Buscando un modelo alternativo Elección de obispos en España: cuando la comunidad queda al margen
"No existen protocolos que todo el mundo conozca y acepte que permitan llevar a cabo la elección episcopal tomando en consideración la opinión de todas las personas que se verán afectadas por tal decisión"
"Los candidatos son rechazados una y otra vez. Las consultas (yo mismo he recibido alguna) se multiplican y los asesores para presentar ternas deben realizar un escrutinio minucioso que acaba invalidando a la mayoría de los candidatos, no solo porque no den el perfil buscado por Roma, también por el exceso de celo; nadie quiere cargar con un error en la designación"
En cualquier estructura organizada debe existir un modo protocolizado para la promoción de los cargos de gobierno, sin este protocolo es muy probable que esa organización humana derive rápidamente en enfrentamientos que acaben por destruirla.
A lo largo de los tiempos se han ensayado distintas formas de proveer los cargos que gobiernan las distintas organizaciones humanas, tales como el sistema hereditario o el electivo, sea este censitario o universal. Todos ellos han mostrado su valía en función de los resultados obtenidos en cada momento. En la Iglesia no ha sido de otro modo y ha tendido a reflejar los usos y costumbres de las épocas en que vivía. En el origen hubo varias formas de elegir obispos, la más extendida implicaba la toma en consideración de la propia comunidad afectada. Con el tiempo, fueron los poderosos del lugar quienes elegían a los obispos. Más tarde, el propio Papa fue el encargado de hacerlo, retirando el poder que los reyes habían querido proteger para sí.
Hoy día sigue siendo Roma quien elige a los obispos, pero lo hace mediante un sistema complejo de consultas por medio del Nuncio en el país correspondiente, como es el caso de España. En la actualidad se están llevando esas consultas para proveer distintas sedes que o bien ya están vacantes, o bien lo estarán en breve.
Según las informaciones que se filtran, parece que está siendo muy difícil encontrar perfiles episcopales en España en línea con el actual papado. Los candidatos son rechazados una y otra vez. Las consultas (yo mismo he recibido alguna) se multiplican y los asesores para presentar ternas deben realizar un escrutinio minucioso que acaba invalidando a la mayoría de los candidatos, no solo porque no den el perfil buscado por Roma, también por el exceso de celo; nadie quiere cargar con un error en la designación.
En todo este proceso, la comunidad afectada queda al margen. Nadie tiene en cuenta lo que piense la feligresía, las comunidades, las parroquias. Y, aunque se quisiera tener en cuenta, no se sabría cómo proceder, no existen protocolos que todo el mundo conozca y acepte que permitan llevar a cabo la elección episcopal tomando en consideración la opinión de todas las personas que se verán afectadas por tal decisión.
Ahora mismo sería casi imposible hacerlo, pero lo que no debería tardar en hacerse es buscar ese protocolo que permita en un futuro cercano implicar a las comunidades de fieles en la elección de quien debe ser su representante y portavoz, la persona que concite consensos en la diócesis, la persona que sea capaz de ser signo visible de unidad en la diversidad.
Para conseguir esto no basta con cambiar el modelo, es imprescindible generar los procesos que lleven a la implantación de un protocolo perfectamente estructurado de elección episcopal. Quizás el modelo podría ser el modo en el que las Congregaciones religiosas eligen a sus dirigentes, un modelo basado en el diálogo y el consenso, un modelo que ha mostrado su solidez durante muchos siglos.