DE LA TRAGEDIA DE GAZA A LA UTOPÍA DE UN NUEVO ESTADO

La solución última del conflicto palestino-israelí está en un Estado único, democrático y laico. Tal vez esta utopía  solo podría llegar tras un conflicto  global, mundial, que obligue a la humanidad a buscar nuevas instituciones, más profundas, justas y estables que las que se crearon tras la 2ª Guerra Mundial con el nacimiento de Naciones Unidas y la Declaración Universal de Derechos Humanos. Nos queda la fe y la esperanza de que la última palabra sobre el futuro de la humanidad no la tienen los poderes del mal sino el Dios de la vida.                          

El Genocidio en Gaza  y destrucción de Palestina.

Tras el cruel atentado de Hamás del 7 de octubre de 2023 que masacró a más de mil personas, Israel lanzó millares de misiles sobre Gaza que cayeron, como lluvia torrencial, destruyendo el 76% de las viviendas, hospitales, escuelas, mezquitas e iglesias cristianas. Hasta la fecha, más 43.000 civiles muertos, entre ellos 20.000 niños y niñas masacrados, más de 50.000 sepultados bajo los escombros y otros muertos por deshidratación y hambre a consecuencia del bloqueo israelí. Dos millones de personas sin comida, sin agua, sin medicinas, sin anestesias para las amputaciones. Hospitales destruidos. La gente viviendo a la intemperie, nadando entre lodo, sangre y sus propios excrementos. Un caos. Los derechos humanos y el derecho internacional humanitario quedaron enterrados entre los escombros.

En la madrugada del 29 de febrero miles de personas hambrientas dormían a la intemperie, al sur de Gaza, a la espera de la llegada de camiones con ayuda internacional humanitaria. Al ruido de estos vehículos, se despertaron, rodearon los camiones y empezaron a recibir bolsas de harina. En ese momento, mientras cogían la ayuda humanitaria, los tanques israelíes abrieron fuego sin piedad, asesinando a más de 120 personas y dejando alrededor de 700 heridas, la mayoría mujeres y niños, cuyo delito no fue otro sino conseguir un poco de comida.

Un misil de Israel cae sobre las tiendas de campaña de refugiados gazatíes que habían perdido sus viviendas. Una mujer, sangrando por las heridas del misil que acabó con la vida de sus cinco hijos, entre llantos y lágrimas, fue recogiendo los destrozos de sus hijos despedazados para envolverlos en una sábana y darles una sepultura digna. Se lamentaba entre llantos no haber muerto junto con ellos. Gritaba que es preferible morir a vivir bajo tanto sufrimiento.

De todos los rincones de Gaza suben al cielo gritos tumultuosos de madres angustiadas que lloran a sus hijos muertos bajos los escombros por las bombas de Israel. “En Ramá se oyeron gritos, grandes sollozos. Es Raquel que no quiere ser consolada porque llora a sus hijos muertos” (Mt 2, 18).

Un niño de 10 años juega a las afueras del campo de refugiados de Yabalia al norte de Gaza. Un misil israelí cae sobre las tiendas de campaña donde vivía. Allí estaban sus padres y hermanitos. Todo voló por los aires en una llamarada de fuego. El niño, asustado observa aquella horrible tragedia y, desesperadamente e impotente, se lanza al suelo llorando y contemplando cómo ardían vivos sus padres y hermanos.

Infancia ensangrentada, mientras los gobiernos del mundo occidental, hipócritas, permanecen pasivos, cómplices de sangre inocente, borrachos de poder y de intereses geopolíticos y económicos.

Dramas como estos se están dando a millares, tanto en Gaza como en Cisjordania y Líbano. Ante ellos, Estados Unidos y la Unión Europea pasan indiferentes y siguen enviando armas a Israel. Como Herodes cuando ordenó matar a todos los niños de Belén con el pretexto de eliminar a Jesús, así está haciendo Netanyahu en Palestina y Líbano.  Con el objetivo de eliminar a los líderes de Hamás y Herbolá mata a millares de seres humanos, hombres, mujeres, niños y niñas o los deja morir de hambre, e incluso ataca a instalaciones de Naciones Unidas.  El odio crece. La fraternidad desaparece. La ética en el mundo languidece.

Y dijo Dios a Netanyahu: ¿Dónde están tus hermanos? y respondió el hijo de Caín: ¿acaso ellos son mis hermanos? Y replicó contundente Dios: ¡Sí, todos sois hermanos! ¡La voz de la sangre de estos hermanos inocentes, de estos miles de niños y niñas asesinados, grita desde la tierra hasta mi! (Gn 4,9-10), dice Dios.  El eco de la voz de Dios atraviesa la historia y la conciencia de la humanidad.  ¿Llegará alguna respuesta de Dios que nos obligue a reconstruir de nuevo este mundo? La muerte de los inocentes tal vez lo está exigiendo.

Es difícil comprender que se haya podido llegar a este nivel de inhumanidad. Pero más difícil es entender que el resto de la humanidad lo esté viendo y no haga nada para detener este genocidio y buscar caminos de diálogo. En la Unión Europea solo los gobiernos de España, Irlanda y Noruega han asumido una postura humanitaria y de búsqueda de la paz. La Europa actual no tiene viabilidad.

La muerte campea impunemente. Europa indiferente. La ética totalmente ausente. Dicen algunos que Israel tiene derecho a defenderse?  ¿De los niños y bebés? ¿Quién comenzó desde 1947 a invadir el territorio palestino, destruyendo casas, robando tierras, matando palestinos y expulsando a los sobrevivientes? Siete millones de refugiados. ¿Quién tiene derecho a defenderse?  Bombardeos indiscriminados en Gaza, Cisjordania y ahora Líbano. ¿Quién es el país invasor?

Soluciones posibles

Solo veo dos soluciones a este conflicto que ya lleva más de 70 años. 

a).Una, es el reconocimiento de dos Estados: Israel y Palestina, con vuelta a las fronteras anteriores a la Guerra de los Seis Días (1967). Israel no aceptaría esta solución, sobre todo los partidos de derecha y ultraderecha. Sin embargo, los acuerdos de Oslo firmados en 1993 por Isaac Rabín y Yasser Arafat iniciaron un proceso de conversaciones en orden al reconocimiento de los dos Estados, sin que Jerusalén sea capital de ningunos de ellos sino, como Ciudad Santa de las tres religiones monoteístas, quede bajo la jurisdicción de Naciones Unidas.  La ultraderecha israelí no estuvo de acuerdo y asesinó a Rabín y el proceso quedó roto.

b).La otra solución sería la creación de un nuevo Estado único que comprenda lo que hoy es Israel y Palestina (Cisjordania y Gaza). Un Estado democrático y laico, cuya capital sea Jerusalén, Ciudad  Santa de las tres religiones monoteístas (judaísmo, cristianismo e islán). El nombre de este Estado podría llamarse  “Tierra Santa”, o “País de la Fraternidad”, o “Tierra Nueva”.  

Dificultades u obstáculos

*Estados Unidos no lo va a permitir, porque Israel es su brazo en Oriente Medio, una región rica en hidrocarburos.

*El odio y venganza latente en ambos lados sobre todo entre judíos fanáticos e islamistas.

*El fundamentalismo mesiánico de los judíos ortodoxos que se consideran “el pueblo elegido” por Dios, que todavía esperan la venida del Mesías.

*El fundamentalismo musulmán yihadista (Hamás y Hesbolá).

*La solución de un Estado único solo podría llegar tras un conflicto nuclear global que obligue a la humanidad a buscar nuevas instituciones más profundas, justas y estables que las que se crearon tras la 2ª Guerra Mundial con el nacimiento de Naciones Unidas y la Declaración Universal de DDHH. Sólo una tragedia mundial podría dar salida a la creación de un nuevo Estado laico en Oriente Medio.  Nos queda la fe y la esperanza de que la última palabra sobre el futuro de la humanidad no la tienen los poderes del mal sino el Dios de la vida.        

Volver arriba