EN UN MUNDO VIOLENTO, APOSTAMOS POR LA MISERICORDIA
ENCUENTRO DE LAS COMUNIDADES CRISTIANAS DE BASE, REGIÓN DE MURCIA-CARTAGENA (15/12/2024. En medio de la realidad de un mundo violento, apostamos por la MISERICORDIA, que es compasión y compromiso en la transformación de este mundo. Nos mueve el Amor y la fe en el Dios de la Vida revelado en Jesús de Nazaret.
| Fernando Bermúdez López
La misericordia exige conocer la realidad de la humanidad sufriente. La misericordia tiene dos dimensiones: la compasión y el compromiso por la transformación de la realidad. Es decir, tener compasión con el que sufre y comprometerse en su proceso de liberación.
Para realizar una terapia misericordiosa y curar a la sociedad de los males que la aquejan es necesario hacer un diagnóstico crítico de lo que acontece. El mundo yace envuelto en una profunda crisis social, política, climática, ética y espiritual, que afecta a todos los sectores de la sociedad. Vivimos en un mundo cada vez más complejo, fragmentado, polarizado y violento. Nuestra actitud debe ser la del buen samaritano, de la parábola de Lucas 10. Se trata de ver el mundo con los ojos del corazón. El sacerdote y el levita también vieron al hombre herido a la orilla del camino, pero les molestó lo que veían y pasaron de largo. Nosotros vamos a ver con ojos de misericordia a los marginados y heridos en el camino hoy: los hambrientos, las víctimas de las guerras, la naturaleza degradada, los refugiados y migrantes.
Presento estas cinco realidades del mundo violento en el que vivimos:
1.El hambre y el aumento de la desigualdad.
El principal derecho humano, que es el derecho a una vida digna, es ignorado y violado sistemáticamente. Se le da más importancia al desarrollo económico y tecnológico que al desarrollo humano. El sistema capitalista ha entrado a una fase ultra-neoliberal y materialista salvaje. No permite que el Estado controle la actividad económica y financiera. El poder económico-financiero se ha colocado por encima de la política. Limita el papel del Estado. De esta manera conforma un Estado débil en lo social, pero fuerte en lo militar.
Los países del Norte global explotan los recursos naturales de los países del Sur en beneficio de unos pocos. El desarrollo es exclusivista, hace a los ricos más ricos y a los pobres más pobres, generando grandes bolsas de hambre en el mundo.
Nunca ha habido tanta riqueza en el mundo como la hay actualmente. Y sin embargo, aumenta el número de hambrientos. Cada día mueren 70.000 personas por hambre en el mundo. Cada cinco segundos muere un niño menor de diez años de hambre o por enfermedades relacionadas con el hambre. La muerte por hambre ocurre todos los días en un planeta desbordante de riquezas.
¿Las causas? En primer lugar, señalamos la injusta distribución de la riqueza debido a las relaciones de explotación Norte-Sur que, con la imposición de la globalización neoliberal, se agudiza aún más la brecha entre el mundo rico y el mundo pobre. Según Oxfam Intermón, el 1% más rico de la población mundial posee más riqueza que el 99%.
En este sentido sobresale el papel de las grandes corporaciones o compañías trasnacionales de los países ricos que, como aves de rapiña, caen sobre los países del sur para explotar y saquear su materia prima. Muchos países del Sur son ricos en minerales y productos agrícolas, pero esta riqueza es explotada por las multinacionales del Norte.
Las agencias de Naciones Unidas hablan de “crisis alimentaria sistémica”. Mientras tanto, según los propios organismos de la ONU, señalan que cada año se desperdician 931 millones de toneladas de alimentos en el mundo (el 14% de los producidos), a lo largo de toda la cadena: producción, manipulación, transporte, almacenamiento, distribución y consumo. Cuando a tantas personas en el mundo les falta lo necesario para vivir, ¿será ético el consumismo y el gasto en artículos innecesarios?
2.El armamentismo y las guerras
Los recursos que debieran destinarse para combatir el hambre son destinados para la industria de la muerte. El negocio del armamentismo es hoy el que más dinero mueve en el mundo. Estados Unidos, Rusia, China, Gran Bretaña, Francia e Israel son los mayores productores y exportadores de armas.
El gasto militar mundial aumentó considerablemente en los últimos años. Solo Estados Unidos representó el 46 % del gasto militar en todo el mundo, seguido del Reino Unido, China y Francia. España ocupa el decimoquinto lugar en la lista de los países con más gasto militar. En el mundo se gasta 190 veces más en armas que en los servicios sociales (vivienda, educación, salud, trabajo,,,). Si no hay guerras hay que provocarlas. Son un negocio.
Estados Unidos tiene más de 800 bases e instalaciones militares en 73 países del mundo. Este país, junto con la OTAN, posee más de la mitad del gasto militar mundial. Promueve guerras, invasiones, agresiones. Su economía necesita guerras y si no las hay, las provoca. El jefe de la Alianza Militar, Mark Rutte, pide a los países de la OTAN aumentar el gasto en Defensa (12.12.2024).
Los acontecimientos que tienen lugar en Europa con la guerra de Ucrania y el criminal genocidio perpetrado por Israel en Palestina obligan a pensar que la barbarie y el salvajismo se están asumiendo como cultura de las potencias económicas y militares de Occidente, plegadas a la OTAN.
En conciencia no podemos dejar de lado la política armamentista y colonialista de Israel, considerado país violador del Derecho Internacional. Ignora las Resoluciones de Naciones Unidas, se burla de la Corte Internacional de Justicia y de la Corte Penal Internacional. Bajo los escombros de Gaza y Líbano encontraremos los restos del Derecho Internacional. No encontramos palabras para describir el drama humano que el gobierno israelí ha generado en Gaza y Cisjordania. Desde hace más de 75 años viene invadiendo territorios palestinos, destruyendo viviendas y asesinando a los que ofrecen legítima defensa. En Gaza ha asesinado a más de 45.000 personas, el 70% mujeres, niños y niñas. Las ha bombardeado y dejado que mueran de hambre y de sed. Ha destruido campos de refugiados, escuelas, universidades, hospitales, mezquitas e iglesias. No permite que pase alimentos ni medicinas. Y para colmo, Netanyahu utiliza la Biblia para justificar las masacres.
No podemos dejar de lado el desarrollo de las armas atómicas, que significa el riesgo de una guerra nuclear de incalculables consecuencias. En la actualidad, nueve países tienen armas nucleares, al menos que sepamos: Rusia, Estados Unidos, China, Francia, Reino Unido, Israel, Pakistán, India y Corea del Norte. El riesgo de una guerra nuclear no es un tabú, es una realidad que podría acabar con la vida de la humanidad y de todos los seres vivos del Planeta.
Las guerras las programan los poderosos en sus despachos, atendiendo a los intereses geopolíticos y económicos de las potencias. Ellos no van a los frentes. Los soldados que van al frente son meros peones que se sacrifican y arriesgan su vida. En todas las guerras la industria armamentística es la gran ganadora, que embolsa fortunas astronómicas. En la actualidad hay 56 conflictos activos en el mundo, señala Jesús A. Núñez, codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH).
El armamentismo y las guerras son un indicador del grado de deshumanización al que hemos llegado. Es urgente que todos los pueblos del mundo, las confesiones religiosas y los gobiernos se opongan a la guerra, al armamentismo, a las armas nucleares y a la utilización de la inteligencia artificial como arma de guerra.
3.La naturaleza degradada.
El medio ambiente es víctima del mundo violento que vivimos. Estamos ante una crisis multidimensional en la que la crisis climática y ecológica adquieren una especial relevancia. Creo que hemos pasado del “cambio climático” al “colapso climático”. Esta realidad no es una fatalidad del destino, sino consecuencia de la acción de los humanos. La temperatura media anual global es hoy un 1,27 grados mayor que en la época preindustrial (1850). Vivimos en una época desastrosa para la naturaleza. Algunos hablan de la agonía del planeta. Los arroyos se secan, los ríos, lagos y mares se contaminan, el humo de las fábricas y vehículos envenenan el aire, los bosques se acaban y sucumben las selvas tropicales, devoradas por los incendios y la explotación maderera y ganadera. Se multiplican las sequías, pero también las lluvias torrenciales y las grandes inundaciones. Hay una considerable pérdida de la biodiversidad, que es la multidiversidad de seres vivos vegetales y animales, pilar básico para el equilibrio del ecosistema. Aumenta el calentamiento global, ocasionando serios cambios atmosféricos. Se están fundiendo los casquetes polares que se han reducido en las últimas décadas un 23%. Desaparecen los glaciares de las cordilleras. Aumenta el nivel del mar. Se agudizan temperaturas extremas de calor y de frío.
Una manifestación extrema de la crisis climática se da en la Amazonía. Las comunidades indígenas son las más afectadas por la creciente desforestación, pero el impacto alcanza a todo el planeta por ser esta región un pulmón del mismo.
Crece aceleradamente la desertización de amplias zonas del planeta. Hay una sobreexplotación de los recursos naturales (maderas, minería, agricultura, animales de los bosques, peces…) La acumulación de desechos tóxicos y basuras que hacen cada vez más inhóspita nuestra tierra. La lluvia ácida es cada vez más intensa y dañina. Ruidos ensordecedores han sustituido el sonido del viento y del canto de los pájaros...
El mundo vive en alto riesgo por la contaminación de dióxido de carbono (CO2) debido a los combustibles fósiles. España es el cuarto país más contaminante de la Unión Europea por detrás de Alemania, Polonia e Italia. El mundo se aleja del plan de reducir en un 23% los gases de efecto invernadero para 2030.
La destrucción ecológica crece al ritmo de la agudización de la brecha entre el mundo rico y el mundo pobre. Si los países empobrecidos (que son el 83% de la población mundial), consumieran lo que consumen los países ricos (que son el 17% de la población mundial), el planeta estallaría. La noruega Harlem Brutland ha comprobado que "si los siete mil millones y medio de habitantes del planeta consumieran lo mismo que los países desarrollados, harían falta cinco planetas como el nuestro para satisfacer todas sus necesidades".
La Humanidad y el Planeta están enfermos y en una situación de riesgo. La justicia planetaria nos está exigiendo un cambio profundo de conciencia y de actitudes.
El papa Francisco en su encíclica Laudato Si llama a los gobiernos y a todos los hombres y mujeres del planeta a cuidar con amor y ternura la naturaleza que es obra de Dios y nuestra casa común. Pero no solo “nuestra casa común”. Somos, además, parte de la naturaleza. Somos tierra que piensa, tierra que siente, tierra que ama, tierra viviente. La Humanidad, la Tierra y el Universo forman una única, gran y compleja realidad, unida por redes de relaciones que involucran a toda la creación (Leonardo Boff).
4.Crisis migratoria
La migración va creciendo considerablemente. Los latinoamericanos emigran hacia Estados Unidos y Canadá. Los magrebíes, subsaharianos y de Oriente Medio buscan ir hacia Europa. No emigran por gusto. Nadie quiere dejar la tierra que le vio nacer. El hambre, las guerras y el cambio climático (sequías persistente o graves inundaciones) los empuja a abandonar su tierra en busca de una vida digna.
El fenómeno migratorio crece como consecuencia de la agudización de la brecha económica entre el Norte global y el Sur global. Las grandes desigualdades provocadas por las políticas del sistema económico mundial que niega oportunidades de trabajo y una vida digna a millones de personas en los países del Sur obliga a que muchos dejen su tierra. Y sobre todo por la explotación y saqueo de sus recursos naturales por parte de empresas transnacionales del Norte.
La mayoría de migrantes se dirigen hacia el Norte global, que son países que se han enriquecido con los bienes naturales saqueados de los países del Sur: petróleo, gas, minerales (oro, plata, litio, fosfatos, coltán), maderas finas, pesca…
Mientras permanezca intacta la relación de explotación del Norte sobre el Sur, perpetuando el ciclo interminable del subdesarrollo, cualquier intento de controlar el éxodo de las poblaciones africanas seguirá siendo absolutamente inútil.
Ante el fenómeno migratorio crece el miedo en los países del Norte global, sobre todo en Europa, impulsado por los partidos de extrema derecha que acusan a los migrantes de ser delincuentes. En realidad lo que les mueve es el miedo a perder su sistema de bienestar social, la cultura y tradiciones. La Unión Europa sigue reforzando sus fronteras exteriores. La libre circulación como derecho humano universal parece haberse olvidado. Con razón el papa Francisco señala que: ”En algunos países de llegada, los fenómenos migratorios suscitan alarma y miedo, a menudo fomentados y explotados con fines políticos. Se difunde así una mentalidad xenófoba, de gente cerrada y replegada sobre sí misma... Los migrantes no son considerados suficientemente dignos para participar en la vida social como cualquier otro, y se olvida que tienen la misma dignidad intrínseca de cualquier persona...” (FT, 39).
Hay libre movilización de capitales y de mercancías, pero no de personas. Se limita, controla, persigue y en algunos países se criminaliza la migración, sobre todo en Europa y en Estados Unidos. Para los países del Norte el capital vale más que la persona. No hay sentido de humanidad ni sensibilidad ante el sufrimiento humano.
Multitud de migrantes de África y Oriente Medio caminan durante meses, atravesando desiertos y cruzando mares con el riesgo de encontrar en ellos la muerte. En los últimos cinco años han fallecido 22.500 personas en su intento de llegar a España, entre ellas mujeres y niños. Mientras se producen a diario decenas de muerte en el mar, algunos países europeos cierran sus fronteras a cal y canto. Muros, vallas, alambradas y fosos se multiplican hoy por el planeta para frenar la entrada de migrantes hacia los países ricos del Norte.
La Unión Europea gasta más dinero en defender sus fronteras con el proyecto FRONTEX para contener a los refugiados e inmigrantes en campos de internamiento, que en salvar vidas y abordar las causas de los desplazamientos humanos. Predomina una corriente en Europa que califica de delincuentes a quienes vienen buscando pan, justicia y dignidad.
Recientemente la Unión Europea ha dado luz verde a un Pacto de Migraciones y Asilo, que supone una grave amenaza a los derechos humanos, porque establece mecanismos de expulsión y deportación, con graves consecuencias deshumanizadoras de las personas migrantes. Es un Pacto que, de alguna manera, legaliza el racismo y la xenofobia. Nosotros proclamamos que no hay ninguna persona ilegal en este mundo.
La política europea impide que las personas puedan presentar una solicitud de asilo. Europa se encuentra con miles de indocumentados privados de sus derechos básicos, confinados, marginados, viviendo en condiciones indignas, privados de asistencia jurídica e incluso de atención médica. Al viejo continente se le ha hundido la humanidad en el mar. “El sueño de una Europa solidaria se hunde en cada naufragio”, señala CEAR. El progreso económico no vale nada al lado del llanto de un niño que lucha entre la vida y la muerte bajo las olas del mar después de haber naufragado el cayuco en el que venía. Europa ha perdido la sensibilidad humana ante el sufrimiento de los pobres y los negros del Sur global. Sin embargo, ha recibido a trescientos mil refugiados ucranianos, que lejos de estar encerrados en un CIE, han tenido toda clase de facilidades, que aplaudimos. Pero denunciamos la discriminación que hace con los africanos, afganos, sirios y palestinos. Aquellos son rubios y éstos son negros o morenos. Arcadi Oliveres decía que el “planeta es de todos y nada ni nadie debería tener capacidad para establecer fronteras ni controles a los flujos de población. Se trata de un principio ético fundamental”.
La derecha política y la ultraderecha esparce por todo el Norte global el veneno de que los inmigrantes son una amenaza, que colapsan la sanidad, que vienen a robarnos el trabajo. La ética no podemos permitir esos discursos de odio y falsedades que están creando un rechazo hacia las personas que llaman a la puerta buscando una vida digna. Con esos bulos tratan de ganar votos. Lo cierto es que sin los inmigrantes, muchos de los servicios que disfrutamos colapsarían. Ellos realizan los trabajos que ningún español o europeo quiere hacer (en agricultura, construcción, cuidado de personas mayores…).
Analizamos esta trágica realidad de la migración a la luz del Evangelio. “Tuve hambre y me dieron de comer, fui forastero, migrante, refugiado y me acogieron (Mt, 25,35). La acogida de migrantes es una exigencia evangélica. El Papa Francisco dice: “Si el migrante no es tu hermano, Dios no es tu Padre”. La Doctrina Social de la Iglesia, particularmente la encíclica Fratelli tutti de Francisco, constantemente está llamando a la Acogida, Protección, Promoción e Integración de las personas migrantes y refugiadas.
5.Degradación de los valores humanos
La decadencia de valores éticos afecta a toda la realidad humana, a la vida familiar, social, económica, política, ecológica, cultural y religiosa. El marcado individualismo, el hedonismo, el afán desmedido de lucro, la competitividad, la acumulación e idolatría del dinero… matan el alma. Vivimos en la era de la “globalización de la indiferencia”, en palabras del papa Francisco. Esta realidad es un indicador de la carencia ética, que afecta no solamente a la economía y a la política sino que abarca toda la realidad humana y social.
La crisis de valores se refleja en las entrañas del sistema, caracterizado por la especulación financiera, la ambición económica, las tramas de corrupción, la violencia de género, la impunidad, la mentira, la injusta distribución de la riqueza, la falta de sensibilidad ante el sufrimiento de los pobres, migrantes y refugiados, la degradación de la naturaleza, la violación sistemática de los derechos humanos y del derecho internacional. Pero hay más, hemos entrado a nivel mundial y nacional en una polarización ideológico-política que destruye la convivencia. El diálogo brilla por su ausencia. Estamos en una cultura de confrontación. No se admite la diversidad y la pluralidad. Cada quien defiende su posición faltando al respeto del otro. Con estas actitudes desaparece la armonía comunitaria.
Los insultos y discursos de odio de la derecha y extrema derecha política y de grupos religiosos ultraconservadores rompen el respeto a la diversidad que es la base de la fraternidad y la paz social. Estos movimientos políticos-sociales imponen una visión de la vida marcadamente individualista, supremacista, machista, racista, xenofóbica y aporofóbica, que cala en mucha gente sencilla. Arrasan las redes sociales divulgando bulos que generan un ambiente enrarecido de miedo y desconfianza. El avance en España y en todo el mundo de estos vientos ultraconservadores y fundamentalistas son un indicador de la crisis existencial que hoy vivimos en la sociedad.
El sistema neocapitalista fomenta la fiebre del consumismo. Configura personas esclavas del tener, alienadas y sometidas al sistema, con pensamientos y prácticas egoístas y hedonistas. Personas llenas por fuera y vacías por dentro. El sistema concibe a los seres humanos como individuos-masa al servicio del mercado a través de la producción, la competitividad y el consumo. A ello se suma la utilización de la inteligencia artificial con fines militares y de exterminio. Así lo está utilizando el gobierno de Israel. Toda esta realidad es un indicador de la deshumanización de la humanidad.
El desarrollo de los valores éticos desde lo más pequeño a lo global es el camino para la regeneración de la confianza y la creación de hombres y mujeres nuevos, constructores de una nueva humanidad en donde todas las personas, sin discriminación, vivan con dignidad, se respeten los derechos humanos, exista la oportunidad para que todos y todas puedan acceder a una vivienda digna, al trabajo, a un salario justo, a la salud, educación, cultura, recreación… Solo los hombres y mujeres con conciencia ético-social y con un corazón sin fronteras, podrán construir estructuras verdaderamente democráticas. De la transformación de las conciencias brota la revolución ético-social que este mundo necesita.
La corriente fundamentalista, que es un fanático integrismo y conservadurismo se manifiestas también en materia religiosa. Se aferra a la letra de los libros sagrados (Biblia y Corán) por encima de una interpretación contextual, ajustándose de una manera estricta y fanática a la letra. Los fundamentalistas utilizan el nombre de Dios para adormecer al pueblo frente a los problemas que hacen sufrir a la humanidad. Presenta una religión intimista, evasiva de la realidad, individualista, espiritualista, integrista, que no cuestiona el sistema, ni se compromete en la transformación de la sociedad. Considero que este fenómeno refleja inmadurez ideológica que anula la conciencia crítica. Y una población sin conciencia es manipulable. Una de las causas del fundamentalismo es el bombardeo de videos y mensajes en las redes sociales cargados de bulos y odio que confunden y provocan una desconfianza social.
Juan José Tamayo señala al respecto: “Todos los fundamentalismos religiosos poseen características comunes: ausencia de hermenéutica y lectura literal de los textos sagrados: imagen patriarcal de Dios en las religiones monoteístas; afirmación de la inferioridad de las mujeres y, a veces, justificación de la violencia contra ellas en base a los textos sagrados; consideración de la masculinidad como referente de lo humano y de los valores morales”.