Ilusionistas, ilusos e ilusionados.
En la edición, magnífica como siempre, de Miguel Ángel de Rus, ha intervenido el pensador y escritor Uruguayo Jorge Majfud, quien ha corrido con la edición, traducción y notas de los textos del intelectual de moda entre los altermundalistas, Noam Chomsky. El libro tiene por título "Ilusionistas", no por casualidad. Este hombre, que lleva a sus espaldas casi un siglo de vida e investigaciones; que se hizo famoso por su gramática generativa siendo profesor en el Instituto Tecnológico de Massachuset (no confundir con el otro ITM); que es el autor vivo más citado después de la Biblia, Platón, Shakespeare y Marx; este hombre, nos saca de las ilusiones ópticas y oníricas en las que los medios, al servicio de los poderes económicos, nos tienen sumergidos. Para salir hace falta sufrir: el ascenso por la caverna sigue siendo doloroso y al final solo nos espera el deslumbramiento de la pura y nuda verdad, pero al fin veremos por nosotros mismos la realidad que se ocultad tras el velo de lo real del capitalismo. Sí, del capitalismo, que es como se llama este sistema económico y social. No podemos dejarnos atrapar en la trampa de los eufemismos: libre mercado, sociedad libre, democracia..., todo eso no son más que escudos que protegen a la Bestia. Y aunque el capitalismo no sea el peor sistema posible, sí es, nos dice Chomsky, el más hipócrita, el más mentiroso, el más falaz y por ello, digo yo, sí el peor. Otros sistemas muestran a las claras lo que son. Nadie podía mantenerse engañado mucho tiempo con el estalinismo, pocos podían dejarse embaucar con los autoritarismos, pero la gran mayoría vive atrapado en la gran mentira del capitalismo: hacernos creer que somos libres, que no hay un modelo mejor, ni siquiera distinto.
La obra, pequeña en extensión pero que requerirá lecturas meditadas para el lector, está compuesta de cuatro conferencias de Chomsky, prologadas por un bello texto de Majfud, "El sereno equilibrio de un radical". Majfud nos muestra al hombre tranquilo que piensa radical y actúa con moderación, este sería su lema. El pensador debe ir hasta la raíz misma de la realidad para sustanciar la crisis social, pero a la hora de actuar debe tener pulso de cirujano, mano de restaurador, equilibrio de funambulista. Así hace en sus cuatro intervenciones Chomsky. En la primera, "Yo soy Kinda. Reflexiones sobre la cultura del imperialismo", nos pone a la luz la historia del imperio como ocultamiento de las víctimas, como perpetuo olvido del sufrimiento, olvido que hay que desvelar para recuperar la historia real, no la ficticia. Este olvido es donde se cimienta la estructura incestuosa del capitalismo entre Estado y Corporaciones ("El Estado y las Corporaciones. Una alianza contra la libertad y la supervivencia"). Esa relación sexual da como resultado un hijo híbrido que apenas puede ser denominado sociedad, es una malformación degenerativa que pudre las raíces mismas de lo humano y que socava cualquier intento de crear algo parecido a la justicia. Lo que nos lleva a la tercera intervención: "El diseño del desorden mundial. Dominación, inestabilidad y xenofobia e un mundo cambiante". El desorden mundial actual ha dio perfectamente diseñado hasta sus últimos extremos, nada de deriva política o devenir social, todo es fruto de una organización premeditada para que los que lo organizan sigan gozando del cúmulo de privilegios de los que han sido poseedores siempre y que la caída del lucro ponía en riesgo. Esto nos deja en las puertas del último y conclusivo texto: "El problema ambiental y la inteligencia humana. La destrucción de nuestro planeta y los negacionistas". Al final, todo esto tiene unas consecuencias que escapan a los culpables y nos afectan a todos: el mundo, en este desorden establecido, va directamente a la catástrofe medioambiental humana. El intento por parte del sistema de integrar las posibles soluciones no hace más que ahondar el hoyo en el que nos estamos metiendo y poco a poco no habrá salida posible.
Chomsky, como los profetas de la Biblia, nos pone alertas, nos indica los riesgos y casi realiza acciones simbólicas para que pensemos dónde estamos y hacia dónde vamos. Esta obra puede ser un arma para destruir las falacias y arrancar las máscaras. Como toda arma, las consecuencias estarán en el uso que se haga de ella. El lector decidirá qué hacer. Como decía Jesús en las parábolas: "ve tú y haz lo mismo".
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