años como el Día de la Resistencia Indígena, Negra y Popular.
Ante la llegada de los conquistadores los indígenas no tenían otra alternativa: o someterse a los conquistadores, abandonando sus tradiciones religiosas y ritos, o sufrir la violencia de las armas. Unos se sometieron para salvar sus vidas, otros ofrecieron una heroica resistencia a la dominación desde el Caribe y el Cono Sur hasta Canadá. Pero la superioridad militar de los españoles y portugueses, y después ingleses y franceses, con las armas de fuego y la caballería condujo pronto a la total ocupación del territorio. En poco tiempo, alrededor de 9 millones de indígenas perecieron por las masacres y las enfermedades transmitidas por los europeos.
Los “conquistadores” europeos llegaron al nuevo continente apoderándose de las riquezas de los nativos, sobre todo del oro, acaparando las mejores tierras y explotando a los indígenas.
Misioneros y obispos, como fray Bartolomé de las Casas, Antonio Montesinos, Antonio Valdivieso, Juan del Valle, Cristóbal de Pedraza y muchos más, asumieron una actitud profética en defensa de los indígenas. Denunciaron la crueldad y tiranía de los conquistadores. El obispo Antonio Valdivieso, después de denunciar enérgicamente el maltrato que los españoles daban a los nativos en Nicaragua y Costa Rica, al salir del templo fue asesinado por orden del capitán Contreras. Es el protomártir cristiano de América.
El exterminio de la población indígena obligó a los europeos importar esclavos negros de África. Los cazaban como si fueran animales. Los africanos se escondían en la jungla, perseguidos por los esclavistas blancos. Los arrancaban violentamente de sus familias y se los llevaban a los puertos. Barcos repletos de negros africanos, alejados de su tierra, de sus padres, esposas o hijos, envueltos en la impotencia, angustia, dolor y lágrimas por la separación, fueron llevados rumbo a las Américas para su venta. Hacinados en las bodegas de las naves muchos enfermaban. Los que morían eran arrojados al mar. Quienes sobrevivieron fueron vendidos como esclavos en El Caribe, Brasil, Colombia, Estados Unidos…. La sangre derramada de los pueblos originarios de Abya Yala y de África corre por las venas de la historia. ¿Este acontecimiento es para festejarlo o para conmemorarlo con un sentido crítico en aras de la conformación de un nuevo mundo de fraternidad universal?