¿Trabajamos por la justicia?
Lo verdaderamente obsceno, pero que demostraría su catadura moral, exactamente la misma de todos los Goldsmith anteriores a él, sería que los donara a UNICEF, para que escolarice a los niños que no pueden ir al cole porque el salario que paga a sus padres no se lo permite; o bien que done ese dinero a Cruz Roja para que atienda en Bangladesh a los trabajadores contaminados con la técnica de sandblasting, técnica de blanqueo de baqueros que enferma a miles de trabajadores. O, ya puestos, lo podría donar a una ONG por la igualdad de la mujer en Marruecos para que enseñen a sus trabajadoras qué hacer con los 178 euros que cobran las 12 horas del día que le quedan libres tras el trabajo. Todas estas propuestas me resultarían más llevaderas, bastante más que las 30 monedas con las que paga la publicidad de Cáritas. La caridad es gratuita, como su nombre griego (Xaris) indica, y no puede estar expuesta a lo público ni tener más finalidad que servir para ayuda a quien lo necesite. La caridad, expresión del ser más profundo del hombre, no se vocea por las calles, ni se condiciona. Por eso, no puede aceptarse como caritativo lo que no tiene esa finalidad.
Aquello de hacerse amigos con las riquezas injustas no tiene una aplicación en este contexto. Los amigos se hacen con las riquezas injustas que otros han producido, no las producimos primero y después las utilizamos para hacer amigos. Al señor Ortega no le pedimos justicia, como no pedimos peras al olmo, pero a Cáritas sí le podemos pedir discernimiento a la hora de actuar. Igual que se dedica a ayudar con los alquileres de personas deshauciadas, ayuda imprescindible para remediar el mal causado por los bancos, y se niega a pagar hipotecas porque eso sería mantener la injusticia, de la misma manera debería ver cuál es la finalidad de las supuestas donaciones y así cumplir con su lema "trabajamos por la justicia".
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