DEL GENOCIDIO A LA LIMPIEZA ÉTNICA

Sólo el diálogo, el respeto a los derechos humanos y al derecho internacional son el camino para la resolución de conflictos. Nunca la violencia. Nunca las armas. Nunca la prepotencia de los poderosos.

Tras los atentados de Hamas del 7 de octubre de 2023 que condenamos, hemos sido testigos de la criminal respuesta del gobierno de Israel, bombardeando indiscriminadamente a la población de Gaza, destruyendo el 80% de las viviendas, escuelas, hospitales, centros sociales, mezquitas e iglesias, dejando alrededor de 60.000 muertos, entre los cuales más de una tercera parte son niños y niñas. A ello se suma el corte de energía eléctrica, suministro de alimentos, agua y medicinas, que provocó numerosas muertes por hambre sobre todo de niños.

Al tomar posesión Donald Trump de la presidencia de Estados Unidos ha manifestado abiertamente su intención de “hacerse cargo de la Franja de Gaza”, anunciado la expulsión de  los más de dos millones de gazatíes, para convertir el territorio en una zona turística, que él la califica de la “Riviera de Oriente Medio”, que sería habitada por gente rica y poderosa. A los habitantes de Gaza los quiere reubicar entre varios países, sobre todo en Egipto y Jordania.

Nos preguntamos:  ¿Con  qué derecho el señor Trump  pretende apoderarse de Gaza, tomar el control de la Franja y ser dueño de ella juntamente con Israel?  ¿Cómo veríamos nosotros que el presidente de un país extranjero tomara posesión de la Región de Murcia y expulsara a todos sus habitantes hacia otras comunidades, para tener el control total del territorio murciano?  Nunca nos habíamos imaginado que a estas alturas de la humanidad se diera tan descarada violación  del derecho internacional, una limpieza étnica  y un genocidio como el que ha realizado el gobierno de Israel con el apoyo de Estados Unidos.

Denunciamos esta actitud inhumana del presidente de Estados Unidos que, junto con el gobierno de Israel, pretende expulsar a los palestinos gazatíes de sus tierras de la que han sido propietarios desde hace miles de años. Esta actitud de Trump no solo es una violación flagrante  del derecho Internacional, sino sobre todo inmoral, porque es un desprecio a la vida y a la dignidad de las personas. Como cristianos afirmamos que la vida y dignidad de la persona está por encima de intereses económicos, geoestratégicos y políticos.

El plan del presidente de Estados Unidos y del gobierno de Israel representa, además, un desprecio a décadas de esfuerzos de la comunidad internacional para lograr una paz justa y sostenible para los pueblos de la región y un grave peligro para la seguridad mundial. Es, asimismo, la culminación del genocidio perpetrado por el ejército israelí.

No hay palabras para calificar esta tragedia humana. Denunciamos enérgicamente estas políticas de limpieza étnica. No podemos callar. Ante tanta injusticia sentimos un profundo dolor e impotencia porque todo ser humano, particularmente quienes son víctimas de la injusticia, son nuestros hermanos. 

Los cristianos, conscientes de la gravedad del momento presente, en el que asistimos al abandono de los ideales que inspiraron la Carta de las Naciones Unidas y la Declaración Universal de Derechos Humanos, exigimos la protección del pueblo palestino, su derecho a permanecer en su tierra, la retirada de Israel de los territorios ocupados, el fin de la violencia y la ayuda humanitaria que precisa.

Unidos a las voces que expresan la exigencia del respeto al derecho internacional y a la dignidad de toda persona, Exigimos:

El cumplimiento estricto del derecho internacional y las resoluciones de Naciones Unidas sobre Palestina. La protección del pueblo gazatí y el derecho a permanecer en su tierra, el fin de la ocupación por parte de Israel del territorio palestino y su derecho a ser un Estado independiente y soberano.

Nos unimos a las voces que en todo el mundo reclaman el fin de la violencia y las medidas necesarias para un alto al fuego permanente, así como el acceso fluido de la ayuda humanitaria de todos los actores que vienen realizando estas labores. Afirmamos nuestra solidaridad y apoyo a la URNWA como entidad imprescindible, y aún más en estos momentos, para garantizar la llegada de ayuda humanitaria a una población que la necesita imperiosamente.

Manifestamos nuestro compromiso de estar cerca de las personas oprimidas y perseguidas por defender sus derechos y buscar la paz basada en la justicia para quienes sufren bajo la tiranía de los poderosos en este mundo. La paz es fruto de la justicia, nos dice el profeta Isaías.  Y Jesús de Nazaret nos llama a salir a los caminos de la vida para actuar como el samaritano del Evangelio. ¿Qué acciones podremos realizar para hacer frente a este reto? Esta es nuestra tarea.

En medio de esta crítica y dolorosa realidad, seguimos soñando y forjando caminos que conduzcan al horizonte de una nueva humanidad. Sólo el diálogo, el respeto a los derechos humanos y al derecho internacional son el camino para la resolución de conflictos. Nunca la violencia. Nunca las armas. Nunca la prepotencia de los poderosos. Es hora de soñar en una nueva civilización, en la utopía de otro mundo alternativo de fraternidad universal, porque amamos la vida y a la humanidad. Es hora de actuar para que reine la paz que nace de la justicia y la libertad.

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